Opinión

Gris paso de Myriam Hernández por el Poder Judicial




febrero 16, 2025

Esto que estamos viviendo en Chihuahua en torno al Poder Judicial es la evidencia contundente de un gobierno absolutamente fracasado y etílicamente cosmético

Por Jaime García Chávez

El informe que rindió Myriam Hernández, presidenta del Poder Judicial del Estado de Chihuahua, pareció más una pasarela de la gobernadora María Eugenia Campos Galván. Es natural que así fuera; ella la nombró ahí para que velara por todos sus intereses –políticos y extrapolíticos– y por tanto, para todos los efectos mediáticos es la figura central.

A ese grado ha llegado la postración del Poder Judicial, carente de independencia, seguro refugio de políticos de la peor ralea, entre ellos el muy duartista Gabriel Sepúlveda, Pablo González (una promesa malograda), y otros que ni al caso viene mencionar. Reconozco que hay, también, honrosas excepciones.

Empero, tienen pertinencia dos o tres aspectos de ese último informe de la presidenta Hernández. En primer lugar, su mediocre crítica a la reforma judicial en curso, tanto en la república como en el estado; sus afirmaciones quedan muy por debajo del problema que se causa a la república, como para simplemente decir que la historia se encargará de poner las cosas en su lugar. Esa historia de la que todos hablan y que en realidad no sirve absolutamente para nada, porque es, simplemente, un argumento demagógico para exaltar a los gobernantes, en unos casos, o un mecanismo de elusión, en otros, para evitar entrar al fondo de los problemas.

No desconozco que la presidenta haya hablado retóricamente del Estado de derecho, señalando que se debe enriquecer continuamente para que no sea una simple herramienta de control político.

Cree que no sabemos su historia, que llegó al cargo precisamente por sus viejos compromisos con el duartismo, pero sobre todo para ser instrumento de la impunidad de la propia gobernadora, que dígase lo que se diga, tiene deudas pendientes con la justicia, por la corrupción política y sus complicidades con el exgobernador procesado, César Duarte, quien espera que pronto le salden sus cuentas, exonerándolo de toda responsabilidad y reintegrándole sus bienes.

Para Myriam Hernández estamos en un “punto de inflexión”, frase trillada y lugar común para darle gravedad a los discursos. Por tal, ella entiende el cambio a la impartición de la justicia aprobado por una mayoría oficialista, evadiendo así que, si a momentos de inflexión vamos, el desastre del sistema judicial se debe precisamente a que durante muchos, años poderes como el de Chihuahua se corrompieron, y cabezas de estos poderes fueron, como hasta ahora, designados arrogantemente por los gobernadores.

Muy pocas oportunidades se ha dado a la justicia en los estados para la decencia y la carrera judicial. No ha habido gobernante del estado que no haya metido las manos hasta los codos en el aparato de justicia. En los viejos tiempos del PRI, partido que cogobierna en Chihuahua, al menos se nombraban dos o tres magistrados con trayectoria, sapiencia e independencia.

Aquí recuerdo una anécdota: un viejo magistrado (Luis Garibi Harper) encaró al tirano gobernador Óscar Flores Sánchez, que se tomó, reloj en mano, la atribución de verificar la puntualidad de los magistrados del Poder Judicial. Recibió del maestro procesalista la recomendación de leer la obra de Montesquieu sobre la división de poderes. Hoy es imposible que esto suceda.

Más podría decir, pero no dejaría espacio para comentar la actuación de la gobernadora. En primer lugar, no ofreció la más mínima autocrítica por su actitud ante la reforma judicial, en torno a la cual no defendió la soberanía interior del estado de Chihuahua.

Pasó de su pueril discurso de que le iba a “romper el hocico a MORENA” a un inusitado entreguismo a Claudia Sheinbaum, y a una coparticipación congresional con el partido guinda que se refleja en un maridaje para la elección de jueces y magistrados; y en la línea de patrocinar privilegios, expresó que busca un “retiro digno, sobre todo para los magistrados”, lo que significa un proceso indemnizatorio y pensionario, ahora sí que ni en Dinamarca.

María Eugenia Campos invocó la resiliencia a que deberán someterse los que se van del Poder Judicial; casi casi como si salieran de un campo de concentración nazi, porque hasta les recomendó la lectura del libro de Víctor Frankl, El hombre en busca de sentido. Obvio es que no pasarán a sufrir, en la visión de Garizurieta, a vivir en el error, porque de todas formas quedarán en el presupuesto, y de por vida.

Esto que estamos viviendo en Chihuahua en torno al Poder Judicial es la evidencia contundente de un gobierno absolutamente fracasado y etílicamente cosmético.

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Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.

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