Nadie quiere drogas ni armas en las escuelas. Pero la operación mochila y las pláticas por si solas no han solucionado ni frenado nada… debemos hacer más, o seguiremos perdiendo el territorio ante el crimen organizado
Por Hernán Ortiz
Tengo un hijo en COBACH, y claro que la violencia dentro y fuera de las escuelas de educación media superior me preocupa. También el consumo de drogas.
No sé el resto de las personas, pero fue en la secundaria cuando yo empecé a beber y fumar con mis amistades. Sí, éramos unos vagos. ¿Con qué cara le digo a mis hijos que no lo hagan? Fue en esa época cuando empezábamos a pasar tiempo en las calles, sólo vagando y conociendo todo tipo de personas, entre ellas, gente que consumía drogas.
Las pandillas con las que yo me podía topar cuando era joven son distintas a las de ahora. El 25 de junio del 2019, El Heraldo de Juárez publica un trabajo de Teófilo Alvarado, donde presenta testimonios que opinan que los barrios, las pandillas juveniles han sido cooptadas como carne de cañón para la disputa territorial entre tres pandillas más grandes y relacionadas con carteles de narcotráfico. Los Aztecas, Mexicles y Artistas Asesinos (AKA doblados).
Como si la violencia ya no fuera pelearse por el territorio del barrio o por el honor. Ahora, la imagino como cuidar el territorio para los capos del narco.
La violencia cerca de y en las escuelas, me preocupa se convierta en una disputa territorial, sí, dentro de los planteles.
Violencia y consumo de drogas dentro de las escuelas de verdad son cosas que me preocupan como padre de un estudiante que está a ese nivel. ¿Qué se puede hacer?
La respuesta de la autoridad es revisar las pertenencias de la población estudiantil por medio de la operación mochila… y dar pláticas.
Lo curioso es que ante la situación de violencia a nadie más parece tener una alternativa.
Cosa clara es que deberíamos tener estrategias preventivas a largo plazo. Pero también se antoja buscar soluciones inmediatas ante un problema que existe ahora y no al largo plazo.
El antecedente más viejo que encontré sobre la operación mochila fue que inició un 25 de enero de 1999, cuando era presidente municipal Gustavo Elizondo, en la Secundaria Emiliano Zapata. El resultado fue que encontraron un par de cuadernos con dibujos “de pandillas” en lugar de notas. Claro, de eso, hace 24 años. La situación no ha mejorado, se ha complicado más con el paso del tiempo. Pero nos podría ayudar a ver que, a largo plazo, las pláticas y la operación mochila no han funcionado. ¿Qué nos hace pensar que funcionarán ahora?
Vale preguntarse, ¿qué hacer entonces? La verdad, no sé cómo responder una pregunta así. Tal vez, pensar en soluciones más integrales, construir comunidades más seguras y menos aisladas, tener una ciudad más humana, combatir la corrupción y la violencia de los cuerpos policiacos, atender la salud emocional… no lo sé. Lo que sí sé y queda muy claro, es que la operación mochila y las pláticas no han funcionado por si solas. Se presentan informes de cuántas escuelas se atendieron, cuántos asistentes hubo, pero el resultado en 24 años ha sido que la violencia ha aumentado, los grupos del crimen organizado se han complejizado y han tomado territorios en toda la ciudad.
No es fácil pensar en estrategias que ayuden a enfrentar la violencia y consumo de drogas en las escuelas. Pero sí es un punto de partida darnos cuenta de lo que no ha funcionado. No es muy inteligente repetir siempre el mismo error.
Durante este siglo se ha fortalecido el crimen organizado, se ha diversificado, además de la venta de drogas, la extorsión, el fraude y el tráfico de personas son algunas de sus ramas. Dentro de las escuelas hay jóvenes que se vinculan con el crimen y… ¿qué puede hacer el personal docente? La narcocultura educa más que la escuela, el consumismo como forma de estatus motiva más que una buena calificación, el dinero y su uso despótico inspira más que la solidaridad comunitaria.
Nadie quiere drogas ni armas en las escuelas. Pero la operación mochila y las pláticas por si solas no han solucionado ni frenado nada… debemos hacer más, o seguiremos perdiendo el territorio ante el crimen organizado.