Omar García Harfuch, exsecretario de Seguridad Pública en el gobierno de Claudia Sheinbaum, busca gobernar la capital del país ¿Le conviene a la CDMX?
Por Hernán Ochoa Tovar
Trascendió esta semana que el exsecretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, buscaría la candidatura para suceder a Martí Batres en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento. Cabe resaltar, esto era un secreto a voces desde hacía ya una temporada, cuando diversas casas encuestadoras lo ponían en la cima de las preferencias electorales por sobre otros suspirantes de Morena (Mario Delgado, Clara Brugada y el propio Ricardo Monreal). Sin embargo, nada se había cristalizado hasta ahora, cuando, luego de dimitir como máximo dirigente de la policía capitalina, Harfuch dio a conocer a los cuatro vientos que efectivamente buscaría ser el ejecutivo de la capital del país.
La eventual postulación de García Harfuch a la jefatura de gobierno de la CDMX me brinda diversas lecturas. En primera instancia que, ante la carencia de perfiles internos, se recurrió a un externo –aunque cobijado por el establishment morenista– para ratificar la joya de la corona que es la Ciudad de México. Si durante mucho tiempo, la otrora gran Tenochtitlan tuvo candidatos suficientes emanados de sus filas, llegó un momento en que el desgaste lo hizo imposible. A este respecto, es importante recalcar que no es la primera ocasión que ello ocurre. En 2012, luego de tres lustros de ratificar el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, las izquierdas (entonces aglutinadas en el PRD) se hallaron en una encrucijada: aunque tenían candidatos suficientes, ninguno encontraba el punch o la popularidad suficiente como para derrotar a la oposición. Por ello, se sacaron un as bajo la manga postulando al dr. Miguel Ángel Mancera, a la sazón procurador de justicia del DF y quien tenía bonos suficientes para disputar esa posición, no obstante que su trayectoria era más jurídica que política.
Aunque en 2018 no se repitió ese escenario, pues Morena era un partido joven y la dra. Sheinbaum era una mujer con credenciales de izquierda, así como un importante capital político, al parecer 2024 no será un día de campo. Para comenzar, el denominado Efecto López Obrador que actuó como una especie de propulsor en los comicios en mención, ya no estará presente el año venidero. Y aunque la importante popularidad del presidente sigue actuando como un importante motor de Morena, será un efecto que quizá se vaya desvaneciendo, una vez que el cambio de mando se haga palpable. Aunado a ello, la Ciudad de México comienza a padecer un fenómeno que se suscita en algunos lugares: el desgaste luego del continuismo. A pesar de que dicha cuestión ya se había presentado luego de la administración de Marcelo Ebrard, ahora es más palpable y la oposición tendría posibilidad de recuperar la capital del país luego de casi tres décadas de gobiernos de izquierda (porque del PRD a Morena hay un hilo conductor, no obstante, la ruptura generada por AMLO al fundar el partido guinda y dar el consabido sorpasso). De ahí la pertinencia de la candidatura de Omar García Harfuch, quien es de los pocos funcionarios bien evaluados que podría dar una batalla interesante frente a los alfiles opositores.
Con base en lo anterior, puedo anotar que la trayectoria –y la propia biografía– de Harfuch tiene claroscuros. Policía de formación, el grueso de su formación lo ha realizado en instituciones de seguridad, particularmente la extinta Policía Federal. Sin embargo, esto no le quita méritos, pues fue de los funcionarios más cabales dentro de los gabinetes de Claudia Sheinbaum y su sucesor, Martí Batres. Aunado a ello, ha sido de los pocos funcionarios que han dado resultados en la materia. Mientras, en diversas entidades, han nominado bisoños o a expertos que han dado resultados nulos o raquíticos, los números de Harfuch son buenos.
Cuando antes, la Ciudad de México acaparaba titulares por la emergencia delincuencial, ahora parece un oasis donde, si bien los delitos de bajo impacto tienen cierta prevalencia, los de alto han tenido una buena dosis de control. Y aunque la seguridad no suele ser catapulta para las pretensiones políticas –todo lo contrario, en un área donde en ocasiones prima la ingratitud y la veleidad–, en el caso de Harfuch, sus resultados lo han impulsado a visualizarse como el próximo jefe de gobierno. Probablemente por lo anterior, la dra. Sheinbaum le haya dado el visto bueno para erigirse como su eventual relevista.
No obstante, la impresionante y meteórica carrera de Harfuch también presenta bemoles. Principalmente, es hechura de la extinta Policía Federal, institución que conoció de cabo a rabo tras comenzar como jefe de departamento y concluir como titular de la Agencia de Investigación Criminal ya en los estertores del gobierno de Enrique Peña Nieto. Si una instancia ha recibido la crítica más puntillosa y venial del presidente López Obrador, ésa ha sido la PF. Tanto, que prefirió desaparecerla –y crear la GN– que trabajar codo a codo con los comandantes de la misma. Sin embargo, la paradoja es que Harfuch es una creatura emergida de estos sótanos ¿estaría contento de que un neomorenista provenga justamente de lo que él critica tan duramente? Estaría por verse. Aunque, en algunas ocasiones, la política suele canjear el idealismo por el pragmatismo.
Como reflexión final esgrimiré la siguiente interrogante ¿Le conviene Harfuch a la CDMX? Los capitalinos lo decidirán. Pero creo que habría que darle una oportunidad, pues, aunque no es un morenista de cepa, considero que su currículum lo avala y podría tener un buen desempeño en su eventual encargo. Esto es tan sólo mi humilde opinión; lo dejo a la reflexión.