Ser candidato independiente al cargo de gobernador es una aventura destinada al fracaso electoral. Y no porque no cuenten con el respaldo ciudadano suficiente, sino por la excesiva inequidad electoral establecida en la Ley Electoral y por los criterios adoptados por los tribunales electorales para inhibir las candidaturas ciudadanas
Gerardo Cortinas Murra
En la reciente historia política de Chihuahua, el cargo público previo que ocuparon los últimos cuatro gobernadores fue el de legislador federal; sin embargo, para los comicios locales del 2021 los ‘suspirantes’ con más probabilidades de un triunfo electoral, no son ni senadores ni diputados federales.
Recordemos los precedentes legislativos de los cuatro últimos gobernadores: 1. Patricio Martínez, en 1997 fue diputado federal; 2. José Reyes Baeza, en el 2003 fue diputado federal; 3. César Duarte, en el 2006 fue diputado federal; y 4. Javier Corral, en el 2012, fue Senador de la República.
Hoy en día, las preferencias electorales al cargo de gobernador giran alrededor de tres personajes no por su experiencia legislativa previa; sino más bien, por ser servidores públicos municipales (Presidentes Municipales).
Los tres ediles que ‘suspiran’ para ser candidatos a la gubernatura del Estado, tienen un común denominador: los tres han sido reelectos al cargo de Presidente Municipal.
Sin embargo, existe la certeza de que ninguno de ellos habrá de postularse como candidato independiente. Maru Campos, es la candidata natural del PAN; Alfredo ‘El Caballo’ Lozoya, iría con Movimiento Ciudadano; y Armando Cabada, sigue a la espera de que lo postule uno de los nuevos partidos políticos.
Me queda claro que ser candidato independiente al cargo de gobernador es una aventura destinada al fracaso electoral. Y no lo digo porque no cuenten con el respaldo ciudadano suficiente, sino por la excesiva inequidad electoral establecida en la Ley Electoral y por los criterios adoptados por los tribunales electorales con el único propósito de inhibir –dolosamente– las candidaturas ciudadanas.
Por ello, resulta oportuno recordar la experiencia político-electoral del 2018: el ‘tsunami’ moreno arrasó con todas las demás opciones electorales, incluida la de los candidatos independientes; con excepción de los candidatos con considerables recursos financieros (Armando y Alfredo).
De manera sorpresiva, Morena obtuvo el triunfo electoral en la mayoría de las elecciones en todo el país. En varios Estados de la República, logró la mayoría parlamentaria en las Legislaturas locales. Y en el Congreso de la Unión, con los partidos coaligados, tiene la mayoría simple. Y lo más destacado: obtuvo el triunfo electoral en la disputa por la gubernatura en cinco entidades federativas.
En el caso del Municipio de Juárez, las posibilidades de que surja una planilla independiente son mínimas, ya que resulta casi imposible obtener el triunfo electoral con motivo de la escasa aceptación ciudadana del actual edil fronterizo.
En el 2018, el proyecto político de Armando Cabada también sufrió el embate del ‘tsunami’ moreno. Y si bien es cierto que logró retener la Presidencia Municipal, ninguno de los candidatos independientes a diputados locales –de su grupo político– obtuvo el triunfo electoral.
En cambio, Alfredo Lozoya ha logrado una inusitada proyección mediática a nivel nacional, que le ha permitido ubicarse como uno de los ediles más destacados en el país.
Además, logró colocar a un diputado local de su entera confianza como presidente estatal de Movimiento Ciudadano; lo cual, le permite coquetear con una postulación por este partido político nacional.
Ahora bien, no debemos olvidar el contexto electoral en nuestro país: la precaria cultura política de los mexicanos. Y que, a pesar de ello, el electorado chihuahuense hizo posible las tres transiciones político-electorales que ha experimentado nuestro Estado: el triunfo electoral de Francisco Barrio en el año 1992; el de Patricio Martínez en el año 1998; y el de Javier Corral en el 2016.
Hay quienes afirman –cuando ni siquiera se visualiza un candidato que pudiera tener el carisma suficiente para tal proeza política – que en el 2021 habrá otra transición electoral en Chihuahua, inclusive, con cualquiera que sea el candidato de Morena. Esto, sin importar el constante desprestigio de Morena a nivel nacional como consecuencia de la notoria y evidente ineptitud de los actuales funcionarios públicos, federales y locales. ¿Será…?
Por otra parte, debemos estar atentos del rol que asuma –a través de las redes sociales– la sociedad chihuahuense en los próximos meses; el cual puede incidir, en la percepción –fiel o distorsionada– de los políticos que, de manera prematura, dan por hecho que su nombre aparecerá en las boletas electorales.
Así las cosas, avizoro que en el 2021, habrá una escasa participación electoral por parte de candidatos independientes. Y en la mayoría de los casos, rotundos fracasos electorales.
Más aún, cuando los diputados locales quieren reformar la Constitución del Estado y la Ley Electoral a su antojo y conveniencia política; excepto, claro está, en lo relativo a erradicar la inequidad en la contienda electoral en perjuicio de los candidatos independientes. Por ser, precisamente, los candidatos sin apoyo partidista –pero con amplio y genuino respaldo social- sus contendientes invencibles.
Como decía mi abuelito: “Pendejos no son…”