Esta semana se suscitaron un par de hechos relacionados con la cuestión económica, la dimisión de Rogelio Ramírez, el transexenal Secretario de Hacienda; así como la unción de Mark Carney, como gobernador del Banco Central de Canadá… ambos tienen una estrecha relación con el ámbito financiero, siendo más académicos que políticos, pero su expertise ha podido sacar adelante a sus naciones
Por Hernán ochoa Tovar
Comienzo la presente colaboración con esta famosa frase del expresidente de los Estados Unidos, Bill Clinton -esgrimida al calor de su primera campaña presidencial-, debido a que, a inicios de la presente semana, se suscitaron un par de hechos relacionados con la cuestión económica y financiera: la dimisión de Rogelio Ramírez de la O, el transexenal Secretario de Hacienda; así como la unción de Mark Carney, quien de gobernador del Banco Central de Canadá (el equivalente al Banco de México de aquel país) como líder del sempiterno Partido Liberal y relevo del impopular Justin Trudeau. Saco esta frase a colación porque, como se podrá ver, ambos personajes tienen una estrecha relación con el ámbito financiero, siendo más académicos que políticos. Empero, su expertise ha podido sacar adelante a sus naciones, pudiéndose ver ello en los hechos que narraré a continuación.
Comenzaremos con la política del solar, es decir, nacional. Rogelio Ramírez de la O es un caso sui géneris dentro del mundillo de los economistas nacionales. En un tiempo en el cual muchos abjuraban del keynesianismo y nutrían las filas de la economía neoclásica [neoliberalismo], desde Pedro Aspe (en el salinismo), hasta José Antonio Meade (durante el sexenio de Enrique Peña Nieto); Ramírez de la O ha sido un personaje que ha mantenido sus ligas con el keynesianismo y con la izquierda. Sin ser necesariamente un político -pues sólo ha sido funcionario de primer nivel durante los gobiernos de la 4T-, Ramírez tuvo una buena relación con el PRD y, después, con Morena, llegando a ser miembro de ambos partidos, de acuerdo a su biografía (no obstante su talante más académico que partidario).
A pesar de sus históricas ligas con la izquierda mexicana, Ramírez no es un Axel Kicillof, el comunista exministro de finanzas de Cristina Fernández, hace aproximadamente una década. Esto porque, a pesar de su talante izquierdista, no es un sujeto recalcitrante, sino más bien moderado. Alguien que, a pesar de regirse por su marco ideológico, privilegia mayormente la razón y el profesionalismo. Quizá por eso se granjeó la amistad del expresidente Andrés Manuel López Obrador desde tiempos un tanto remotos (lo apoyó en su primera y segunda campaña), pues, a pesar de su retórica, es alguien que sabe muy bien guardar los equilibrios del sistema e interpretar sus signos. Alguien que supo encontrarle la cuadratura al círculo para que las arcas alcanzaran a garantizar los programas sociales gubernamentales, al tiempo que se guardaba el equilibrio fiscal. Si bien, no pudo cumplir a cabalidad aquel acertado mantra neoliberal del déficit cero (pues la deuda se incrementó durante el último año de gobierno de AMLO), aquel precepto ya había sido roto desde tiempos de Luis Videgaray, quien buscaba aceitar la maquinaria electoral disponiendo de los recursos nacionales. Empero, Ramírez de la O logró una cosa muy importante: a pesar del incremento del costo de la vida, pudo mantener apaciguada la inflación, así como el precio del dólar. Si la devaluación fue consustancial al paso de Videgaray por Hacienda, a Ramírez de la O le sucedió exactamente lo opuesto, pues hubo picos de incremento, mas no devaluaciones bruscas como las que se llegaron a producir al calor de las administraciones anteriores a la de AMLO.
Sin duda, creo que Ramírez de la O fue de los mejores funcionarios del gobierno pasado y del presente. Si otros miembros del gabinete contaminaban su actuar imbuidos por la grilla, Ramírez se avocó a su labor, como el profesional en la materia que es. De hecho, acumuló varios récords, pues, de los titulares de Hacienda modernos, fue de los que más duró en el cargo. Tan sólo el finado Carlos Urzúa duró tan sólo un semestre en el cargo (luego de renunciar abiertamente, por diferencias con AMLO), mientras su antecesor, Arturo Herrera, tan sólo aguantó un par de años y también salió del gabinete enzarzado en dilemas con el expresidente (pues se decía que iba al Banco de México, y al final, se quedó sin nada).
Ramírez, en tanto, entró como ese relevista incómodo y pudo acabar el sexenio exitosamente. A pesar de la veleidad, fue el único titular de Hacienda en el gobierno de López Obrador que no terminó distanciado del expresidente. Y no sólo eso, sino que fue el propio AMLO quien le pidió a la doctora Sheinbaum su ratificación. Ello fue bueno, pues, en estos cinco meses de sexenio claudista, el doctor Ramírez siguió actuando con el profesionalismo que lo caracteriza. Empero, no sé si el relevo esté a la altura del maestro, pues Ramírez de la O le está dejando la vara muy alta a su sucesor, Edgar Amador.
Y, si es cuestión de confesar, este sujeto me produce reacciones encontradas. Si bien tiene trayectoria financiera y académica, su paso por la Secretaría de Finanzas de la CdMx, durante la gestión del doctor Miguel Ángel Mancera (2012-2018) no dejó recuerdos muy gratos. Incluso, llegó a ser inhabilitado por la forma en la cual manejó los recursos del terremoto de 2017 ¡por la propia gestión de la doctora Sheinbaum como jefa de gobierno (2018-2023)¡
Empero, en un inexplicable giro de 180 grados, ahora Amador será el titular de Hacienda federal. Espero que la confianza otorgada por la presidenta brinde réditos, y no se esté dejando a la iglesia en manos de Lutero, o vaya a actuar como Gustavo Ponce (el tesorero del GDF durante la gestión de Andrés Manuel López Obrador, que terminó dimitiendo al ser videograbado apostando en Las Vegas). Quizás hubiera sido interesante que, en lugar de Amador -un académico y burócrata curtido en el viejo régimen- hubiese llegado a dicha posición Luz Elena González, actual titular de Energía y, quien, tuvo una buena gestión como Secretaria de Finanzas de la CDMX. Resulta paradójico que, en tiempos de empoderamiento de la mujer, se prefiera a burócratas desgastados en lugar de a mujeres profesionales, y la SHCP no haya podido dejar de ser un club de Toby, aun con el advenimiento de la 4T. Esperemos que Amador esté a la altura de la encomienda brindada y no sea un oportunista más que se cuela a la exquisita pirámide del presupuesto nacional. Veremos.
En cuanto al Canadá, me pareció vivir un dé ya vú con la nominación de Mark Carney. Pareciera que, el efecto Miguel de la Madrid se repitió en la nación canadiense 43 años después, pues el finado ex mandatario mexicano era más un hombre del mundo financiero que un político de a pie. Sin embargo, logró vencer por dos cuestiones: por el delicado contexto económico que acechaba a la nación, y porque tenía la estructura del viejo PRI detrás, pues De la Madrid no tenía el carisma para haber ganado una curul, o, siquiera, un pequeño ayuntamiento ¿Logrará Carney repetir la hazaña? Pudiera ser, pues, aunque no tiene experiencia política -a contrapelo de Trudeau, su predecesor, caído en desgracia- ni carisma, sí pudiera ser un antídoto en tiempos anti-Trump, pues Polievre, su adversario conservador, es una suerte de Donald Trump canadiense ¿Le alcanzará? Mientras tanto, los mercados dan su ¿acertado? Veredicto.
