El grupo gobernante de Chihuahua enfrenta dos retos colosales: por un lado la ruptura de la alianza opositora y por otro, el desgaste y el crecimiento de la oposición
Por Hernán Ochoa Tovar
Hace algunos días, la gobernadora del estado de Chihuahua, María Eugenia Campos, dio a entender, mostrando a través de una fotografía, que se había reunido con la “caballería” de cara al 2027. Esto es, con los probables candidatos o candidatas a la gubernatura que podría tener el blanquiazul dentro de tan sólo un par de años.
En la imagen aparecían el alcalde de Chihuahua, Marco Bonilla; el de Delicias, Jesús Valenciano; la alcaldesa de Meoqui, Miriam Soto; así como Gilberto Loya, flamante Secretario de Seguridad Pública Estatal, quien ha comenzado a ser candidateado por algunos sectores del universo blanquiazul. Sin embargo, a pesar del pretendido músculo que pretendió mostrar el actual grupo gobernante, lo que se pudo observar es que sólo existe un tirador: el reelecto presidente municipal de Chihuahua, Marco Bonilla. El resto, aunque han ratificado sus ayuntamientos, no creo sean competencias para el munícipe de la capital; mientras que Loya se ha caracterizado por ser un buen funcionario (por algo pasó de la DSPM a la SSPE, todo de la mano de la gobernadora Maru Campos), pero nunca se le ha visto participando en política (al menos formalmente).
Por otro lado, del flanco izquierdo comienzan a avistarse los probables tiradores, siendo el que más destaca Cruz Pérez Cuéllar, flamante alcalde en funciones de Ciudad Juárez. Aunque se pretendió candidatear a Ariadna Montiel (titular del Bienestar a nivel federal), ha trascendido que ella no posee interés en buscar la candidatura a la gubernatura estatal, aunque en política nada es definitivo (recordemos cuando, al calor del año 2000, Andrés Manuel López Obrador, a la sazón jefe de gobierno electo del desaparecido Distrito Federal, decía, en una entrevista a la Revista Proceso, que no buscaría la candidatura presidencial; sin embargo, un sexenio después pudo verse que ésa era una de sus principales pretensiones). De igual modo, en las redes sociales resuena con fuerza la figura de Andrea Chávez, actual senadora por Chihuahua; quien, con ahínco, deja ver sus intenciones de continuar en la boleta electoral, debido a su juventud, así como a lo novel de su carrera política.
También se menciona a Mayra Chávez (actual delegada de Bienestar en el estado), así como el senador Juan Carlos Loera, quien fuese candidato a la gubernatura en 2021, y con larga data en el oficialismo guinda (a contrapelo de algunos de sus adversarios internos). Sin embargo, Loera parece haber perdido punch respecto al pasado reciente, pues, las figuras más mediáticas del oficialismo nacional son Pérez Cuéllar y Chávez; mientras senador parece haber sido capturado por el marasmo y la inercia. En tanto que en las adelantadísimas mediciones electorales, tampoco parece ser el mejor posicionado como para repetir en la eventual gesta de 2027.
Respecto a la elección venidera, pudiera enumerar un par de retos. Para el oficialismo nacional, queda el desafío incumplido de aumentar sus linderos; mientras, para el local (el PAN ha gobernado el estado por espacio de dos administraciones) se verá el reto de mantener un territorio que ha resultado ser inhóspito a la oposición, y se opuso a las olas guindas, al menos en 2018 (parcialmente) y 2021. No así en 2024, cuando el instituto guinda, cosechó victorias más allá de lo que sus cálculos iniciales hubiesen podido plantearse.
Lo que sí queda claro es que 2027 no será como los procesos anteriores. Si, hasta 2021, pudo usarse la figura de la diferencia, así como la aversión del electorado local a un eventual gobierno; para 2024 pudo verse que esa idea no resultó del todo efectiva. Tanto así, que la coalición guinda pudo vencer en sitios donde antes no lo había logrado, así como reunir más ayuntamientos leales a la causa de la 4T. De igual manera, la correlación de fuerzas en el congreso estatal, que había sido favorable al blanquiazul y aliados durante la primera parte de la gestión de Maru Campos, sufrió un importante desbalance; pues el número de escaños ocupados por Morena y aliados creció de manera exponencial, y la relación de fuerzas en el parlamento estatal, ha llegado a estar en una proporción de 50/50.
Al mismo tiempo, la mayoría de los legisladores federales que vencieron en los comicios de 2024, llegaron al Congreso de la Unión representando a la 4T, aportando, los mismos, incluso los senadores del estado. En tanto, el blanquiazul no logró siquiera una victoria, a pesar de haber catapultado para dicha posición a Mario Vázquez y Daniela Álvarez (el primero llegó al senado por la figura de la primera minoría) quienes han sido dos personajes históricamente cercanos a la gobernadora María Eugenia Campos.
En el mismo tenor, el grupo gobernante estatal enfrenta dos retos colosales: por un lado la ruptura de la alianza opositora (que le había dado buenos réditos a nivel local) y por otro, el desgaste y el crecimiento de la oposición. Bajo esta tesitura, Chihuahua enfrentará, en 2027, un reto semejante al de Querétaro, entidad del Bajío, que, igual que nuestro estado, posee un panorama sociopolítico semejante, pues ha mantenido al blanquiazul durante dos sexenios en la gubernatura, aunque, luego de dicho lapso, comienza a notarse el desgaste (a pesar de los esfuerzos meritorios de Kuri y Campos).
En 2024, ambos territorios, bastiones del blanquiazul, pudieron reflejar sentidos signos del desgaste: en Querétaro, Morena ganó la mayoría del Congreso local (algo inusitado en la conservadora comarca queretana hasta hace algunos ayeres) aunque mantuvo los senadores de mayoría, vía la figura de Guadalupe Murguía y Agustín Dorantes.
En Chihuahua, las fuerzas congresistas se igualaron, pero Morena se llevó las senadurías de mayoría, así como una importante cantidad de legisladores federales y administraciones municipales. Lo que hasta hace unos años parecía una victoria inapelable se ha vuelto una carrera parejera, pues no sabemos como concluirá. De ahí que parezca que las elecciones de 2027 serán una especie de tango entre dos, bailado por dos varones: Marco Bonilla y Cruz Pérez Cuéllar. Aun es temprano para elaborar pronósticos, y, sin embargo, ésas parecen ser las señales de cara al proceso electoral venidero -al cual aún le faltan dos años para su arribo, no obstante lo adelantado de su inicio-. En fin, veremos cómo concluye la presente historia, pues ésta es, tan sólo, mi humilde opinión al respecto. Gracias por su lectura.
