Con las acusaciones surgidas sobre la RUM, se abre la brecha de una nueva especie de MeToo en el sector editorial y cultural para evidenciar los abusos tras bambalinas de la producción editorial y que deben ser atendidas
Por Évolet Aceves
X: @EvoletAceves
Hace apenas unas semanas, con la apertura de la cuenta @terroreditorial en la red social X o Twitter, así como en Instagram, comenzó a correrse la voz de una infinidad de testimonios anónimos de personas que han sufrido violencias en el ámbito editorial, y con esto no me refiero a escritores, sino a editores, correctores de estilo y hasta gente de Marketing o de Recursos Humanos, así como a muchos de los eslabones que componen una editorial, que son bastantes y de quienes gracias a su labor podemos ver el resultado de un libro o una revista.
En su cuenta de Instagram, @terroreditorialmx comparte una carta que comienza así: “Terror editorial es una iniciativa sin fines de lucro y apartidista cuyo objetivo principal es la búsqueda y garantía de mejores condiciones de trabajo en la industria editorial a través de la visibilización de las prácticas violentas y precarias que permiten las editoriales, así como la falta de apoyo por parte de las respectivas áreas de Recursos Humanos […]”.
Entre los testimonios publicados en la cuenta no se salva básicamente ninguna editorial de prestigio, y en el caso de revistas sólo veo a la Revista de la Universidad de México (RUM) (en palabras de Guadalupe Nettel, “la revista cultural más longeva de América Latina”) involucrada en estos rumores.
Llama la atención el que, especialmente, a Guadalupe Nettel se le señale de tan diversas formas exponiendo una serie de abusos —acoso laboral y prácticas poco éticas, como maltrato, amiguismo y despidos injustificados— que supuestamente la escritora había venido ejerciendo durante los últimos siete años al frente de dicha publicación mensual.
La audiencia parece estar dividida, hay quienes apoyan a Guadalupe Nettel y hay quienes apoyan la cancelación (la funa, como dicen por ahí) en la que la escritora se ha visto envuelta a raíz de los testimonios anónimos de becarios y personas que han trabajado en la RUM.
La ensayista Vivian Abenshushan, por ejemplo, dijo en X que ha decidido no volver a publicar en la RUM “hasta que se aclaren los graves señalamientos que se están haciendo públicos y se detenga el terrorismo laboral contra lxs trabajadorxs ¡de la misma revista donde se publica a Silvia Federici!”.
Hace unos días, en la cuenta de X de @CulturaUNAM, se dio a conocer la noticia de que, a partir del 1 de junio, el escritor Jorge Comensal ocupará la dirección de la RUM (…) responsabilidad que durante siete años desempeñó la escritora Guadalupe Nettel, quien fue elegida por la Universidad de Columbia para realizar una residencia”. Y, pese a que en dicho tuit no se menciona nada respecto de los rumores difundidos con antelación, tres días después del anuncio Nettel hizo alusión a los comentarios en su contra y a su despedida en una publicación de Instagram:
“Con este texto me despido de una época importante de mi vida al frente de la Revista de la Universidad de México. Publicamos 80 números e incluimos a más de 1840 autores a los cuáles agradezco por su importante contribución. También doy las gracias a los diferentes equipos que trabajaron a mi lado. A lo largo de estos siete años recibí muchos elogios por la revista y expresiones de aliento. El final de esta época, en cambio, estuvo marcado por calumnias y maledicencias varias (la mayoría hechas desde el anonimato) pero también de muchísimos gestos de solidaridad y afecto. La gente que me conoce sabe que soy una persona amable y de buenas intenciones. El odio y el rencor son venenos que dañan a quienes los llevan dentro. Si lastimé u ofendí a alguien fue involuntariamente, y espero de todo corazón (por ellos y por mí) que esa gente me termine perdonando. La época actual de la revista siempre tuvo entre sus objetivos despertar las conciencias de nuestros lectores para hacer de este mundo un lugar mejor. Hoy regreso de tiempo completo a la escritura, contenta por este increíble trabajo, pero sin abandonar ese objetivo luminoso. Hasta muy pronto en páginas y lugares diferentes!”
Asimismo, escribió una carta de despedida en el más reciente número de la RUM, texto que lleva el título “De vuelta a casa”, en la que hace un recuento de la prolífica producción que tuvo la revista cultural durante su desempeño como directora, como el haber incluido a 1849 autores, entre quienes menciona a escritores y académicos de renombre, como Annie Ernaux, Elena Poniatowska, Julieta Fierro, Enrique Dussel, Miguel León-Portilla, Rita Segato, Enrique Vila Matas, Juan Villoro, entre otros, así como el espacio que le dio a la poesía y a la enorme variedad de temas en cada número con el propósito de mantener a la revista multifacética y diversa.
Ciertamente la revista es una proeza cultural para la literatura, la filosofía, la ciencia y finalmente la educación; un espacio de reflexión en el que, personalmente, como escritora y lectora, agradezco su acceso gratuito en línea y la variedad de temas que se ofrecen, aunque a veces no de autores, porque, seamos honestos, al menos una veintena de colaboradores de la RUM se repetían casi en cada número —mas no por ello la calidad de la revista aminoraba, también hay que decirlo.
Pero más allá de si las acusaciones son o no ciertas, se abre la brecha de una nueva especie de #MeToo en el sector editorial y cultural para evidenciar los abusos tras bambalinas de la producción editorial y que deben ser atendidas. A Guadalupe Nettel le tocó ser la primera de esta ola de acusaciones, repito, dejando abierto el beneficio de la duda, dado el anonimato de la mayoría de las acusaciones, pero también la coherencia que las mismas acusaciones parecen tener entre sí.
Esto, aunado a la inminente llegada de una presidenta en México y la fuerza que día a día cobran los feminismos en Latinoamérica, me hace pensar en que quizá más pronto de lo que creemos —y el caso Guadalupe Nettel podría ser muestra de ello— estemos listos para dejar de usar el feminismo como escudo de los abusos cometidos por mujeres, del voltear a ver a la justicia, en caso de haberse cometido injusticias, y buscar reparos, independientemente de si la persona que ejerció las agresiones fue una mujer.
La UNAM de alguna manera al tomar cartas en el asunto —aunque no de forma oficial pero todo parece indicar que el cambio de dirección se dio, en parte, atendiendo a las quejas de los cibernautas—, está refrendando su capacidad para hacer valer los derechos de las personas. La UNAM es la universidad más importante del país y de Latinoamérica, contando universidades públicas y privadas, así de simple. Y como tal, es también deber de la RUM enarbolar un espacio propicio para la diversidad, el pensamiento heterodoxo y las vanguardias de artes y ciencias. Propiciar un libre espacio de reflexión.
Por último, quiero agregar que Guadalupe Nettel, como escritora, es una rareza literaria y sin duda una de las cuentistas más extraordinarias en la literatura contemporánea. Lo digo por su libro Pétalos y otras historias incómodas (Anagrama, 2008); por otro lado, su novela autobiográfica El cuerpo en que nací (Anagrama, 2011), es también una obra ejemplar que profundiza en la narrativa del yo, del dolor y la diferencia de un cuerpo señalado.
Honestamente, no voy a dejar de leerla porque me gusta su escritura, y quizá la leeré con ciertas sospechas de por medio, como a menudo me sucede con Octavio Paz o con Elena Garro. Habrá quien decida dejar de leerla, y me parece una decisión más que válida y respetable.
Mi afán con esta columna no es posicionarme en contra o a favor de las acusaciones en contra de Nettel, porque ni yo sé de qué lado inclinarme y porque me parece que hay que prestar atención a este asunto también como fenómeno post #MeToo; simplemente expongo lo acontecido en las últimas semanas en el ámbito cultural en lo concerniente a la Revista de la Universidad de México.
Que se haga justicia si es que hay que hacerla, aunque la justicia, y sobre todo en casos institucionales como éste, es más transparente cuando se hace de forma clara y en las instancias correspondientes, porque de dejarlo todo en ciberacusaciones se corre el riesgo de levantar agravios que pudieran o no ser verdaderos.
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Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y textos híbridos. Psicóloga, fotógrafa y periodista cultural. Estudió en México y Polonia. Ha colaborado en revistas y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, La Libreta de Irma, El Cultural (La Razón), Revista Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales: México Seductor (2015) y Anacronismo de la Cotidianeidad (2017). Ha trabajado en Capgemini, Amazon y actualmente en Microsoft. Esteta y transfeminista.