La violencia feminicida en el Estado de México rara vez se visualiza dentro las demarcaciones que no tienen alertas declaradas, con poblaciones pequeñas, pero que están dentro de la zona metropolitana y sostienen dinámicas sociales semi rurales. Por eso este #25N, las habitantes del suroriente de la entidad optaron por realizar la “Primera jornada de mujeres y familiares que luchan desde la periferia”
Celia Guerrero
Twitter: @celiawarrior
Un domingo, en la plaza central de Amecameca, municipio mexiquense a las faldas de los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, integrantes de pequeñas pero diversas colectivas feministas y de mujeres se unen para una protesta que desentona con el ambiente familiar y turístico de quienes asisten al mercado, a la iglesia o a pasear.
Son alrededor de 40 mujeres que pertenecen a varios grupos y este domingo, 28 de noviembre de 2021, se funden en una red para dar a conocer los casos de desaparecidas y asesinadas en sus comunidades del Estado de México, donde los reflectores no suelen apuntar.
Eligieron el municipio de Amecameca porque es un punto medio para las integrantes de las colectivas de esta zona del estado, que asisten desde Chimalhuacán, La Paz, Ixtapaluca, Chalco, Cocotitlán, Ecatzingo, Atlautla, Tepetlixpa.
“Lo que queríamos era que sonara y se visibilizara en la zona sur-oriente del Estado de México. ¿Por qué? Porque es una zona muy alejada, en la cual no se habla de los feminicidios y del machismo que se vive día a día. La sociedad se limita y prohíbe hablar de estos temas”, dice Briseida Hernández, originaria de Atlautla, integrante de la colectiva Brujas de los Volcanes.
Llevan carteles y recorren las calles como en cualquier protesta. Los familiares —mejor dicho, las mamás— de las víctimas de desaparición o feminicidio encabezan la marcha y luego exponen sus casos en un foro que improvisan sobre la banqueta y parte de la calle principal de la localidad. Su presencia resulta inusual para quienes las miran pasar desde sus negocios, o para quienes escuchan la exposición de las violencias, como la música estridente que suena desde el equipo de sonido que las acompaña y las consignas que entonan con rabia.
A la par que comienzan a sonar las campanas de la iglesia para llamar a misa, una integrante de la colectiva Libertad Morada de Ixtapaluca grita por un megáfono: “Recordar que aquí en este municipio, también se asesina a las mujeres, también se desaparece a las mujeres, y que el Estado no hace absolutamente nada. Discúlpanos, en verdad discúlpanos si es que entorpecemos su tránsito”.
El Estado de México es un referente nacional, cuando de violencia contra las mujeres se habla. Es la entidad que más veces ha registrado la mayor tasa de defunciones de mujeres con presunción de homicidio, desde 1985 a 2019. Obtuvo el primer lugar en el año 1986. Luego, lo sostuvo durante casi una década, de 1988 a 1997. Y, por último, en 2005 volvió a repuntar.
Además, en el país fue la primera entidad en la se declaró una Alerta por Violencia de Género contra las Mujeres en 11 de sus municipios, en julio de 2015. Después, en 2019, fue el segundo estado en acumular dos alertas declaradas.
El municipio de Ecatepec es mundialmente famoso por ser el más poblado de la entidad más poblada de México. En su momento también se dijo que acumulaba el mayor número de feminicidios, aunque en tasa de defunciones de mujeres con presunción de homicidio lo coloca en el tercer lugar, en 2017, y cuarto, en 2018, por debajo de Tijuana, Juárez, Acapulco. [Edomex, destacando, como siempre.]
Sin embargo, la violencia feminicida —que sin duda se extiende a lo largo de los 125 municipios en los que se divide el Estado de México— rara vez se visualiza dentro las demarcaciones que no tienen alertas declaradas, con poblaciones pequeñas, de miles o cientos de miles, pero que están dentro de la zona metropolitana y sostienen dinámicas sociales semi rurales.
Por eso este #25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, las habitantes del sur-oriente del estado optaron por manifestarse en un municipio de esa zona al pie de los volcanes y realizar la “Primera jornada de mujeres y familiares que luchan desde la periferia”, con la clara determinación de generar redes y visibilizar la violencia ahí, donde más les representa, al tiempo que protestan más allá del centro del centro y fortalecen sus esfuerzos organizativos locales.