¿Por qué esta sucesión adelantada (adelantadísima) en Chihuahua? La respuesta es relativamente sencilla: porque tanto en el país como en la entidad se está consolidando una nueva clase política, partidocrática, con muchos afluentes sin experiencia y cargados de ambiciones desmedidas y proyectos personales de poder
Por Jaime García Chávez
Por todos lados se advierte la impaciencia de que termine el gobierno de María Eugenia Campos en Chihuahua. Ciertamente que la elección será a mediados del año 2027, ciclo en el que pueden pasar cualquier cantidad de cosas, lo que no permite hacer mejores pronósticos. Ese desasosiego se nota hasta en el comportamiento personal de la titular del Ejecutivo, como el hecho de dar a conocer su fierro ganadero y anunciar que se dedicará a los bovinos en algún rancho, propio, rentado o en aparcería.
Lo más descabellado fue el decretar una “galopada” entre los jinetes que obviamente ella designe, aunque algunos traen su propia dinámica y posicionamiento natural, como sería el caso de Marco Bonilla, alcalde reelecto del municipio de Chihuahua, la plaza fuerte del panismo chihuahuense.
En las antípodas encontramos las diversas expresiones del morenismo regional, todas ellas tan grotescas que ya empiezan a despertar un sentimiento de piedad para los ciudadanos de Chihuahua, si acaso consumaran desbancar al PAN, emblemático en esto junto con Guanajuato por sus triunfos electorales.
En ese estado del Bajío, desde los tiempos de Carlos Salinas generaron una fortaleza que se presume como inextinguible, a diferencia de Chihuahua, donde ha habido alternancias que llevaron al poder a Francisco Barrio en 1992, a su pupilo Javier Corral en 2016, y finalmente a la actual gobernadora en 2021. Con esto quiero decir que Chihuahua es un preciado trofeo para MORENA, donde se han refugiado una gran cantidad de priistas y panistas que traicionaron el credo gomezmorinista, como es el caso del senador Corral, y del actual alcalde de Ciudad Juárez, su compadre Cruz Pérez Cuéllar.
Sirva lo anterior como una especie de telón de fondo para abordar la miga principal de esta entrega.
Sin duda la gobernadora de Chihuahua será factor para designar al candidato de su partido, pero cometería un grave error, en medio de todos los riesgos que la acechan, de imponer a una figura menor, como Mario Vázquez o Mario Mata, piezas marginales en la política local, más allá de la importancia relativa de sus encargos, donde son más que grises sus resultados. Y el caso caricaturesco sería que se escogiera al hoy diputado local Carlos Olson, un buen prospecto para dirigir alguna logia de las buenas costumbres o la cofradía del santo reproche.
Marco Bonilla, al igual que los pretendientes morenistas, ha caído en la tentación de promocionar su precandidatura en el ámbito estatal, empalmándole a su encargo principal la tarea cotidiana de estar en la arena política. A grandes brochazos está haciendo lo mismo que Cruz Pérez Cuéllar, también alcalde del fronterizo municipio; o la joven senadora, impulsiva y prematura, Andrea Chávez.
¿Por qué esta sucesión adelantada (adelantadísima)? La respuesta es relativamente sencilla: porque tanto en el país como en la entidad se está consolidando una nueva clase política, partidocrática, con muchos afluentes sin experiencia y cargados de ambiciones desmedidas y proyectos personales de poder.
Para promocionarse no les importa violentar la ley con campañas anticipadas, ante el silencio del Instituto Estatal Electoral, y desatender los cargos que detentan y emplean utilitariamente, con todos sus recursos y apoyándose en el erario; o lo más delicado, que estén recibiendo dinero tras bambalinas de empresarios, delincuentes organizados de alto nivel, o redes de poder centralizadas que aspiran a devorar el estado de Chihuahua para sus fines.
Cabe en este listado el que en Chihuahua se adelante la desmembración del Poder Judicial y la elección de magistrados y jueces. No es que les importe adecuar los tiempos a la Constitución federal, sino para configurar coyunturas más favorables de competencia, y que de los justiciables se encargue Dios.
Si algún gobierno desprecia al derecho, es el de MORENA. El anterior no se diga, pero el actual le sigue los pasos y recién empieza.
Si tuviéramos que definir con una sola frase a la política que se practica por los partidos hoy en Chihuahua, aquella sería desmedida, y ambición canalla por el poder.
Es tiempo de regenerar proyectos ciudadanos, de exigir un repliegue de los pretendientes y sus patrocinadores hacia la legalidad, lo que se ve más que imposible de lograr.
En todo caso, creo que lo prudente es que no se vayan sin tocar baranda, como dicen los jugadores de billar, y eso debemos abocarnos.
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Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.