Hinchazón de manos y pies, dolor de testículos, caída de cabello, arritmias, taquicardia y pérdida de energía son algunos síntomas que pacientes de COVID-19 han vivido por más de un mes. Estudios médicos señalan que en uno de cada 10 casos los síntomas pueden extenderse en el tiempo. Pero aún es pronto para tener certeza: especialistas en Reino Unido dicen que la enfermedad le lleva delantera al sistema de salud
Texto: Georgina Jiménez / Pie de Página
Fotos. Olga Valeria Hernández
Desde que la epidemia de coronavirus empezó en México, las autoridades sanitarias han considerado dos escenarios para la evolución de la enfermedad: o tienes síntomas leves y te recuperas en 14 días o te agravas y necesitas ser atendido en un hospital.
Estos escenarios no consideran a un grupo reducido de personas que experimenta síntomas por mucho más tiempo. Estas personas no califican como personas graves, ya que nunca fueron internadas, pero sí tienen síntomas que pueden durar meses y ser incapacitantes.
Andrés, Norma y Lorena son tres personas que tuvieron COVID-19 y que han vivido síntomas no comunes de la enfermedad, como cansancio, dolor en el pecho, alucinaciones, hinchazón de manos y pies, dolor de testículos, caída de cabello, arritmias, taquicardia, pérdida de energía por tiempos que superan el mes.
Andrés, Lorena y Norma coinciden en que los síntomas van y vienen, en que la recuperación es como una montaña rusa en la que por momentos crees que ya saliste, pero luego vuelves a sentirte mal.
“De repente te empiezas a sentir bien, hay días que dices a fuerza ya estoy saliendo de esta porquería y luego de tres días te tumba. En estos tres meses, no ha habido un solo día en el que me sienta de verdad bien”, dice Andrés.
Lorena dice lo mismo: “Ayer me sentía muy bien y hoy de nuevo me siento mal. Me duele mi espalda y mis pulmones, y luego siento que me mareo, como que me falta el aire pero mi saturación de oxígeno dicen que está bien. Ya estoy muy desesperada. A veces me siento tan mal que me dan ganas de irme a urgencias y pedir que me revisen porque no sé qué tengo”.
“No sabes qué está pasando con tu cuerpo”
Andrés tiene 37 años, es originario de la Ciudad de México y vive con su mamá y su hermano. Durante varios años se dedicó a la música, pero hace cinco empezó a trabajar en una tienda de bicicletas, donde se contagió de COVID-19.
“El taller de bicicletas nos dejaron tenerlo como servicio esencial y estuvimos recibiendo clientes. La verdad es que empezamos a limitar el acceso, con los cubrebocas y el gel, pero no era como ahora. Apenas estaba empezando todo y por eso cuando uno de nosotros empezó a sentirse mal no creímos que fuera COVID.”
Andrés me comparte su testimonio en julio, más de tres meses después de que empezaran sus síntomas, el 8 de abril. A la fecha le han hecho tres pruebas de COVID, la última fue 71 días después de que empezaran sus síntomas; todas han salido positivas.
“En la noche sentí escalofríos. Ahí fue cuando empezó mi calvario porque ha sido una montaña rusa de cosas rarísimas. Es una enfermedad que cuando te da no sabes qué está pasando, pero conoces tu cuerpo y sabes que no es normal, que no es una gripa normal”.
Andrés ha experimentado muchos de los síntomas más conocidos de COVID-19: fiebre, cuerpo cortado, cansancio, falta de aire, dolor de cabeza, pero también otros de los que se escucha poco: alucinaciones, confusión mental, hinchazón en las manos y en los pies, dolor de testículos, caída del cabello.
Norma, médico de 37 años originaria de la ciudad de Puebla, pasó por algo similar. Ella empezó con síntomas de COVID-19 el 15 de junio, más de un mes antes de nuestra conversación. A diferencia de Andrés, ella no se hizo ningúna prueba. El médico internista que la está tratando le dijo que tenía todos los síntomas, que había muchos falsos negativos, y que independientemente del resultado la iba a tratar como un caso de COVID, por lo que no tenía sentido.
Al principio tuvo síntomas que creyó que eran gripa, pero tres días después perdió por completo el sentido del olfato, y siendo médico se dio cuenta de que lo que tenía no era gripa. Se le sumaron otros síntomas comunes de COVID-19 como cansancio y falta de aire, pero, a diferencia de la mayoría de las personas, tiene secuelas que han durado más de un mes.
“El médico que nos está tratando nos comentó que entre el día 10 y el 14 era más peligroso, pero después de eso nos sentimos mucho mejor. Desde ahí hemos tenido los síntomas extraños. Yo empecé con hipertensión, taquicardia, mi mamá igual con arritmias y nos sacamos mucho de onda. Mi mamá tuvo arritmias y dolor en el pecho. Mucho dolor en el pecho, incluso después de la enfermedad”.
Norma ya volvió a trabajar, pero no está totalemtente recuperada.
“Tratamos de estar al 100 por ciento, pero a ratitos vemos que no. No te miento, yo me tengo que acostar un ratito en el día o tratar de comer cosas dulces para tratar de ganar esa energía que yo sentía que tenía y no tengo ahora. Siento que envejecí. Mi mamá está viviendo fatiga crónica, se baña y literal se tiene que acostar a dormir un ratito. Se fatiga demasiado, pero no porque le falte la respiración. Es como si tu energía, como si tus ganas de hacer las cosas no existieran”.
En la Ciudad de México, Lorena ha vivido algo similar. Ella empezó con síntomas el 26 de abril.
“Ese día perdí el olfato, empecé con retortijones en el estómago y tenía que salir corriendo al baño. Mi suegro es médico y me trató como un cuadro de sinusitis, pero yo me seguía sintiendo mal. Terminé el tratamiento de antibiótico e iniciamos otro, y yo me seguía sintiendo mal”.
Como no mejoraba, Lorena fue al Centro de Salud donde le pidieron una placa de tórax y le dijeron que seguramente había tenido COVID-19. Ella no se hizo la prueba hasta entonces. Con Lorena hablé más de dos meses después del inicio de sus síntomas, pero aún no se había recuperado por completo.
“El dolor de espalda es insoportable y viene a ratitos. Hay días que me siento superbien y días que me siento supermal como que de repente empiezo a sudar frío y me duele mi espalda”.
Nadie les cree
Al tener síntomas por tanto tiempo, se han encontrado con que muchos doctores o sus mismos familiares no les creen.
A Andrés, por ejemplo, los médicos le dijeron que eso era otra cosa, que podía ser el mismo estrés, la ansiedad (consecuencia de haber tenido COVID-19) o que tenía otra enfermedad. “Cuando los médicos te dicen que lo que tienes es estrés, tú les crees. Dices, pues sí, he estado muy nervioso, es que estoy muy estresado, pero los síntomas no se te quitan”.
Al ver que no mejoraba, a Lorena su suegro le dijo que tenía ansiedad e incluso le recetó ansiolíticos y complejo b, pero no mejoró. Nadie en su familia se contagió y, al ser su suegro médico, él ha insistido en que ella ya no tiene nada.
“Para mí ha sido horrible porque la verdad me he dado cuenta que ni con mi esposo cuento. Yo tengo servicio médico del ISSSTTE y tengo gastos médicos mayores por parte de él, pero me escondió la tarjeta de porque como dice su papá que yo ya no tengo nada, dice que estoy loca”.
Incluso si su familia les cree, a veces no saben cómo ayudarlos. “Mi novia se preocupa, pero a veces ella misma me dice no sé qué decirte, ni como ayudarte, ¿qué hacemos?, ¿intentamos que te internen? Al principio todos tus amigos te hablan de ¿como estás? ¿como te sientes?. Después tú mismo los alejas porque te da pena. Te hablaron hace quince días y les dijiste que tenías dolor de ojos, de cabeza, y te vuelven a hablar y hasta pena te da decirles que tienes lo mismo”, comenta Andrés.
Ante la incertidumbre y la desesperación, han surgido grupos de Facebook donde la gente comparte sus testimonios y síntomas. Algunos de estos grupos están enfocados en gente con síntomas “persistentes” de COVID-19, en gente que tiene síntomas por más tiempo del normal.
Para Andrés han sido una fuente de tranquilidad y empatía “Cuando encontré los grupos empecé a descubrir que muchos de mis síntomas nos estaban pasando a muchos. De pronto alguien ponía un síntoma y todos decían sí a mí también me pasó, pero eso creí que no era COVID. Esos grupos me han ayudado mucho porque te das cuenta que no estás solo, que hay mucha gente que está pasando por lo mismo”.
A Norma los grupos le ayudaron, pero ya se salió porque decidió, con su mamá, que ya no quería seguir leyendo sobre esto.
“Decidimos que no nos íbamos a hundir en estudios y en más estudios y en nuevas pruebas. Le dije vamos a acabar desgastadas en lo mental, en lo físico, en lo económico. Vamos a ir afrontando un día a la vez. Decidimos sobrellevarlo así y es lo que estamos haciendo ahora. Con un poco de paciencia, dándonos terapia entre las dos de “échale ganas, mamá” y ella igual. Hoy fue un día malo, mañana será un día mucho mejor.”
Lo que dicen los expertos
Un estudio reciente de Kings College en Londres reveló que alrededor del 10 por ciento de los pacientes que contraen la enfermedad desarrollan síntomas de largo plazo.
Frances Williams es investigadora de epidemiología genética ahí y trabaja en el COVID Symptom Study, una aplicación web donde la gente registra sus síntomas.
Cuando hablé con ella, Williams me dijo no han encontrado patrones que predigan que la enfermedad va a evolucionar así y que lo más común es la “fatiga post viral”, como la de Norma y su mamá.
Para Williams parte del problema es que los doctores no están entrenados para reaccionar a la fatiga post viral y no saben qué hacer cuando se presenta. Ella enfatizó que no es que la infección siga, ya que las complicaciones de COVID19 se deben a la reacción del sistema inmune al virus y no al virus en sí.
En este mismo sentido, el doctor mexicano Olivo Iglesias, médico general que ha visto más de 100 casos de COVID, indica que la infección puede ya haber terminado y. que tener una prueba PCR positiva no significa que sigas enfermo.
Iglesias lo explica así:
“La prueba no detecta enfermedad, la prueba detecta presencia de virus en el cuerpo, y eso no quiere decir enfermedad. Hay personas que son portadoras de VIH sin tener SIDA. Hay personas portadoras de VPH sin tener una infección del VPH. El positivo simplemente significa que hay rastros de material genético en el cuerpo de la persona.”
“Para saber si la infección está activa, lo útil no son las pruebas PCR, sino las de anticuerpos. Los anticuerpos son la respuesta inmune primaria, más básica de tu cuerpo de combatir algo nuevo. Hay muchos tipos de inmunoglobinas, como los llamamos. Las más importantes dentro del contexto de una infección nueva son las inmunoglobinas tipo M, G-M, G y GG Las inmunoglobinas tipo M son las que se producen de respuesta efectiva rápida. Es el cuerpo de granaderos. Mientras una persona tenga títulos elevados de estos anticuerpos contra el virus SARSCOV2 quiere decir que en ese momento su cuerpo se está dando en la madre con la infección, y eso habla de infección activa. Más o menos a los 14 días esas bajan y empiezan a subir las tipo G y GG, esas ya son los granaderos glorificados, los anticuerpos de largo plazo. Cuando una persona tiene este tipo elevado y ya no los del otro tipo, quiere decir que la parte de la infección aguda ya concluyó. Todo lo que le hizo el virus a los tejidos son las secuelas. Entonces si dañó el pulmón, pues esa persona va a tener eso hasta que se recupere”.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.