Opinión

¿Cómo llegamos hasta aquí en materia de aranceles?




abril 4, 2025

Para comprender el panorama actual en materia de aranceles, es necesario adoptar una perspectiva de continuidad histórica y realizar un análisis que abarque tanto el contexto local como el global. Así se entenderá cómo las políticas arancelarias son utilizadas por los países no solo por cuestiones económicas nacionales, sino también por motivos estratégicos y de seguridad nacional

Por José Mario Sánchez Soledad

De la sobreproducción a la supremacía comercial

Desde el siglo XIX, la Revolución Industrial transformó profundamente la estructura económica de Estados Unidos. La mecanización del trabajo, el acceso a vastos recursos naturales y una creciente infraestructura impulsaron una rápida industrialización que colocó al país en una posición de liderazgo productivo. Esta capacidad generó un fenómeno de sobreproducción estructural: la industria estadounidense comenzó a fabricar más bienes de los que su mercado interno podía absorber. Ante esta realidad, Estados Unidos adoptó una estrategia de expansión comercial global, con el objetivo de abrir nuevos mercados que permitieran colocar su excedente industrial y sostener su crecimiento económico.

Esa búsqueda de apertura de mercados no solo respondió a una lógica de competitividad económica, sino que se transformó también en una herramienta de política exterior que posicionó a Estados Unidos como potencia dominante en el comercio internacional. La promoción del comercio se volvió inseparable de la seguridad nacional y de su supremacía económica.

México: de socio periférico a zona estratégica

Tras la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos intensificó su relación comercial con México, buscando abastecerse de materias primas y, al mismo tiempo, consolidar un mercado para sus productos industriales. Esta estrategia transformó la tradicional vinculación de México con Europa (Francia, Inglaterra y Alemania), posicionando a Washington como socio preferente.

Durante la década de 1930 y en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, esta alianza tuvo un objetivo geopolítico adicional: evitar que México cayera en la órbita del Eje. A través del comercio, Estados Unidos evitó que México fuera seducido por el Tercer Reich, reforzando la interdependencia económica para blindar su frontera sur.

La Guerra Fría: comercio como contención

En la Guerra Fría, Estados Unidos utilizó el comercio como una extensión de su estrategia de contención. Buscó formar una red de países aliados a través de la apertura comercial y la cooperación económica. La idea era simple: los países que comerciaban intensamente con Estados Unidos serían menos propensos a caer bajo la influencia soviética. Así, el comercio se consolidó como instrumento geopolítico.

En este tiempo el comercio sirvió para acercar países y alejarlos de los soviéticos, pero también el intercambio comercial fue durante décadas un instrumento de progreso, principalmente para occidente, generando la época más prolongada de prosperidad mundial.

GATT, OMC y el consenso global

En 1948 se firmó el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), cuyo espíritu fue profundizado en los años setenta. En 1995, este marco institucional evolucionó en la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), reflejando un nuevo consenso multilateral a favor del libre comercio. También durante esa década, organismos como la OCDE adquirieron mayor relevancia en la gobernanza económica global.

Desde el inicio del GATT, Estados Unidos mantuvo aranceles relativamente bajos en comparación con otros países, llegando a aplicar en general una tasa base del 2.5% bajo el principio de Nación Más Favorecida. Esto reforzó su discurso de liderazgo en el libre comercio.

México: del GATT al TLCAN

México ingresó al GATT en 1986, lo que marcó el inicio de su integración profunda al comercio internacional. Ocho años después, en 1994, se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), junto con Canadá y Estados Unidos. Este acuerdo estableció una agenda de desgravación progresiva de aranceles hacia el 0%, que se implementó en un periodo de 10 años, hasta 2004, para los productos que cumplieran con las reglas de origen.

En esta época se vivió el apogeo llamado globalización, proceso de creciente integración e interdependencia entre países en los ámbitos económico, político, social, cultural y tecnológico, que ha transformado al mundo en una “aldea global”.

El caso chino: dumping y subsidios

Desde los años setenta, China emprendió una estrategia económica sin precedentes, comenzando con su integración como plataforma de manufactura en tránsito y evolucionando hacia un modelo de autosuficiencia industrial y urbanización acelerada. Con metas de urbanizar a 20 millones de personas por año, China desarrolló industrias masivas en sectores como acero, cemento, petroquímica y materiales de construcción, lo que le permitió sostener ese proceso urbano e impulsar su capacidad exportadora.

Con el tiempo, China dejó de ser únicamente una plataforma de ensamblaje. A través de subsidios, desarrolló su propia cadena de proveeduría nacional y exportó productos con precios por debajo del costo internacional. Por otro lado, el error histórico de occidente fue admitir a China en la OMC, convirtiéndose en el parteaguas del comercio injusto global y la plataforma de despegue global para ese país de oriente.

Sin embargo, con el agotamiento del proceso de urbanización hacia la década de 2020 por falta de población a urbanizar, ya que para 2020 solo podrán hacerlo con 10 millones y para 2040 habrán terminado, China enfrenta un nuevo reto: qué hacer con su capacidad industrial sobredimensionada. La respuesta ha sido exportar agresivamente al mundo, con productos fabricados a bajo costo gracias a subsidios estatales. El objetivo no es maximizar ganancias, sino mantener empleos y estabilidad social.

Este modelo ha generado una práctica sistemática de dumping: exportar productos por debajo de su costo real, lo que ha provocado desindustrialización en múltiples países. Estados Unidos fue el primero en detectarlo, al observar la desaparición o debilitamiento de sectores como el automotriz, el mueblero, la electrónica y farmacéutica. También Canadá y México han comenzado a sufrir los efectos, con ciudades y regiones vulnerables frente al ingreso de productos subsidiados que compiten de forma desleal.

Ese dumping y la sobreproducción subsidiada de China han generado tensiones comerciales globales. Países como Estados Unidos y México deben tomar medidas para proteger sus industrias ya que en la actualidad solo se puede competir con China vía la imposición de aranceles, el endurecimiento de regulaciones y la vigilancia más estricta del cumplimiento de tratados, con el objetivo de frenar el ingreso de bienes a precios artificialmente bajos.

Trump y el quiebre del consenso

En 2018, Donald Trump inició una guerra arancelaria contra China, imponiendo altos aranceles a productos por cientos de miles de millones de dólares. El argumento: desequilibrios comerciales, subsidios ocultos y robo de propiedad intelectual. Esto rompió el consenso tradicional a favor del libre comercio.

El TMEC

El TLCAN fue reemplazado por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) que fue acordado el 30 de septiembre de 2018 en el marco de la cumbre de lideres G20 en Argentina y entro en vigor En 2020. Este endureció reglas de origen y condiciones sectoriales (como en la industria automotriz), atrayendo inversión extranjera de países como China, Corea y Taiwán, que buscaron acceder al mercado estadounidense a través de México.

En este periodo Mexico también amplió dramáticamente la importación de productos Chinos principalmente a través del comercio informal y por las cadenas de distribución digital.

Biden y la continuidad estratégica

El presidente Joe Biden, a pesar de un enfoque más diplomático, mantuvo intactos los aranceles contra China. La lógica de contención industrial y geopolítica prevaleció. Estados Unidos empezó a replantear sus cadenas de suministro y buscó diversificar su dependencia tecnológica.

La pandemia de COVID

La pandemia de COVID 19 aceleró el proceso de desglobalización al evidenciar la vulnerabilidad de las cadenas de suministro globales, particularmente por la dependencia excesiva de China. Al inicio, los confinamientos y restricciones paralizaron la producción y distribución internacional, generando una crisis logística sin precedentes: los puertos se saturaron, hubo escasez de contenedores y las largas distancias entre centros de producción y consumo se convirtieron en un obstáculo crítico. A esto se sumó el aumento sostenido de los costos de manufactura en China, lo que llevó a muchas empresas a replantear sus estrategias de localización. Finalmente, la situación escaló a una preocupación de seguridad nacional cuando Estados Unidos tomó conciencia de que no contaba con una sola fábrica de mascarillas K94 dentro de su territorio, lo que obligó a construir plantas de emergencia para asegurar el suministro ante futuras contingencias.

El Segundo mandato de Donald Trump, el Giro Nacionalista de Estados Unidos: Del Libre Comercio al Control Arancelario

Durante décadas, Estados Unidos promovió el libre comercio. Sin embargo, no queda duda que, bajo la segunda administración de Donald Trump, ese paradigma ha cambiado súbita y drásticamente, argumentando pérdida de empleos, competencia desleal y riesgos a la seguridad nacional. Estados Unidos ha adoptado una política comercial agresiva, basada en aranceles como herramienta de presión y defensa.

Supremacía Tecnológica: La preocupación clave para Estados Unidos es el avance tecnológico de China. El país asiático también ha superado a Estados Unidos en áreas críticas como generación eléctrica, inteligencia artificial, telecomunicaciones y drones. Esta pérdida de supremacía tecnológica ha intensificado gravemente la preocupación de Estados Unidos y es una de las razones de mayor peso para impulsar las políticas arancelarias para controlar el avance chino. Estas medidas buscan también frenar la influencia de China en el ámbito tecnológico y proteger los intereses estratégicos de Estados Unidos.

Emergencia nacional, IEEPA y el Día de la Liberación

En 2025 en relación con México, Estados Unidos elevó sus aranceles al 25%, a los productos fuera del TMEC o a sectores específicos como el acero y las partes automotrices. Esta medida fue impulsada por preocupaciones sobre la presencia China en México, el narcotráfico, la migración y la dependencia industrial. La administración Trump ha impuesto sanciones económicas, incluyendo a socios cercanos como México, como medio para alcanzar objetivos no necesariamente económicos (como la cooperación en temas fronterizos).

Trump ha intensificado su estrategia. El 2 de abril de 2025, proclamó el “Día de la Liberación” y declaró que las prácticas económicas internacionales creaban una emergencia nacional. Activó la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA) para imponer:

  • Un arancel base del 10% a todas las importaciones a partir del 5 de abril.
  • Aranceles recíprocos más altos a los países con mayores déficits comerciales a partir del 9 de abril.

Aunque México y Canadá quedaron temporalmente exentos del arancel universal por acuerdos vinculados al fentanilo y la migración, y la existencia del TMEC, productos como acero, aluminio, partes para vehículos y productos no conformes al T-MEC recibieron aranceles del 25%.

También se estableció que en caso de que acabe la emergencia por razones de avances y acuerdos en materia de narcotráfico y migración el impuesto general quedaría en el 12% para México, quedando pendientes posibles cambios durante la revisión del tratado.

México y su nuevo reto: reglas de origen y cumplimiento

México ha mantenido el trato preferencial bajo el T-MEC, pero ese acceso no es automático. Requiere cumplir estrictamente con las reglas de origen. El reto es serio: el 42% de las exportaciones mexicanas no cumple actualmente con dichas reglas.

Durante años, también hubo cierta laxitud en la elaboración de estudios de origen. Hoy, bajo el nuevo régimen, si se detecta un incumplimiento, se aplicarán sanciones que combinan el arancel base de Nación Favorecida del (2.5%) más el 25% adicional, es decir, un 27.5% total. Esto amenaza directamente la rentabilidad de muchas empresas exportadoras.

La industria en México necesita reorganizar sus cadenas de suministro, certificar procesos y profesionalizar la trazabilidad. La exigencia ha cambiado: lo que antes era técnico, ahora es estratégico.

Conclusión: reglas, soberanía y el nuevo orden

Los aranceles, que comenzaron como una herramienta de protección comercial, han evolucionado hacia un instrumento de soberanía económica, seguridad nacional y diplomacia estratégica.

En este nuevo contexto, el cumplimiento de las reglas de origen ya no es solo un requisito técnico, sino la única vía viable para conservar el acceso preferencial al mercado más grande del mundo. Esta condición comenzó a regir el 5 de abril de 2025, y seguirá vigente mientras no se renegocie o modifique el T-MEC.

Por la implementación de aranceles recíprocos a muchos países del mundo, México enfrenta un escenario menos riesgoso de que se cambien o se retiren líneas de producción o inversiones a otros países. Pero las reglas de origen invitan a producir con mayor seguridad dentro del territorio de EUA. Lo que esto significa es que ahora el principal competidor de México para la atracción de inversiones es EUA.

México se encuentra ante una oportunidad histórica para fortalecer su industria, pero también ante un desafío estructural. Si logra adaptarse, podrá consolidar su papel como socio estratégico de Norteamérica. Si no lo hace, enfrentará consecuencias económicas serias, en un entorno donde el comercio ya no es libre por defecto, sino condicionado al cumplimiento preciso de reglas que ahora son geopolíticamente decisivas.

México debe también aprender a cuidar sus intereses internos, pero ser justo con sus socios comerciales, quienes —como lo estamos observando— no están dispuestos a tolerar cargas o medidas no arancelarias que afecten la competitividad de sus productos. En este contexto, el Estado mexicano tendrá que apoyar la productividad nacional en lugar de buscar incrementar la recaudación mediante medidas fiscales injustas o la creación arbitraria de nuevos costos, pues ello solo agravaría el complejo panorama económico que ya se vislumbra.

Este artículo ha tenido como objetivo explicar los eventos relacionados con los aranceles. No busca juzgar si, económicamente, estas medidas serán benéficas o perjudiciales para Estados Unidos, la región o el mundo. No sabemos aún si se resistirán los impactos económicos. Ese es otro tema, que surge del trastocamiento agresivo del orden comercial existente y en un contexto donde la supremacía comercial estadounidense ha dejado de ser incuestionable.

A pesar de todos estos cambios y nuevos alineamientos globales, el futuro económico inmediato de México sigue estando atado, por motivos geográficos y de seguridad nacional, principalmente a su relación comercial con Estados Unidos. Ningún otro país ofrece la cercanía logística, los vínculos industriales existentes, la mano de obra de calidad, ni el nivel de integración económica que caracterizan a la región de América del Norte. Esta realidad impone tanto una responsabilidad como una oportunidad para el país.

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José Mario Sánchez Soledad, empresario e historiador de Ciudad Juárez y consejero nacional de Coparmex.

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