Juárez

“No nos vamos a cansar de exigir justicia”: familiares de víctimas de la guerra sucia en Ciudad Juárez



sábado, agosto 31, 2024

Sobrevivientes y familiares de víctimas de la guerra sucia en Ciudad Juárez salieron a las calles para manifestar su exigencia de memoria y justicia por las personas detenidas y desaparecidas de manera forzada durante la represión política que se vivió en México durante las décadas de los sesenta, setenta y ochenta

Texto y fotografías: Anabel Rojas / La Verdad Juárez 

Ciudad Juárez – La activista Judith Galarza Campos tomó entre sus manos el cartel con la fotografía de un hombre y dijo “este joven, que se llama Aurelio Lara Enríquez, andaba repartiendo volantes en Toko –una maquiladora– y ahí la policía lo asesinó (en 1974)”.

La hermana de Judith, Leticia Galarza Campos, también fue una de las víctimas detenidas y desaparecidas por elementos de la Dirección Federal de Seguridad conocida como la Brigada Blanca, en 1978.

Sus nombres  fueron pronunciados por sobrevivientes y familiares de personas desaparecidas durante la llamada guerra sucia con una marcha en la que conmemoraron el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada.

Son las 5:00 de la tarde del viernes 30 de agosto. Un grupo de personas coloca cuatro lonas frente a la antigua Guarnición Militar que está ubicada en la calle Lerdo, a escasos metros de la calle 16 de septiembre, en la zona centro de la ciudad.

A los costados de los manifestantes se colocaron dos unidades del Ejército Mexicano. Una estaba en el lugar, la otra, según uno de los elementos, acudió al llamado para apoyar, aunque el militar no supo explicar a quién.

El miércoles pasado en una rueda de prensa la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos (FEDEFAM) anunció que saldrían a las calles para recordar, con cuatro paradas lugares significativos de su lucha, a los desaparecidos durante la represión política que se vivió en México durante las décadas de los sesenta, setenta y ochenta.

Judith Galarza, activista presidenta de la Federación Latinoamericana de Familiares de Detenidos Desaparecidos, dijo que en el pasado era impensable poder expresarse o manifestarse a un lado del Ejército sin que hubiera represión.

Judith Galarza

A pocos minutos de comenzar la manifestación, en el exterior del antiguo cuartel militar hay más elementos del Ejército y de la Guardia Nacional que manifestantes. A ellos se sumó un policía municipal de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal que llegó grabando con un teléfono en mano.

A la convocatoria respondió una docena de ciudadanos. Es el mismo número de hombres que de mujeres, todos superan los 50 años. Además, hay dos niños pequeños y una niña.

Las desapariciones ocurrieron en el marco de la llamada guerra sucia que ocurrió entre principios de los 50 y finales de la década de los 80, y las víctimas fueron, en su mayoría, miembros de la liga 23 de septiembre. Aunque, hay muchos casos de quienes fueron señalados, pero los familiares reconocen que en realidad no formaban parte del movimiento.

Aunque el sol comenzó a caer, el calor se siente un poco sofocante la tarde de este viernes. Los del contingente se acomodan las cuatro lonas que cargan, en tres se puede observar fotografías que debajo tienen escritos nombres de quienes son buscados: Alicia de los Ríos, José de Jesús Corral García, Olga Navarro Fierro y Silvia Arce.

Antes, en 2022 se había colocado una lona en el cuartel, ya que existe la intención de resignificar el lugar volviéndolo un sitio de memoria en honor de los desaparecidos durante la guerra sucia, ya que, según lo que comentó Judith, ahí estuvieron detenidos y fueron torturados miembros de la liga 23 de septiembre.

No obstante, el gobierno les ha negado la petición. Por lo que, esa lona la portan en la manifestación en protesta con la nula colaboración de las autoridades, se informó.

En la lona está escrito “Casa de la Memoria José Francisco Mercado Espinoza. Verdad, Justicia y Reparación Integral como medida de no repetición”.

El 30 de agosto debería ser una fecha como cualquier otra, pero para Judith y los demás familiares es día de salir y mostrar a la sociedad y a las autoridades que el dolor por los que desaparecieron sigue ahí; al igual que el deseo y la esperanza de conseguir justicia.

La lucha de las familias consiguió que desde el 21 de diciembre de 2010 se declara este día como el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada.

A la manifestación de este viernes no acudieron todos los convocados, pero algunos enviaron audios con mensajes para hacer escuchar su voz, que, aunque en momentos asfixiada por el ruido de los motores de los vehículos o la música que se resuena en esa zona de la ciudad, se logró escuchar parte de su mensaje.

Judith acercó el megáfono a un celular para reproducir el mensaje de Gerardo González Espinoza, hermano de José Francisco desaparecido desde el 13 de febrero de 1987.

Gerardo compartió que su hermano fue detenido en un primer momento en 1975 y estuvo privado de su libertad hasta el 22 de enero de 1986, cuando escapó de la prisión junto con otros cinco compañeros. Un año después José Francisco fue recapturado y desde entonces permanece desaparecido.

“Nuestra madre actualmente tiene 96 años y prácticamente la mitad de su vida ha padecido de manera dolorosa la ausencia del tercero de sus doce hijos, muy a pesar de su condición, nuestra madre pasa los días recordando y lamentando la ausencia de su hijo … no creo que esté hablando de un caso único, tengo la certeza de que muchas familias han vivido o están viviendo situaciones similares, pero con todo esto nos mantenemos de pie y en la lucha”, comentó.

Como otros, Gerardo, dijo que tenía esperanza en que los mecanismos para la verdad y el esclarecimiento histórico que impulsados por el presidente actual les permitirían tener alguna certeza sobre dónde están sus familiares, “pero la deuda sigue pendiente”, expresa.

Sabe que, aunque el deseo es que esto no sé repita y puedan encontrar justicia, la única garantía que tienen es de que “su herida nunca cerrará”.

Luego del acto en el cuartel, el contingente inició su camino hacia la avenida Francisco Villa, entre las calles empolvadas y con mal olor por la suciedad acumulada en la zona .

El activista Pedro Mireles Contreras, un hombre que porta la experiencia de los años en su rostro, tomó el megáfono y acompañó el andar de la procesión con un mensaje que decía “por el amor a la Patria, por el amor a la justicia, por el amor al derecho estamos aquí para el reclamo y la denuncia de los que han sido víctimas de la historia que actualmente hermanos, compañeros, amigos que han sido reprimidos, han sido detenidos, les han quitado la vida” el camino de la procesión.

A lo largo de la calle 16 de Septiembre se detenían los transeúntes para escuchar y ver lo que los manifestantes expresaban. En muchos rostros se podía ver la ignorancia del tema, pero al mismo tiempo la empatía con algo que no entendían por completo.

La primera parada fue en la esquina de Francisco Villa y 16 de Septiembre a escasos pasos del Instituto Municipal de las Mujeres (IMM), esa esquina es importante porque, como dijo Galarza, en la década de los 70 comenzaron ahí a manifestarse. Existe un arraigo histórico de su lucha en el sitio.

Ahí también hablaron de lo que el gobierno aún les debe y es que, aunque en el Informe de la Comisión de la Verdad se reconoce que fue un crimen de estado, dejan sin respuesta la principal exigencia de los familiares: ¿dónde están los detenidos desaparecidos durante la guerra sucia?

Después, los manifestantes siguieron adelante hacia su segunda parada y tercer espacio, el Museo de la Revolución en la Frontera (MUREF). En este sitio, se recordó, los estudiantes confrontaron al entonces candidato presidencial, Luis Echeverría Álvarez, y en protesta quemaron el templete esto en 1970.

Frente al museo un hombre se acercó al grupo gritando varias veces “que las busquen”, al ser confrontado por el elemento de la Guardia Nacional que venía videograbando a los manifestantes, le gritó que él era compañero y sin intimidarse volvió a gritar y tomó un cartel para unirse a la manifestación.

En la Plaza de Armas, última parada de los manifestantes había cerca de dos decenas de personas, en su mayoría hombres que permanecían sentados escuchando la prédica de un pastor cristiano.

Al ingresar a la Plaza se acercaron al quiosco, pidiendo al pastor les permita dar su mensaje y finalizar la manifestación.

Se colocaron las lonas alrededor del quiosco, desde ahí tanto Judith Galarza como Pedro Mireles reclamaron justicia por los desaparecidos e invitaron a los presentes, quienes observaban la situación, a reflexionar sobre todos los detenidos desaparecidos.

Tanto Judith como José Mireles aseguraron que la lucha no es únicamente para la búsqueda de la verdad, pues la conocen, sino para que no se repitan esos crímenes de estado.

“Nuestros familiares entregaron la vida y lo poco que les podemos dar es recordarlos, es exigir que lleven a juicio a los responsables … no le hace que no nos hagan caso, no nos vamos a cansar”, gritó Judith con la voz casi asfixiada por el enojo y la impotencia, y una mirada cristalizada por las lágrimas contenidas.

Agregó que gracias a la lucha de los familiares de los detenidos desaparecidos es que ahora la desaparición forzada es reclamada como un crimen de estado y es un delito de lesa humanidad, además de que impulsaron la convención que protege a las personas de la desaparición forzada.

Ella reconoció que en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador sí hubo acercamiento por parte del gobierno.

“Sí, hubo acercamiento. Es la primera vez en la historia de nuestro país que se logra concentrar a todos los familiares de víctimas de la guerra sucia, eso para mí sí es muy significativo porque tenemos diversas, se puede decir, diversas posiciones políticas, diversos intereses, entonces primera vez que nos juntamos todos y todas a nivel nacional”, aseveró.

Al concluir su actividad de memoria, José Mireles exhortó a la comunidad a participar organizadamente con la consciencia de buscar, conocer y vivir la verdad sobre las graves violaciones a los derechos humanos cometidos en el país.

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