Ciudad Juárez es de personas migrantes. Uno de cada tres habitantes en el municipio de Juárez es inmigrante que nació en otra entidad o país, es decir, 543,895 personas nacieron fuera del estado de Chihuahua, revelan datos oficiales
Por Raúl Flores / La Verdad Juárez
“Ciudad Juárez, la ciudad fronteriza del río Grande, que corresponde geográficamente a El Paso, es una Babel moderna”. “Todas las lenguas continentales se hablan entre sus habitantes; millares de extranjeros que llegan hasta Juárez creyendo que es cosa fácil pasar el puente, se convencen de lo contrario y pululan en las calles, presas de miseria y desesperación”.
Esta descripción de esta ciudad fronteriza es tan acertada que pudo haber sido escrita este año. Sin embargo, el texto proviene de una revista literaria española titulada “La Emigración Española: Vida Española en el Extranjero” publicado el 15 de julio de 1925.
El artículo, está ubicado en la sección “De Méjico”, y se titula “Como son explotados los que buscan llegar a Estados Unidos”. El escritor pinta un panorama fronterizo muy similar al que se vive hoy en día en esta comunidad—aumento en el número de extranjeros que cruzan la frontera irregularmente, un esfuerzo estadounidense por limitar el tráfico, e incluso la presencia de los “coyotes fronterizos”.
Mucho se ha hablado en los últimos años sobre la comunidad de personas en situación de movilidad que—por razones que van desde la economía hasta persecución política—pasan por esta ciudad en busca de cruzar la frontera y construir su nueva vida en Estados Unidos (EE.UU.), dice José Mario Sánchez Soledad, empresario juarense, consejero delegado en materia de migración de Coparmex Nacional.
No obstante, agrega, es importante reconocer que esta ciudad “es resultado de la migración, o sea Ciudad Juárez es migrante, es de personas migrantes”.
Los dichos de Sánchez Soledad encuentran sustento en los números, en los datos duros de la población juarense.
El municipio contaba al inicio del 2024 con una población de 1 millón 552 mil 339 habitantes, según la Radiografía Socioeconómica 2023 que publicó el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP) a inicio de este año. También se posicionó como el sexto municipio más poblado de México, de acuerdo con el censo poblacional del 2020 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
A pesar de que la ciudad solía ser compuesta por una mayoría de gente inmigrante—es decir, personas nacidas en otra entidad federativa u otro país—la radiografía revela que en la actualidad, uno de cada tres habitantes es considerado migrante.
Esto significa que alrededor de 543 mil 895 personas que actualmente habitan en Juárez nacieron fuera del estado de Chihuahua o en otro país, de acuerdo con los datos oficiales.
La mayoría de este segmento de la población son mexicanos que nacieron en otros estados, principalmente en Durango (24.32 por ciento), Veracruz (19.88 por ciento) y Coahuila (15.71 por ciento), de acuerdo con los datos del IMIP.
“Es importante destacar que este porcentaje de gente inmigrante no llegó recientemente”, dice María Inés Barrios de la O, investigadora y demógrafa de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, al explicar sobre los migrantes residentes en esta comunidad.
Una frontera
El descubrimiento de diversas minas en las zonas de Chihuahua, Durango y Zacatecas desató las primeras olas de migración, explica Sánchez Soledad. “Las primeras poblaciones en Chihuahua, en toda la sierra, son de origen minero”.
Fue hasta el siglo XIX cuando, por diversos eventos críticos, la región del actual Juárez comenzó a recibir grandes cantidades de gente de fuera.
Primero, el tratado de Guadalupe-Hidalgo que sí firmó al terminar la guerra de México contra Estados Unidos en 1848 estableció definitivamente al territorio que actualmente es Juárez como una frontera.
Desde ese momento, el territorio inició su proceso a convertirse en la que hoy “se considera una de las ciudades más importantes de México”, escribe Barrios en su libro Movilidad Humana en Ciudad Juárez, 2007-2012: Transitando de la inmigración laboral a la emigración y el desplazamiento forzado.
“La frontera es más que un espacio en donde convergen heterogeneidades culturales, económicas, políticas y poblacionales, esto debido a la vasta dinámica e interacción de capitales humanos, económicos y sociales entre ambos lados de la frontera”, describe Barrios.
Durante esta época, es decir la segunda mitad del siglo XIX, se vieron las primeras migraciones causadas por el desarrollo del ferrocarril en EE. UU.
“La llegada del ferrocarril fue el detonante para que llegaran poblaciones del oriente y de Europa, siendo principalmente chinos, españoles y libaneses”, cuenta Sánchez Soledad.
Muchas familias de origen asiático terminaron su trabajo en el ferrocarril estadounidense y cuando ese país los echó, migraron a la frontera norte de México, según Sánchez Soledad. Otros simplemente vinieron por el crecimiento económico que representaba la minera y la agricultura en la región.
Después fueron atraídos por la industria y su demanda de mano de obra.
Volverse juarense
Hoy en día, la diversidad de culturas sigue estando presente, aunque ya está mezclada con la misma cultura local. Juárez se distingue de otras grandes ciudades, ya que la gente que llega a establecer su vida aquí termina por volverse “juarense”, explica Sánchez Soledad, empresario e historiador.
“La realidad es que la mayoría somos juarenses, pero todos somos de origen migrante”, cuenta. La mayoría de la población migrante ya se identifica como local, a diferencia de otras grandes ciudades mexicanas como Guadalajara o Monterrey, donde las diferentes comunidades migrantes se separan cultural y físicamente por zonas, o barrios.
En contraste, Sánchez Soledad describió a Ciudad Juárez como un “melting pot”, o crisol, en donde las diferentes culturas y costumbres sociales se mezclan con la local. “Muchos llevan ya tantos años aquí, que se identifican más como juarenses que de su lugar de origen”.
Actualmente, la población que nació en otro país que no sea Estados Unidos es relativamente pequeña. En Ciudad Juárez, aproximadamente 3 mil 488 habitantes, es decir el 0.22 por ciento, nacieron en el extranjero, según la radiografía del 2023 del IMIP.
A su vez, alrededor de 67 mil 445 personas, que representan el 4.34 por ciento de la población, nacieron en Estados Unidos, pero viven en la frontera mexicana. Este segmento de la población, más allá de ser personas que migraron del país vecino, representa a personas provenientes de familias juarenses que cruzaron la frontera para que sus hijos nacieran con ciudadanía estadounidense.
“Ciudad Juárez posee una dinámica muy singular”, escribió Barrios. “Al ser una ciudad que colinda con Estados Unidos, se instituye una práctica transfronteriza en donde los intercambios de capital humano, económico y cultural son de lo más ordinario”.
La industria y la migración
Además de la cercanía con el primer mundo, Juárez también se ha caracterizado históricamente por ser una ciudad donde abunda el empleo—a través de las últimas décadas, la tasa de desempleo en el municipio se ha situado por debajo de la nacional, explicó Barrios en su libro.
Por lo mismo, la tasa de crecimiento poblacional (TCP) a nivel local ha estado en muchas ocasiones por encima de la nacional.
La radiografía también reveló que 472 mil 962 personas, representando el 30.47 por ciento de la población total de Juárez, nacieron en otra entidad federativa—una tendencia migratoria que ha estado presente desde el origen de la ciudad, pero que experimentó crecimientos significativos a lo largo del siglo XX.
La mayoría de esta población llegó hace más de 10 años, incluso hasta hace 50 años, asegura Barrios. Ella estima que solo alrededor de 69 mil habitantes llegaron al municipio después del 2015.
En las décadas de 1920 y 1930, la ciudad experimentó un aumento de población causado primero por el auge económico que surgió a partir de la prohibición del licor en Estados Unidos y después por una ola de deportaciones que realizó el gobierno estadounidense en respuesta a la recesión económica de ese entonces.
Sin embargo, una gran parte del crecimiento poblacional de Ciudad Juárez se dio durante las décadas de 1940, 1950 y 1960, y obedece a un movimiento de migración interna fomentado por distintos programas gubernamentales, explica la demógrafa.
Por ejemplo, muchas personas terminaron en Ciudad Juárez tras finalizar el Programa Bracero en 1964—un acuerdo binacional en el que EE. UU. contrató obreros mexicanos para trabajar principalmente en la construcción de ferrocarriles y la industria agrícola.
En los 1960, el gobierno mexicano lanzó el Programa Nacional Fronterizo (Pronaf) y el Programa de Industrialización Fronteriza (PIF), los cuales “fueron programas que alentaron tanto el desarrollo, la instauración y consolidación de la industria manufacturera, que también se volvió un polo de atracción para muchos migrantes internos”, dice Barrios en entrevista.
La maquila, el boom de migrantes
“Una de las características que enmarcaron a Ciudad Juárez en la década de 1980 fue el boom maquilador”, escribió Barrios en su libro. “Debido a que el sector secundario comenzó a establecerse como la principal fuente de empleo, se comenzaba a observar que las personas abandonaban los campos para reclutarse en la industria sin la necesidad de cruzar a Estados Unidos”.
A partir de esta década, la migración laboral a Ciudad Juárez causada por el desarrollo de la industria maquiladora se intensificó, atrayendo a mucha gente de otros estados, principalmente de dos municipios: Torreón, Coahuila y Gómez Palacio, Durango.
Hasta entonces, Coahuila, Durango y Zacatecas se habían considerado las tres entidades federativas de migración laboral a la ciudad, explica Barrios.
A su vez, un parteaguas importante en la evolución de la migración laboral se dio a partir de la crisis económica de 1994. El estado de Veracruz se vio severamente impactado al ser dependiente de las industrias del azúcar y la petroquímica, aseguró Barrios.
Durante el quinquenio de 1995 al 2000, Juárez comenzó a recibir personas de Veracruz en búsqueda de trabajo en las maquiladoras—en esos cinco años se volvieron el principal grupo inmigrante. Hasta la fecha aún representan una gran parte de la población inmigrante.
El 42.12 por ciento de la población inmigrante dijo que su motivo de inmigración fue “por búsqueda de trabajo”, mientras que 34.90 por ciento dijo que fue para “reunirse con familia”. Este porcentaje, explica Barrios, probablemente representa a muchos aquellos que se fueron durante la crisis económica generada por la violencia en el municipio al principio de la década de 2010.
Muchas de estas personas han estado regresando en los últimos años para reunirse con familiares que permanecieron en la ciudad, e incluso otros habrían regresado por la incapacidad de ajustarse al estilo de vida en otros estados, asegura Barrios.
La industria maquiladora no ha parado de crecer, y por consecuencia la ciudad tampoco ha dejado de expandirse, lo cual ha tenido consecuencias principalmente en la infraestructura.
La inmigración laboral ha traído consigo diversidad cultural y además ha establecido a Juárez como un lugar de oportunidades, pero también trajo una “desorganización del crecimiento urbano” que se ha vuelto una característica principal, dice Barrios.
Durante la época naciente de las maquiladoras, hubo una aprobación “desmedida” de fraccionamientos en el suroriente de la ciudad para acomodar a los trabajadores, y muchas de esas zonas habitacionales están abandonadas hoy en día.
Tanto Barrios como Sánchez Soledad consideran que la población inmigrante aumentará en los próximos años.
Por una parte, está la incertidumbre relacionada con la segunda administración presidencial de Donald Trump en EE.UU. Sus propuestas de realizar deportaciones masivas podrían significar la llegada de muchos mexicanos y extranjeros repatriados a las distintas ciudades fronterizas como Juárez, dice Sánchez.
Por la otra, agrega, el problema creciente del desplazamiento forzado interno causado en el país por los efectos del crimen organizado en estados como Guerrero, Guanajuato, Michoacán y Chiapas ha traído a muchas personas a la ciudad en búsqueda de migrar a EE.UU.
Debido a que México cuenta con una de las tasas más altas de rechazo para asilo en EE.UU., esto podría causar que una gran parte de esos ciudadanos opten por establecer sus familias en la ciudad ante el rechazo estadounidense y la imposibilidad de regresar a sus hogares, coinciden los entrevistados.
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