Opinión

“Defending Women from Gender Ideology Extremism and Restoring Biological Truth to the Federal Government”?




enero 22, 2025

La orden titulada “Defendiendo a las mujeres del extremismo de la ideología de género y restaurando la verdad biológica en el gobierno federal” es un ataque directo no solo a los derechos humanos, sino también a la capacidad intelectual y creativa de las mujeres y las nuevas masculinidades para pensar, analizar y proponer ideas sobre nosotras y nosotros

Por Hilda Sotelo

La orden ejecutiva firmada el 20 de enero de 2025 por el presidente Donald Trump, titulada “Defending Women from Gender Ideology Extremism and Restoring Biological Truth to the Federal Government” (Defendiendo a las mujeres del extremismo de la ideología de género y restaurando la verdad biológica en el gobierno federal) establece que es política de Estados Unidos reconocer únicamente dos sexos, masculino y femenino, considerados inmutables y basados en una realidad fundamental e incontrovertible.

Esta orden instruye a las agencias federales a aplicar definiciones estrictamente biológicas de sexo en la interpretación y aplicación de las leyes federales, eliminando el reconocimiento de identidades de género diversas. Además, requiere que documentos oficiales, como pasaportes y registros de empleados federales, reflejen únicamente el sexo biológico del individuo, excluyendo cualquier referencia a la identidad de género. También ordena la eliminación de políticas y comunicaciones que promuevan la “ideología de género” y prohíbe el uso de fondos federales para tales fines.

La propuesta de redefinir del concepto de “sexo” en las políticas federales, elimina la posibilidad de reconocer identidades de género, es un ataque directo no solo a los derechos humanos, sino también a la capacidad intelectual y creativa de las mujeres y las nuevas masculinidades para pensar, analizar y proponer ideas sobre nosotras y nosotros. Este movimiento, que busca reducir las categorías humanas a definiciones biológicas inmutables, ignora las contribuciones de las teorías feministas y los estudios de género que, durante décadas, han iluminado las complejidades de la experiencia humana.

Como feminista y educadora, he dedicado mi vida a cuestionar los sistemas opresivos y a crear espacios donde las mujeres y los hombres puedan ejercer su derecho de pensar críticamente sobre su lugar en el mundo. En fechas recientes he tenido estudiantes hombres en mi clase, y para que sepan, ellos ya redefinieron la masculinidad fuerte, ahora le llaman masculinidad frágil al hombre que no puede expresar sus sentimientos y emociones, al que sistemáticamente le arrancaron o nunca le dieron la alfabetización de sus emociones.

Los jóvenes dialogan o luchan con sus padres y abuelos para que comprendan que existe otra forma más digna y respetuosa de ser hombre. No importa cuantas órdenes ejecutivas se encuentren en la redacción de la Casa Blanca, ahora la humanidad es distinta, y contra ese espíritu, los cuerpos y mentes enfermas que quieren sanar, las reglas impuestas no van a poder. Lo que importa en este momento es que los fondos federales se nutren del pago de nuestros impuestos y es compromiso ver por nuestros derechos y garantías.

La propuesta de la mentira de Trump que de tanto repetirla quiere que se convierta en verdad, la propuesta sobre los roles de géneros; no sólo limita los derechos de las personas trans y no binarias, sino que también pretende encasillar a las mujeres en roles y definiciones predeterminados, anulando su capacidad de re imaginar su propia identidad. Es un golpe contra el feminismo en todas sus formas, especialmente contra las mujeres que, desde la academia y los movimientos sociales, han luchado por construir un mundo más inclusivo y justo.

Los Estudios de Género y los movimientos feministas han sido pilares fundamentales para desafiar las estructuras patriarcales que perpetúan la desigualdad. Estas disciplinas no sólo cuestionan las normas impuestas, sino que también ofrecen herramientas para transformar la sociedad desde sus bases. Reducir el debate sobre el género a una mera discusión biológica no es sólo un retroceso, sino también un intento de silenciar a las mujeres que, con valentía y creatividad, han trabajado para abrir nuevas posibilidades de existencia y convivencia.

Más allá de sus implicaciones políticas, esta propuesta ignora una verdad fundamental: el género no es un enemigo de la ciencia ni de la realidad, sino una forma de entender la diversidad humana. Al tratar de imponer una “verdad biológica”, el gobierno está pasando por alto los avances académicos y sociales que nos han permitido comprender las conexiones entre cuerpo, identidad y cultura. ¿Qué tipo de sociedad queremos construir si cerramos las puertas al pensamiento crítico y negamos la validez de las experiencias vividas?

Este enfoque también pone en peligro el Título IX, una de las piezas legislativas más importantes para garantizar la igualdad de oportunidades en la educación. Promulgado en 1972, el Título IX prohíbe la discriminación por sexo en programas educativos y actividades financiadas por el gobierno federal. Aunque ha sido históricamente un pilar en la lucha por los derechos de las mujeres también ha evolucionado para proteger a todxs lxs estudiantes, asegurando que puedan participar plenamente en la vida académica y deportiva sin discriminación. Redefinir el “sexo” como una categoría exclusivamente biológica limita severamente el alcance del Título IX, dejando a muchas personas vulnerables y sin las protecciones necesarias para acceder a una educación equitativa.

Los sistemas binarios basados en dos polaridades mantienen al ser humano en el infierno o la gloria, y en los últimos años el cuerpo y el espíritu humano se han comunicado en formas distintas apelando al derecho fundamental de definir su propia humanidad.

Los sistemas binarios funcionaron en su momento en la historia, pero estos ya no serán posibles porque hemos encontrado distintas formas de articular lo invisible. Es imposible que regresemos; sin embargo, en nuestra memoria continúan los valores principales que son el cuidado mutuo, la ternura y el amor en todas sus expresiones.

Esta orden ejecutiva falta al respeto a los avances que hemos tenido en el diálogo sobre el género. De igual forma, continuaremos narrándonos para no olvidar quiénes somos. No vamos a ceder ante las programaciones autómatas de las computadoras binarias ni las “inteligencias” artificiales.

Desde una perspectiva feminista, esta política también es peligrosa porque refuerza un modelo de poder que dicta quién puede definir a las personas y sus derechos. En lugar de avanzar hacia una sociedad donde todxs puedan vivir con dignidad y libertad, retrocedemos hacia un sistema que despoja a las mujeres de su derecho a imaginar y proponer nuevos paradigmas.

Es crucial que defendamos el derecho de las mujeres y las nuevas masculinidades a pensar y articular nuevas ideas sobre el género, a cuestionar las estructuras que perpetúan la desigualdad y a desafiar las políticas que buscan controlarlas. Desde la academia hasta las calles, las mujeres hemos demostrado que el pensamiento crítico y el activismo feminista son herramientas poderosas para el cambio social. Ahora, más que nunca, debemos unirnos para proteger estas conquistas y seguir avanzando hacia un futuro sin guerras de géneros.

En lugar de temer al pensamiento feminista y a los estudios de género, deberíamos celebrarlos como espacios que amplían nuestra comprensión del mundo.

Porque el feminismo no es sólo una teoría o un movimiento; es la afirmación de que otro mundo es posible, y que las mujeres tienen el derecho y la capacidad de imaginarlo, construirlo y habitarlo.

Feminismo Kósmico como Resistencia y Florecimiento

El Feminismo Kósmico se alza como un acto de resistencia ante políticas que buscan encerrar al ser humano en categorías rígidas y limitantes. Frente al intento de reducir la experiencia humana a una biología estática, esta propuesta reivindica la capacidad del cuerpo, la mente y el espíritu para trascender los límites impuestos, explorando nuevas formas de ser y estar en el mundo.

En este marco, no aceptamos las narrativas que nos intentan arrebatar el derecho a soñar, redefinir y reimaginar. Las mujeres, y las nuevas masculinidades como creadoras cósmicas, portamos en nuestro interior un potencial infinito para narrar historias que desafíen el binarismo, desmonten las estructuras patriarcales y transformen los sistemas de opresión en semillas de posibilidad. Este es un llamado a no solo resistir, sino a co-crear un mundo donde el cuidado, la ternura y el amor en todas sus expresiones sean nuestras guías.

El Feminismo Kósmico se posiciona como un faro en la conexión entre lo individual, lo colectivo, la tierra, el cielo y sus infinitas posibilidades y constelaciones. Reconoce que el cuerpo no es solo un contenedor biológico, sino un puente hacia lo invisible, un espacio de memoria y transformación. En este sentido, la lucha por el derecho a definir nuestras identidades no es solo política; es espiritual, creativa y profundamente humana. Las mujeres estamos articulando lo “invisible” a través del uso y desuso de las palabras que una vez nos hirieron o que no existieron con el fin de favorecer a la crueldad. Hablo de palabras como feminicidio, burla mordaz, misoginia, patriarcado, y muchas otras que hemos logrado tejer en la labor que implica arrancar el dolor y el sufrimiento de nuestros cuerpos escribiendo. Ya no estamos encerradas en la eterna víctima o la timidez, preguntándonos una y otra vez, ¿qué es esto? Ahora sabemos darle signo, significado, palabra a lo que nos ha dolido durante tantos siglos.

Ante el retroceso que representan estas políticas, afirmamos: no cederemos. Continuaremos articulando nuestras historias, entrelazando las voces del pasado con las del futuro, construyendo un presente que no solo resista, sino que nos libere. El Feminismo Kósmico nos recuerda que somos parte de un universo en constante expansión, y que nuestra lucha por la justicia, la inclusión y la dignidad es un acto de creación infinita.

El futuro no pertenece a quienes buscan controlarlo con rígidas programaciones binarias, sino a quienes, desde la creatividad y el amor radical, se atreven a imaginarlo. En el espíritu del Feminismo Kósmico, afirmamos nuestra capacidad de desmantelar las estructuras opresivas y de construir, desde las estrellas hasta la tierra, un nuevo horizonte donde todas las formas de vida sean respetadas y celebradas.

Porque otro mundo es posible, y las mujeres y los hombres en su nueva masculinidad, no solo tenemos el derecho de imaginarlo, sino el poder de crearlo.

***

Hilda Sotelo es doctora en pedagogía y cultura. Académica y escritora especializada en pedagogía critica y fundamentos socioculturales (teoría feminista y estudios de género), con un enfoque en el análisis de la violencia en prácticas pedagógicas y el feminicidio en la frontera entre Estados Unidos y México. Es autor/a del libro Mujeres Cósmicas, donde articula su teoría de Kosmic Feminism, una praxis decolonial que integra la escritura crítica orgánica como herramienta para denunciar sistemas opresivos y transformar realidades. Su trabajo ha sido presentado en diversas plataformas académicas y culturales, con un enfoque en la justicia social y la resistencia creativa.

lo más leído

To Top
Translate »