Estamos enfermando la tierra de Chihuahua… No nos extrañemos si luego la tierra de Chihuahua por defenderse nos enferma.
Por Víctor M. Quintana S.
En menos de un año la pandemia de COVID-19 resultó más letal que los peores años de violencia en Chihuahua: al 4 de marzo había matado a 5 mil 352 personas. En doce meses se han contagiado 55 mil 86 personas en toda la entidad.
Pero, al paso que vamos no será la única enfermedad que nos afectará a las y los chihuahuenses. Porque la tierra está enferma y nos enferma a los humanos. Esto lo señala con gran clarividencia el teólogo brasileiro Leonardo Boff en un artículo titulado: Enfermamos la tierra y la tierra nos enferma.
Para el teólogo y pensador-activista brasileiro el COVID-19 es un virus que se transmitió a los humanos como resultado de la devastación de especies animales y vegetales que eran sus huéspedes iniciales. Y este proceso continuará si continuamos la dinámica de devastación que está generando, además del calentamiento global, la fiebre, síndrome de la enfermedad crónica de una tierra saqueada, una serie de nuevas enfermedades.
Estas enfermedades se producen porque hemos rebasado ya varias fronteras planetarias que amenazan la vida en todas sus formas: las fronteras del agua, de los bosques, de los suelos, de las especies animales y vegetales.
Chihuahua es uno de los estados del país donde esta devastación ha cobrado más fuerza: nuestros bosques se disminuyen en razón de 31 mil hectáreas anuales, cuando menos, sin contar toda la tala clandestina perpetrada por el crimen organizado.
Más de la mitad de los 63 mantos acuíferos del estado están sobreexplotados porque se les extrae más agua de la que pueden cargar cada año. El agua superficial y subterránea sufre por diversas fuentes de contaminación: el uso intensivo de agroquímicos en la agricultura, el no tratamiento de aguas negras, las descargas de las mineras que operan en diversas partes del estado.
El sobrepastoreo y el cambio de uso de suelo han hecho que los pastizales que en 1978 cubrían el 24 por ciento de territorio chihuahuense, ahora sólo cubran el 13 por ciento. La erosión afecta una tercera parte de los suelos del estado y junto con Oaxaca y Sonora somos los tres estados de la República más afectados por la desertificación. Además, los agroquímicos afectan cada vez un mayor número de hectáreas en las zonas agrícolas.
El aire puro en el estado de Chihuahua se hace más y más escaso, sobre todo en las principales ciudades del estado. La principal fuente no es tanto la industria, sino un parque vehicular en continuo crecimiento, envejecido por las importaciones de los vehículos “chocolates”.
Se habla mucho del crecimiento económico del estado, de la expansión y mayor productividad de la agricultura, de la llegada de nuevas empresas mineras, del crecimiento de nuestras ciudades. Pero muy poco se toma en cuenta que ya traspasamos la frontera de la sustentabilidad y que nos estamos acabando el agua, los bosques, los pastizales, el suelo y el aire de que vivimos.
Estamos enfermando la tierra de Chihuahua, parafraseando a Leonardo Boff. No nos extrañemos si luego la tierra de Chihuahua por defenderse nos enferma.