Opinión

Abasto y empleo: la preocupación de Ciudad Juárez




marzo 11, 2025

Los gobiernos de México y Estados Unidos no pueden abordar la discusión arancelaria únicamente desde la óptica de sus intereses nacionales. Deben considerar los impactos locales, pues debilitar o desmantelar esquemas productivos que han tomado décadas en consolidarse podría provocar la desaparición de la zona fronteriza

Por José Mario Sánchez Soledad

El abasto

Desde 1848, cuando se estableció oficialmente la frontera con Estados Unidos, el abastecimiento de la población y la generación de empleos han sido preocupaciones constantes para los habitantes de la región fronteriza .

Históricamente, durante los siglos XIX y XX, las condiciones arancelarias y la logística han sido más competitivas del lado norteamericano, lo que ha permitido que los productos de consumo sean más accesibles. Aún hoy, los gobiernos y proveedores nacionales siguen sin comprender las dificultades que enfrentan las empresas mexicanas para abastecer la frontera. Entre los principales obstáculos se encuentran la lejanía y los altos costos de transporte, la falta de infraestructura adecuada para el almacenamiento de mercancías—como refrigeradores y bodegas—, la ausencia de centros de distribución, la inseguridad en las carreteras y la insuficiencia en la producción nacional para cubrir la demanda en todo el país.

Actualmente, el comercio y los supermercados de la frontera norte en México dependen en gran medida de la importación para satisfacer la demanda local. Por ello, históricamente se ha buscado garantizar el abasto tanto a nivel nacional desde Estados Unidos. Un ejemplo de este esfuerzo fue la lucha por los productos “Gancho” y el Programa Nacional Fronterizo (PRONAF), que subvencionaba el 50 por ciento del flete a los productores nacionales que abastecieran la frontera. Sin embargo, ni siquiera con este incentivo se logró una cobertura suficiente.

En el contexto actual de una posible guerra de aranceles, es crucial no debilitar ni retroceder en los avances logrados desde el Tratado de Libre Comercio (TLC). Si la imposición de aranceles resulta inevitable, al menos debería restablecerse plenamente la franja fronteriza con un régimen arancelario diferenciado del resto del país, lo que permitiría a las empresas comercializadoras de la frontera seguir operando con mayor competitividad.

Las autoridades de ambos países deben adoptar estrategias diferenciadas según las regiones, ya que la Frontera Norte enfrenta desafíos y necesidades distintas a las del resto del territorio.

La industria

El abastecimiento y la preservación del comercio local han sido siempre prioridades para la población fronteriza, razón por la cual, en su momento, se estableció la Zona Libre y, posteriormente, la Franja Fronteriza. Sin embargo, esta realidad comercial dificultó el desarrollo de la industria nacional en las ciudades de la Frontera Norte. En 1900, Espiridión Provencio, industrial juarense, criticaba los perímetros libres de consumo, argumentando que estos impedían el crecimiento industrial al dificultar la inserción de mercancías manufacturadas en la zona fronteriza dentro del mercado nacional. Como consecuencia, durante décadas la región dependió únicamente de la agricultura, el comercio, el turismo y los servicios.

El panorama cambió tras la Segunda Guerra Mundial, cuando, en la década de 1960, la cancelación del Programa Bracero dejó a decenas de miles de trabajadores mexicanos varados en la frontera. Ante la incapacidad de la región para generar empleos masivos y la falta de industria nacional, surgió un modelo innovador: la manufactura en tránsito, conocida inicialmente como Maquiladora. Este esquema evolucionó hasta convertirse en un complejo sistema de manufactura para la exportación, impulsado aún más por el TLC de 1994.

Hoy, la preocupación ante una guerra de aranceles radica en la posible desaparición de esta industria binacional, lo que significaría la pérdida masiva de empleos en una región donde es difícil desarrollar alternativas viables de empleo a gran escala.

Por ello, los gobiernos de México y Estados Unidos no pueden abordar la discusión arancelaria únicamente desde la óptica de sus intereses nacionales. Deben considerar los impactos locales, pues debilitar o desmantelar esquemas productivos que han tomado décadas en consolidarse podría provocar la desaparición de la zona fronteriza buffer que ha servido como punto de equilibrio entre dos países con enormes desigualdades.

A través del empleo y el abasto, la Franja Fronteriza ha contribuido a mantener cierta estabilidad.

Si bien se reconocen los desafíos relacionados con el narcotráfico y la migración, desmantelar la competitividad fronteriza solo agravaría los problemas. Es fundamental que las decisiones económicas y comerciales no destruyan los mecanismos que han permitido a esta región sostenerse y desarrollarse a lo largo del tiempo.

Es necesario recordar a nuestras autoridades locales, estatales y federales la importancia de considerar la realidad fronteriza en sus decisiones.

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José Mario Sánchez Soledad, empresario e historiador de Ciudad Juárez y consejero nacional de Coparmex.

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  1. Pingback: Supply and employment: Ciudad Juárez’s historical concern – La Verdad Juárez

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