Bird es una propuesta en donde la fantasía se hace presente, y que en el cine contemporáneo está reapareciendo y cobrando más fuerza, sobre todo entre directores jóvenes de Europa
Por Évolet Aceves
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Recién se estrenó en Estados Unidos la película Bird, de la cineasta británica Andrea Arnold, protagonizada por la adolescente Nykiya Adams (Bailey) y dos de los actores más destacados del cine contemporáneo europeo: Barry Keoghan (Bug) y Franz Rogowski (Bird).
La película fue presentada este año en el Festival de Cannes, y estrenada en noviembre en cines de Estados Unidos y Reino Unido. Pese a que la directora suele hacer películas más orilladas al drama realista, esta vez optó por una propuesta no sólo dramática sino también con un corte fantástico.
Arnold suele recurrir a la iluminación natural en sus películas, aspecto que pule la cotidianidad de las escenas, que sobresalen sobre todo en las escenas al exterior. En todo momento persiste esa iluminación fría, grisácea y azulosa que abunda en Reino Unido. A lo largo de la película el grafiti forma parte fundamental de las locaciones, dentro de los edificios, en las calles, lo cual contribuye a la ambientación.
Aficionada a las peleas del día a día, Arnold retrata la vida de la calle a través de conflictos de pandilleros justicieros, quienes visitan a hurtadillas los domicilios de aquellos hombres golpeadores y próximos a ser golpeados y hasta acuchillados por los encapuchados, y lo entremezcla con los sentimientos de una adolescente (Bailey) que desde un inicio adopta un comportamiento y apariencia varoniles, muy masculinos.
Bailey es hija del joven Bug —interpretado por Keoghan—, un muchacho que tuvo a su primer hijo a los 15 años y que vive una vida de excesos, frecuentemente rodeado de alcohol y con una nueva novia a quien conoció semanas atrás y con quien está próximo a casarse. Pese a todo el desorden que aparenta ser su vida, quiere a sus hijos y cuida de ellos aunque de forma bastante infantil, finalmente él sigue siendo también un joven, tan así que ha tenido la idea de pagar su boda con el dinero que piensa obtener vendiendo el veneno que obtendrá de un sapo, a quien le canta canciones de Blur y Oasis para que éste libere la añorada toxina que lo hará rico, o al menos que le podrá financiar la boda.
Bailey, enfadada, se escapa de su casa porque le molesta la inmadurez de su padre, y sobre todo que vaya a casarse con una mujer que no sólo desconoce, sino que ya hasta va a vivir bajo el mismo techo. Al huir de casa, pasa la noche rodeada de pastizales en el campo, la despierta un caballo que la observa de cerca, y al levantarse ve a alguien brincoteando en los pastizales, ese alguien se acerca a ella, es Bird —interpretado por Franz Rogowski—, personaje que al inicio pensé que era una mujer trans.
Pronto se harán amigas y, más que amigas, hay al inicio una especie de deseo de Bailey por Bird, que me pareció una propuesta muy interesante y novedosa por parte de la directora. Bird, abandonada por su familia durante su infancia, ha regresado a su pueblo para buscar a su familia ahora que ya es adulta, mas se entera de que su familia se fue de ahí hace muchos años.
Bird es un personaje entrañable, su caracterización se asemeja a la de un niño autista, también es la corporalidad de la androginia, y al mismo tiempo adopta movimientos de un pájaro, todas las noches permanece en la esquina de la azotea del alto edificio donde vivió en su infancia por largas horas, hasta el amanecer.
Al final de la película hay un giro que hace que los comportamientos de Bird hagan sentido, una noche tras una fuerte pelea de la madre biológica de Bailey con su actual pareja, interviene Bird convirtiéndose en un pájaro, con brazos emplumados y características de la fisionomía de un ave, como un águila gigante; tras expulsar por la ventana al hombre golpeador, Bird sale por la ventana y emprende su vuelo en la oscuridad; una escena no sólo conmovedora sino audaz, arriesgada y muy bien lograda. Pese a que fue la mejor escena de la película y la más memorable, también me parece un concepto bastante trillado.
Bird es una propuesta en donde la fantasía se hace presente, y que en el cine contemporáneo está reapareciendo y cobrando más fuerza, sobre todo entre directores jóvenes de Europa, como es el caso de la británica Emerald Lilly Fennell, quien de hecho también trabajó junto a Keoghan en Saltburn.
Por otro lado, no sólo Keoghan se destaca con este papel secundario y bien logrado; la actuación de la protagonista Nykiya Adams, pese a su corta edad, ha demostrado su gran potencial frente a la cámara. Y Franz Rogowski continúa fortaleciendo su carrera como actor de primer nivel, ya desde 2018, y sobre todo desde 2021, se le ha visto interpretando a personajes complejos, con una actuación ejemplar.
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Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y textos híbridos. Psicóloga, fotógrafa y periodista cultural. Estudió en México y Polonia. Ha colaborado en revistas y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, La Libreta de Irma, El Cultural (La Razón), Revista Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales: México Seductor (2015) y Anacronismo de la Cotidianeidad (2017). Ha trabajado en Capgemini, Amazon y actualmente en Microsoft. Esteta y transfeminista.