Miguel Ángel Sosa
Twitter: @Mik3_Sosa
Ciudad de México – Los mexicanos desayunan, comen y cenan noticias, dichos y frases de y sobre el presidente de México. En cualquier parte se oyen un sinfín de comentarios a favor y en contra del gobierno. Alcanzamos ya los primeros 100 días de esta administración, sitio el que algunos ven más dudas que respuestas.
Es cierto que el gobierno entrante carga sobre sus hombros con una enorme expectativa poco antes vista en el país, fenómeno que sin duda pudiera (y debiera) conducir a avances y cambios inimaginables en otros sexenios. El partido en el poder domina la esfera pública y tiene todo lo necesario para ejecutar sin obstáculos los pasos que considere estratégicos.
El nivel de aprobación del presidente, que no el del gobierno en su conjunto, sigue por las nubes. Pues 8 de cada 10 mexicanos están a favor de cómo está haciendo las cosas. La luna de miel de Andrés Manuel con el pueblo de México pareciera en su mejor momento, pero es importante señalar que aunado a este fenómeno, la sociedad vive una marcada división que ha afectado gravemente la esfera privada.
Es común ver en las familias y diversos grupos sociales, discusiones que impactan la convivencia diaria y que son generadas por las opiniones contrastadas que los ciudadanos tienen respecto al papel de López Obrador, de las acciones que ha emprendido y de la respuesta que éstas han tenido en políticos de oposición, cámaras empresariales y en la sociedad en su conjunto.
El lenguaje se ha impregnado también de esta división. Las etiquetas son, por una parte, el resultado de una campaña de odio y descalificación generada por los propios partidos políticos en la pasada campaña. Es lamentable y reprobable haber permitido que las ofensas fueran el pan de cada día en las propuestas electorales.
Sin embargo, las cosas no mejoraron mucho después del primero de diciembre. Este escenario de polarización incluso se ha incrementado. Con motes de chairos, fifís, populistas, ternuritas y mafias de todo tipo, entre muchos otros, los mexicanos viven un ambiente que se contrapone a la reconciliación nacional tan mencionada y tan poco procurada.
Los gobernadores de oposición han sido blanco de ofensas y reclamos en los eventos públicos donde participan junto al Ejecutivo. Provocadas o no, estas actitudes dan muestra del riesgo latente de fractura social derivado de los pleitos entre políticos, que si nos basamos en la tendencia, están lejos de terminar.
Y en este sentido, también hace su aparición la moralidad como una tibia balanza y voz justiciera. Los buenos, los malos, los justos, los injustos. Aquellos que están a favor del que es bueno por actuar compasivamente en pro de la mayoría y de aquellos que son malos per sé, por buscar el beneficio no de todos, sino solo de unos cuantos.
Los riesgos de esta unidad de medida, que cada día pareciera más utilizada, traen consigo la nada grata posibilidad de hacer aún más grande la brecha y dividir más a una sociedad ya de por sí muy confrontada.
ENTRE TELONES. Es muy temprano pero ya empiezan a circular las primeras encuestas de candidatos presidenciales rumbo al 2024. Hay puestos en el gabinete que por su propia dinámica implican mayor nivel de exposición y responsabilidad. De ahí saldrán, sin duda, mujeres y hombres claramente competitivos, pero falta mucho. Además vendrán los próximos gobernadores emanados de MORENA, que a su vez tendrán cantera en los súper delegados federales. Los nombres sobrarán, las sillas no.