Opinión

MARU: La gobernadora ‘fifí’




septiembre 5, 2022

Gobernar mediante actos públicos cotidianos y campañas publicitarias permanentes (emulando a López Obrador) con el único propósito de engrandecer la imagen pública de Maru, es un desacierto mayúsculo… . más aún, cuando no existe proyecto ejecutivo alguno para resolver la añeja problemática social en Chihuahua

Por Gerardo Cortinas Murra

Comparto la opinión de los analistas políticos que critican el ‘modo personal’ de gobernar de la actual Gobernadora del estado, Maru Campos; en especial, cuando se le reprocha su tibieza política y su constante afán de viajar fuera del Estado y del país por motivos superfluos e intrascendentales.

Durante el primer año de gobierno de Maru, en varias colaboraciones editoriales he criticado la inexplicable ausencia de un ‘Plan de Austeridad’ que permita, cuando menos, aligerar la grave problemática financiera del Estado con un ahorro sustancial del gasto corriente.

Así, por ejemplo, la abultada nómina burocrática incrementada exponencialmente por los dos últimos gobernadores y los ofensivos sueldos de los altos funcionarios conllevan un grave impacto negativo en las finanzas estatales, ya que representan un gasto excesivo e irracional.

Debo aceptar, por supuesto, que el actual déficit presupuestario del Gobierno del Estado es una ‘herencia maldita’ de los anteriores gobernadores, que exige medidas inmediatas y drásticas para superar esta gravosa situación financiera. A pesar de ello, Maru no ha emprendido -durante su primer año de gobierno- política pública alguna para reducir, de manera considerable y permanente, el gasto público.

De igual manera, es normal que durante los primeros meses de gobierno, cada Gobernador en turno ocupe la mayor parte de su tiempo en el nombramiento de los titulares de las dependencias estatales; sin que ello, sea pretexto para aplazar la implementación de estrategias tendientes a resolver las necesidades más urgentes y apremiantes de la sociedad chihuahuense.

Ahora bien, si bien es cierto que el acceso de Maru al poder estatal se dio de manera legítima y contundente; también lo es que, su incapacidad para gobernar ha sido acremente cuestionada por la sociedad chihuahuense. Lo anterior, toda vez que la legitimidad del cargo no es suficiente, ya que debe complementarse con “la legalidad y eficiencia de la actuación de los gobernantes democráticos”.

A mi parecer, hasta el día de hoy, la conducción de la actual Administración Pública estatal, es excelente; sin embargo, lo que se cuestiona es, desde la óptica ciudadana, la evidente incapacidad de Maru para gobernar. Y más aún, cuando no existe proyecto ejecutivo alguno para resolver la añeja problemática social.

Por lo tanto, resulta imposible hablar de gobernanza cuando es evidente que Maru “gobierna con prácticas tradicionales ajenas por completo a la modernidad democrática”. En el ‘Informe Latinobarómetro 2015’ se menciona que “los latinoamericanos son los más insatisfechos de la Tierra con su democracia… México ocupa el último lugar en el continente en satisfacción ciudadana con la democracia”.

Al respecto, Luis F. Aguilar destaca el aumento de ciudadanos “que perciben que los gobiernos democráticos han perdido capacidad de conducción social, no saben qué hacer frente a numerosos problemas o hacen poco ante ellos…”

“No pueden detener la corrupción y la arbitrariedad de los gobernantes… ni tampoco responder a las demandas razonables de los ciudadanos y construir entornos sociales de mayor seguridad y calidad de vida”.

Coincido con Luis F. Aguilar cuando afirma que a la ciudadanía “le fastidia y hasta exaspera que se reproduzcan los vicios públicos arcaicos que las sociedades arrastran desde siglos y les impacientan sus imprevisiones y vacilaciones frente a los desafíos, riesgos y oportunidades que el mundo actual genera”.

Calificar el primer año de gobierno de Maru, podríamos sintetizarlo en tres palabras: Ineficiencia, insuficiencia y opacidad. Un gobierno estatal que está “destinado a ser un mal gobierno o un imposible rector social si es internamente deficiente”.

Ineficiente, porque “desaprovecha o mal usa las capacidades y recursos que posee”; insuficiente “para hacer frente a la magnitud de la tarea directiva”; y opaco, porque raya en el oscurantismo informativo.

Sin duda alguna, gobernar mediante actos públicos cotidianos y campañas publicitarias permanentes (emulando a López Obrador), con el único propósito de engrandecer la imagen pública de Maru, es un desacierto mayúsculo. Eso es, a mi parecer, gobernar al modo ‘fifí’.

Así las cosas, en los próximos días iniciaré la organización de un grupo de ciudadanos para darle continuidad a la ‘Controlaría Social’ promocionada, desde hace algunos años, por Marco Antonio Guevara y Víctor Medina. ¿Quién dice yo…?

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