Opinión

Claudia y el G-20




noviembre 22, 2024

Claudia Sheinbaum viajó a Río de Janeiro, Brasil, para acudir a la reunión del G-20, donde las economías más pujantes del orbe se congregaron para discurrir acerca del rumbo que debe seguir el mundo. Tuvo el aserto de presentarse en Sudamérica un par de meses después de haber tomado posesión… lo hizo bien

Por Hernán Ochoa Tovar

En días pasados, la doctora Claudia Sheinbaum, presidenta de México, viajó a Río de Janeiro, Brasil, para acudir a la reunión del G-20, donde las economías más pujantes del orbe se congregaron para discurrir acerca del rumbo que debe seguir el mundo, así como los aportes que se pueden hacer desde su trinchera. Esto llama la atención porque, desde mi perspectiva, fue una ruptura significativa con la política exterior seguida por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien, como recordaremos, era más afecto a recorrer la geografía nacional de cabo a rabo, en lugar de entrevistarse con sus pares internacionales.

Bajo el adagio de que la mejor política exterior era la interior, AMLO salió poco del país. Salvo la vez que acudió a visitar al (ex) presidente de Estados Unidos, Donald Trump, la víspera de las elecciones norteamericanas de 2020; y cuando se presentó en la Asamblea de las Naciones Unidas a brindar un significativo discurso –muy anclado en la retórica de la 4T, por cierto–, López Obrador fue poco afecto a los viajes internacionales. Tanto, que eso tuvo correlato en la controversial venta del avión presidencial, quizás dando por sentado que no iba a utilizar el citado armatoste a lo largo de su disruptivo y paradigmático sexenio.

Hoy, la doctora Sheinbaum hizo algo distinto. Si bien, viajó en un vuelo público, de manera semejante a como lo hizo su antecesor; tuvo el aserto de presentarse en Sudamérica un par de meses después de haber tomado posesión. AMLO tardó un par de años en tomar una decisión semejante. Quizás pensando en que, a través del ámbito discursivo se podían mover conciencias –como sucedía en el pasado remoto–, López Obrador no le apostó, siquiera, a las reuniones a través de Zoom para tener la oportunidad de deliberar sus homólogos –y homólogas– internacionales.

Tradicional, prefería las llamadas, y –quizás remembrando a sus héroes históricos– las cartas para llevar a cabo sentidos reclamos (en tiempos en los cuales los medios de comunicación han avanzado cantidad, vale aclarar). Bajo esta tesitura, la doctora Sheinbaum se decidió romper esquemas. Si para AMLO, lo más relevante era ranchear y encontrarse a flor de piel con el México Profundo, la Doctora decidió entretejer un plan “b” sin romper, de tajo, con el ideario obradorista.  Esto porque, si bien ella sigue realizando las consabidas giras –popularizadas por el expresidente– cada fin de semana, de tanto en tanto, decidió –quizás como buena académica que es– que era menester llevar el discurso de la 4T a foros internacionales, y no dejarlo sólo como un tema para consumo interno.

Aunque las opiniones se han dividido al respecto, pienso que, para ser la primera vez, lo hizo bien. A pesar de que se pueden encontrar vasos comunicantes importantes para con el discurso obradorista, creo que ella ha podido encontrar su estilo, o, por lo menos, comenzar a deslizarlo en el seno de un poderoso podio. Ejemplo de esto es que hacer una convocatoria a la paz, en tiempos en los cuales parecen emerger tiempos bélicos al oriente de la geografía mundial, resulta un ejercicio acertado.

De igual manera, reconocer el liderazgo económico y social inherente a México y no inmutarse ante los gigantes internacionales, es una actitud que entraña valentía. Quizás la invocación a Sembrando Vida –programa insignia de la pasada administración– haya sido una evocación al pasado, pues, en un tiempo en el cual los problemas ambientales se tornan en una relevante inquietud de diversos sectores, Sembrando Vida fue el curita que permitió al obradorismo justificar su ambientalismo. Empero, creo que la manera en la cual lo trazó la doctora Sheinbaum fue acertada, pues, a contrapelo de su antecesor –quizás por su formación académica–, ella sí maneja la terminología contemporánea de los retos ambientales y ecológicos. Así que, si Sembrando Vida se fortifica con una robusta política ambiental y se engarza con los objetivos del milenio que persigue la nación mexicana, la alocución de la Doctora podrá tener un interesante corolario. Por lo pronto, esto es sólo el inicio, pero parece ser un buen principio: el nombre de México vuelve a resonar en los conciliábulos del poder internacional.

A este respecto, dejaré una reflexión. La víspera de 2018, el excandidato presidencial (hoy senador) Ricardo Anaya, dejó entrever que Andrés Manuel López Obrador no comprendía el mundo contemporáneo. Desgraciadamente, el dicho anayista tuvo algo de cierto, pues muchas de las acciones –y afirmaciones– del expresidente, parecían tener asidero en un mundo que ya había sido rebasado décadas antes. Por fortuna, la doctora Sheinbaum parece entender el mundo. Y no sólo eso, sino que está dispuesta a jugarse el todo por el todo en la veleidosa arena internacional. Veremos si la estrategia funciona, pero, por lo pronto, hay un giro discursivo y político bastante interesante en su actuar. Al tiempo.

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