El agua no se gobierna, se cuida… La soberanía hídrica no se conquista con alianzas geopolíticas, sino con asambleas, con justicia hídrica, con restitución de saberes. En vez de importar el modelo israelí, quizás habría que exportar otras preguntas: ¿qué formas de relación con el agua resisten en nuestras comunidades?
Por Miguel A. Ramírez-López
El 28 de mayo de 2025, el gobierno del estado de Chihuahua y la embajada de Israel en México firmaron un memorándum de entendimiento que busca implementar soluciones tecnológicas israelíes para el manejo del agua.
Firmado como una promesa de salvación hídrica en un territorio árido, el acuerdo de cooperación entre el gobierno de Chihuahua y la embajada de Israel se presenta bajo la forma de una epifanía técnica. Tecnología de punta, riego inteligente, sensores de fugas, manejo eficiente del líquido vital: el léxico del convenio está repleto de palabras que, como escribe Michael Taussig, encarnan el “fetichismo del Estado” moderno, ese poder que se disfraza de magia administrativa y se instala sin ser cuestionado.
En tiempos de crisis hídrica, la sed no es solo física: también es política, simbólica, epistemológica. Y en esa sed, cualquier líquido prometido se convierte en milagro. Pero no hay milagros gratuitos. Como advertía Ivan Illich en La convivencialidad, toda técnica que no puede ser reapropiada por la comunidad se transforma en un monopolio del saber. Y cuando el agua es gobernada desde las embajadas y no desde los ejidos, lo que fluye no es el agua, sino el poder.
De la nube al subsuelo: atmósferas de dominación
Peter Sloterdijk, en su teoría de las atmósferas, nos recuerda que las formas de control ya no operan sobre el cuerpo individual, sino sobre el entorno vital: el aire, la temperatura, el oxígeno…, y el agua. El acuerdo con Israel no busca solo gestionar el recurso: busca rediseñar el clima político de la gestión. La imagen que proyecta —eficiencia, modernidad, conexión con una potencia tecnológica— instala una atmósfera de admiración donde es difícil formular preguntas incómodas.
¿Qué modelo de desarrollo se asume al importar tecnologías de un Estado cuya historia hidráulica está ligada al despojo de comunidades palestinas? ¿Qué sistemas de conocimiento se silencian cuando se impone una solución “de laboratorio” sobre los saberes campesinos del desierto chihuahuense?
Silvia Rivera Cusicanqui, desde su lectura de los saberes andinos, propone una ecología descolonizadora que restituya el lugar de los conocimientos locales y las prácticas comunitarias. Frente a eso, el acuerdo con Israel es una nueva forma de colonialismo epistémico: no llega con ejércitos, sino con drones, sensores y memorándums de entendimiento.
Lo que no fluye: ingeniería sin política
James C. Scott, en Seeing Like a State, advierte cómo los planes de “alto modernismo” tienden a fracasar cuando no consideran la inteligencia práctica de las comunidades. Grandes represas, plantaciones, redes de riego…, toda esa ingeniería del orden se desmorona cuando toca el suelo, los patios, los pozos que no están en el mapa. El agua no es sólo un dato: es un ritual, un acuerdo tácito, una red de afectos entre humanos y no humanos.
Chihuahua es un estado con múltiples conflictos hídricos: desde los enfrentamientos entre agricultores y la Guardia Nacional por el agua de La Boquilla, hasta la explotación intensiva de acuíferos por parte de la agroindustria exportadora. ¿Cómo puede un convenio internacional resolver lo que ni siquiera se debate públicamente a nivel local?
Este tipo de acuerdos traslada la política al terreno de la técnica. Ya no se discute qué modelo de desarrollo queremos, sino qué aparato es más eficiente. Paul Virilio llamaría a esto “dromología”: el gobierno por la velocidad. En lugar de pensar a largo plazo, se acelera todo: soluciones exprés, inversiones relámpago, cooperación inmediata. Pero cuando el agua se vuelve dromológica, también se vuelve volátil. Nada se enraíza.
La sed no se quita con logos
Lo más peligroso del acuerdo no es su contenido técnico, sino su aura. Israel aparece como una figura mesiánica que llega a salvar al desierto. La analogía no es accidental: la narrativa que lo envuelve es la del oasis, el milagro, la superioridad del ingeniero sobre el agricultor. En esta narrativa, como diría Taussig, se oculta el fetiche de la máquina, se venera el sistema de riego como antes se veneraban los ídolos.
Pero la sed, en Chihuahua, no se quita con logos. No se sacia con convenios firmados en salones oficiales ni con presentaciones en PowerPoint. Porque la sed aquí tiene nombres: Menonita, ralámuli, ejidatario, mujer que camina dos horas por agua. Tiene paisajes como pozos secos, norias robadas, presas vigiladas. Y tiene de enemigos a la agroindustria que cultiva nuez para exportar a China, las élites que acaparan permisos de explotación, los gobiernos que legislan sin consultar.
Agua, tiempo y soberanía
Frente al espejismo tecnocrático, habría que volver al tiempo lento del agua subterránea, al ciclo de las lluvias, a la conversación entre comunidades que comparten un mismo acuífero. El agua no se gobierna, se cuida. No se controla, se escucha. La soberanía hídrica no se conquista con alianzas geopolíticas, sino con asambleas, con justicia hídrica, con restitución de saberes.
En vez de importar el modelo israelí, quizás habría que exportar otras preguntas: ¿qué formas de relación con el agua resisten en nuestras comunidades? ¿Qué aprendemos de los antiguos canales, de los aljibes coloniales, de los rituales de petición de lluvia? ¿Cómo pensar una política del agua que no sea guerra ni espectáculo, sino casa y horizonte?
Porque al final, como decía Illich, toda herramienta que no pueda ser reapropiada es una prótesis del poder. Y el agua, si no es común, si no es compartida, se convierte en símbolo de lo que no fluye: una promesa que se seca en el aire.
F∴F∴ Finem Facimus
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Miguel A. Ramírez-López es escritor, ensayista, docente y reportero. Estudió Arqueología en la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México, en donde se especializó en temas de mitología, pensamiento mágico y religiones comparadas. Asimismo, trata temas de poder, cultura y sociedad en tiempos del capitalismo de vigilancia/aceleracionismo/antropoceno. Una de sus pasiones estriba en el aprendizaje de idiomas y la traducción literaria. Ha publicado los libros Cuando los adolescentes… Voces chihuahuenses sobre violencia, valores y esperanza por Umbral A.C. (2012) y HÜZÜN. Cuentos, relatos y garabatos por el Programa Editorial Chihuahua (2024).
