La Verdad Académica

Desde la UACJ se investiga fármaco en desarrollo para frenar las células del cáncer de mama

La doctora Mariana Grigoruta en el laboratorio del campus de ICB de la UACJ donde trabaja con un fármaco en investigación para tratamiento de cáncer de mama

La doctora Mariana Grigoruta, científica y docente de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, lidera un equipo de investigadores de Ciencias Biomédicas que trabaja con una sustancia que se encuentra en proceso de pruebas para determinar su potencial como medicamento en el tratamiento del cáncer de mama

Texto y fotografías: Anabel Rojas / La Verdad Académica*

Bajo el lente del microscopio, la imagen de una célula cancerosa, con bordes inflamados, revela un crecimiento anómalo de algo que se expande sin control. Esa pequeña unidad es el campo de batalla de la doctora Mariana Grigoruta, quien prueba un fármaco en fase de investigación para frenar el cáncer de mama del tipo triple negativo, el que tiene peor diagnóstico.

Sentada frente a su escritorio en el Instituto de Ciencias Biomédicas (ICB), Grigoruta – originaria de Rumanía–, es una mujer de rostro sereno y mirada atenta que explica los avances de la investigación que se realiza desde este campus de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).

En el Laboratorio de Células Mieloides y Fúngicas de ICB, ella y un equipo de investigadores prueban una sustancia, desarrollada en Rumanía, en células cancerosas del tipo MB231, de cáncer del tipo triple negativo y MCF7 del tipo hormonal positivo. Los primeros resultados son aún en fase celular, explica la científica, pero asegura que son prometedores porque el cáncer ha disminuido en crecimiento tumoral.

Ahora se deberá probar su efectividad en animales y, más adelante, en personas, explica Grigoruta, quien habla español con un marcado acento rumano.

La doctora Mariana Grigoruta en el laboratorio del campus de ICB de la UACJ donde trabaja con un fármaco en investigación para tratamiento de cáncer de mama

Durante un año y medio, la doctora ha trabajado con investigadores de la UACJ, los doctores Brenda Lizbeth Estrada Capetillo, Emmanuel Orta Zavala, Marbella Chávez Solano, Alejandra Vargas Caraveo y Alejandro Martínez Martínez, para determinar el potencial del fármaco como medicamento en el tratamiento del cáncer de mama. También cuenta con colaboradores internacionales, como el doctor Yong Qin, profesor adjunto de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP), en Estados Unidos, y el doctor Filip Fratev, cofundador y director científico de Micar21 Drug Discovery Factory, en Bulgaria.

El fármaco en investigación podría ser capaz de inhibir la migración de células cancerosas evitando la metástasis del cáncer de mama triple negativo, el más agresivo y para el cual aún no hay tratamientos que lo combatan con efectividad, explica en entrevista.

La metástasis es el proceso por el cual las células cancerosas se desprenden de un tumor primario, viajan por el cuerpo recorriendo los vasos sanguíneos, y se instalan en un nuevo sitio en el que se forma un nuevo tumor.

“Queremos bloquear estos receptores para que la célula cancerosa ya no migre, o sea, para inhibir la metástasis. En caso de cáncer de mama, la causa principal de muerte del paciente es la metástasis, porque en el cáncer de mama, la célula cancerosa migra desde la mama hacia otros sitios y afectan otros órganos”, expone la doctora Grigoruta.

Para Maricela Ordaz Carmona, una empleada de maquiladora de 53 años, quien fue diagnosticada hace un año con cáncer de mama y metástasis en un ganglio del brazo derecho, la existencia de un nuevo fármaco representaría un verdadero alivio. Recibir quimioterapia ha sido un proceso extremadamente difícil para ella, por lo que confía en que esta alternativa pueda marcar la diferencia.

“Se salvarán muchas vidas”, afirma con esperanza Maricela.

Se busca una calidad de vida de pacientes

Aunque este nuevo fármaco no supliría las quimioterapias, la doctora Grigoruta apunta que sería un coadyuvante; al evitar la metástasis, disminuye el número de sesiones de ese tratamiento, impactando directamente la calidad de vida de los pacientes. Además, de aumentar las esperanzas de sobrevivencia.

El cáncer de mama es una enfermedad que se presenta cuando algunas células de la mama están alteradas y se multiplican de manera descontrolada formando tumoraciones, afectando principalmente a mujeres.

Entre los tipos de cáncer que padecen las mujeres, el de mama es el más común, revelan datos de la Secretaría de Salud. Además, a nivel mundial es la segunda causa de muerte, de acuerdo con el Centro Nacional de Equidad de Género, Salud Sexual y Reproductiva.

En México, en los primeros nueve meses del año pasado, el cáncer de mama cobró la vida de 8 mil 34 mujeres, es decir, el 9 por ciento de las defunciones nacionales, así lo indicó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en su última entrega de las Estadísticas de Defunciones Registradas (EDR).

Mientras que, en 2023, el estado de Chihuahua se posicionó como la segunda entidad con mayor tasa de muertes por cáncer de mama a nivel nacional, con 25.2 defunciones por cada 100 mil personas, una cifra que supera significativamente el promedio nacional de 17.9, de acuerdo con datos del INEGI.

La doctora Grigoruta explica que existen varios tipos de cáncer de mama y que el triple negativo es el que “tiene un peor diagnóstico, porque no hay terapia eficiente. Es un tipo de cáncer que hace metástasis muy rápido, y representa el 20 por ciento de los casos (de cáncer)”.

Dice que su fármaco “se usaría cuando hay metástasis o como adyuvante en caso de, por ejemplo, darle quimioterapia”.  

“Nuestro fármaco es para inhibir la metástasis, podríamos, además de quimioterapia, darle nuestro fármaco para inhibir, bueno, o disminuir el riesgo de metástasis”, agrega.

Los tipos de cáncer de mama se clasifican según las células donde se originan y si se han diseminado. Los más comunes son el carcinoma ductal invasivo, que se origina en los conductos, y el carcinoma lobulillar invasivo, que se origina en los lóbulos. Otros tipos incluyen el carcinoma ductal in situ (no invasivo) y el cáncer de mama inflamatorio, de acuerdo con la Sociedad Americana de Cáncer.

“Damos pasos pequeños, pero seguros”

En una incubadora programada con una temperatura de 37 grados centígrados y una concentración de CO2 al 5 por ciento se guardan frascos especiales con cultivos celulares que se están utilizando para los estudios. El ambiente es necesario para mantener con vida las células con cáncer de mama.

El espacio en el cuarto de cultivo celular es reducido, no supera los diez metros cuadrados, sin embargo, la doctora reconoce que es suficiente para realizar esta fase de la investigación.

Comenta que el desarrollo de fármacos es un camino largo, para el que se requiere financiamiento.

El año pasado se dio inicio formalmente la investigación, luego que se obtuvo el financiamiento por parte del Gobierno Federal por medio de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti), anteriormente conocida como CONAHCYT.

Para financiar este proyecto, Grigoruta participó en 2023 en la convocatoria Ciencia Básica y de Frontera. Su propuesta titulada Evaluación de un inhibidor farmacológico de receptores de quimiocinas para el tratamiento del cáncer de mama, resultó ganadora y obtuvo un financiamiento de un millón quinientos mil pesos, que cubrirá los primeros tres años de investigación.

“Necesitamos dinero, más dinero para la investigación. Que es un problema que, pues, siempre falta dinero. Pero ahí vamos, ahorita tengo financiamiento”, comenta con franqueza.

Sobre la cantidad de recursos económicos que se requieren, responde que por ahora es difícil estimar, porque la investigación puede llevarse unos 10 años y eso dependerá de los resultados obtenidos.

“Estamos apenas al inicio, iniciamos con ensayos in vitro, in vivo, en ratones y luego, pues, sería aplicarlo en humanos, ¿no? Y allá en los estudios clínicos hay fases 1, 2 y 3 hasta que pueda ser aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés). O sea, no quiero promover, ah, no, pues en tres años vamos a tener la cura de cáncer, ¿no? No es así, no es tan fácil”, cuenta Grigoruta.

No obstante, reconoce que en esta primera fase del estudio –en cultivo celular– los resultados han sido positivos, por lo que ya está preparando la segunda etapa en la que se estarán realizando estudios in vivo en ratones.

“Yo planeo apurarme”, dice la doctora al contar emocionada que hace unos días probaron con otro fármaco que es posible que tenga más afinidad para más receptores de quimiocinas.

Las citocinas, explica la doctora, son proteínas muy pequeñas que son utilizadas por las células para comunicarse entre sí. Esta comunicación se da mediante receptores que reciben el mensaje de que las células deben migrar o multiplicarse, principalmente las del sistema inmune, que se movilizan cuando el mensaje es que existe alguna bacteria o virus puede estar dañando el cuerpo.

En la actualidad existen fármacos que inhiben un receptor, pero el cáncer tiene varios receptores, por lo que no es viable utilizarlos para combatir este padecimiento, explica.

“Sí hay algunos fármacos, pero lo que hacen es que solo inhiben un solo receptor, nuestro fármaco inhibe varios receptores”, explica la doctora Grigoruta.

Añade que son tres los fármacos existentes, aprobados por la FDA, que inhiben los receptores de citocinas, pero estos solo están indicados, por ejemplo, para el COVID-19 o el VIH, enfermedades con procesos inflamatorios que tienen un tipo de receptor; sin embargo, el cáncer tiene varios receptores, por lo tanto, ninguno está indicado para cáncer de mama. Al inhibir un receptor, los medicamentos actuales, activan los otros receptores.

La novedad del fármaco que trabaja, agrega, “es que tiene afinidad para varios receptores y es una molécula nueva y la estamos probando en células en cultivo celular y ahorita al siguiente semestre vamos a empezar con modelos in vivo”.

La decisión de comenzar con el cáncer de mama fue motivada porque este tipo es el que más padecen las mujeres. Sin embargo, se planea estudiar la efectividad del nuevo medicamento que desarrollan en otros tipos de cáncer, donde se tiene un proceso inflamatorio.    

La doctora Grigoruta destina alrededor de 15 horas semanales a la investigación del nuevo fármaco, labor que compagina con su trabajo como docente. Imparte las asignaturas de Histopatología e Inmunología Médica en la licenciatura de Médico Cirujano en ICB, y suele dedicar las mañanas a su labor investigativa antes de ingresar a clases en la UACJ.

Originaria de Rumanía, Grigoruta se formó como médico general en la Universidad Ovidius de Constanza. En 2013 llegó a México, donde cursó la maestría en Ciencias con orientación en Genómica (2015) y posteriormente el doctorado en Ciencias Químico-Biológicas en el ICB, bajo la dirección del doctor Alejandro Martínez Martínez, titulación que obtuvo en 2020. Durante este periodo, también se desempeñó como docente por honorarios en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.

Más tarde, realizó un postdoctorado en UTEP, donde colaboró con el doctor Yong Qin y se adentró en el estudio del cáncer, campo que desde entonces ha sido su principal línea de investigación científica. Hace dos años regresó a México y actualmente se desempeña como profesora e investigadora de tiempo completo en el Departamento de Ciencias de la Salud.

Además, mantiene una segunda línea de investigación en inmunología del estrés, disciplina por la que siente una profunda pasión. Tanto su tesis de maestría como la de doctorado estuvieron centradas en esta área. “El sistema inmunológico me fascina”, afirma.

Aunque el proyecto ya cuenta con financiamiento inicial, aún queda un largo camino para que el fármaco llegue a las pacientes. Pese a los retos, la doctora Grigoruta se muestra optimista.

“Hay mucho trabajo, pero poco a poco, si estamos dando pasos pequeños y seguros”, concluye.

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*La Verdad Académica, una sección con contenido patrocinado de La Verdad Juárez que busca acercar el conocimiento académico a nuestra comunidad


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