Qué mejor momento para la llegada de Sheinbaum, ya teniendo como antecedente los principios de anticorrupción, transparencia, programas sociales y apoyo hacia los desfavorecidos
Por Évolet Aceves
X: @EvoletAceves
En mis años de infancia tenía como principales referentes en la política a Vicente Fox, a Felipe Calderón y luego a Enrique Peña Nieto. Ellos fueron los presidentes en quienes las noticias políticas del país giraban en torno.
Me imagino que las niñas y adolescentes mexicanas que hoy van a la primaria, secundaria y preparatoria, verán en los próximos seis años en las noticias del teléfono, radio y televisión, ya no a un presidente de corbata y traje sobrio, sino a una mujer, a una presidenta que por primera vez dirija, sea la figura central, de la política nacional.
Hoy por hoy esas niñas y adolescentes sabrán que es posible llegar no sólo a la presidencia, sino a puestos gerenciales, a ser parte de una nómina que les permita vivir dignamente. Y esa imagen de escuchar algo sobre la presidenta todos los días instaurará en ellas la normalización de ver a una mujer dirigente.
Ciertamente es un momento de cambio, el país lo demandaba ya desde hace tiempo, la realidad de la mujer mexicana vive una crisis a la que ya no se le podía postergar su atención, de ahí el que dos de los tres últimos contendientes a la presidencia de México hayan sido mujeres, y además las dos resultaron más cercanas a la mayoría de votos, aunque claramente la preferencia que la población mostraba hacia Sheinbaum fue bastante clara.
Hay que reconocer que el papel democrático que Andrés Manuel López Obrador, junto al cambio drástico de la 4T, fueron definitivos en los resultados de la elección. Sin el desempeño y preferencia hacia los pobres, así como la apertura que llegó a demostrar hacia el pueblo de México, el gobierno de López Obrador —o López, por si hay alguna señora de derecha que me esté leyendo— no hubiera resultado ni fructuoso ni se hubiera mantenido con el nivel tan alto de popularidad con el que se fue y que le ha heredado a su sucesora y al proyecto de la 4T que también encabeza en su segundo piso, como ella le llama.
Lo pudimos ver hasta en el ameno discurso de bienvenida de Sheinbaum, quienes prestaron atención se habrán dado cuenta de que muchos carteles decían AMLO, y no precisamente por equivocación. Pero lo maravilloso de todo esto es que fue el buen gobierno del anterior presidente el que abrió las puertas a una mujer con una preparación excelente para gobernar el país.
Ya que hablamos de AMLO y la apertura de Palacio, por ejemplo, a los periodistas en las mañaneras, recordemos que fue una mujer en Estados Unidos la primera en abrir la puerta a los periodistas, en su caso, a la Casa Blanca, su nombre fue Eleanor Roosevelt, escritora, política, activista y primera dama. Y ya que hablamos del extranjero, también es preciso mencionar que quien se rehusó en Francia por vez primera a vivir en la casa presidencial, también más de cinco décadas atrás, fue la primera dama Danielle Mitterand.
Y qué mejor momento para la llegada de Sheinbaum, ya teniendo como antecedente los principios de anticorrupción, transparencia, programas sociales y apoyo hacia los desfavorecidos. La 4T dejó el terreno notoriamente menos empedrado de lo que estaba por allá del hoy afortunadamente remoto periodo priísta.
Es evidente que, viniendo de décadas de corrupción, dinero mal habido y un Estado de violencia cancerígena, no se puede erradicar todo por completo en un solo sexenio hasta dejarlo impoluto, pero sí al menos se intentaron establecer bases firmes para la mejora de la vida del mexicano promedio, tarea que a Sheinbaum le corresponderá continuar. Es como una herida profunda que se lleva trazando por décadas y décadas, y que desde hace 6 años comenzó a curarse. Esto llevará tiempo.
Uno de los resultados del gobierno de AMLO ha sido éste, el que hoy tengamos los mexicanos una presidenta con la misma bandera de la 4T, que impulse y fortalezca no sólo a los pobres sino también a las comunidades indígenas, a las mujeres, a la cultura, alguien que pondrá atención en la no discriminación y a la recuperación de los ríos contaminados, empezando por el Río Lerma, que bien podría ser el Río Sena de México, pues miden casi la misma longitud (Lerma: 708 km.; Sena: 776 km.), pero tristemente no lo es, al menos por ahora, ¿será que en un futuro?
México ha ganado con Sheinbaum como presidenta.
everaceves5@gmail.com
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Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y textos híbridos. Psicóloga, fotógrafa y periodista cultural. Estudió en México y Polonia. Ha colaborado en revistas y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, La Libreta de Irma, El Cultural (La Razón), Revista Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales: México Seductor (2015) y Anacronismo de la Cotidianeidad (2017). Ha trabajado en Capgemini, Amazon y actualmente en Microsoft. Esteta y transfeminista.