Opinión

Salinas y el eterno dilema de las pensiones presidenciales




diciembre 6, 2024

Las pensiones presidenciales eran una especie de jubilación dinámica para los antiguos ocupantes del ejecutivo… Hasta 2018, todos los expresidentes en México recibían el mismo estipendio que Enrique Peña Nieto ¡no obstante haber despachado desde décadas antes¡ Quizás esta parte de la película fue la que concitó el rechazo social

Por Hernán Ochoa Tovar

La nota que fue tendencia hace unos días, fue la de la intempestiva reaparición del expresidente de México (1988-1994) Carlos Salinas de Gortari, quien dejó entrever que se encontraba desempleado pues “alguien les había quitado la pensión” (sic). Para tal efecto, la presidenta en funciones, la doctora Claudia Sheinbaum, dejó entrever que si el exmandatario buscaba una pensión, podría buscar la del bienestar que se le otorga a adultos mayores; empero, deslizó que las pensiones que antaño recibían los altos funcionarios no iban a regresar, dando por cerrado un debate que comenzó a generarse en las redes. Como se puede ver, el hecho de las pensiones presidenciales tiende a la polarización. Empero, sería menester cuestionarse con severidad ¿vale la pena otorgarlas, o son jubilaciones doradas inmerecidas para la alta burocracia?

Cabe destacar que muchos países otorgan este privilegio a sus exmandatarios. Destacadamente, los Estados Unidos, comenzaron a otorgarlo cuando se percataron de que, aunque pareciera paradójico, el expresidente Harry S. Truman (1945-1953) no contaba con bienes o medios que le permitieran costearse la vida -luego de haber sido senador y vicepresidente, antes de ocupar la Casa Blanca-. Aunque esto no era novedad (en el siglo XIX, el Gral. Grant se encontraba en la ruina económica y pudo salir de la misma gracias a la publicación de sus memorias, las cuales se convirtieron en un best-seller de la época), sí creó una conciencia en la clase política, pues, además de Truman, algunos de los ex mandatarios que aún vivían, requerían de un apoyo para poder solventar sus gastos, siendo Herbert Hoover de los pocos que renunció a recibir el estipendio. Con base en lo anterior, a partir de la década de 1960 se instituyó dicha pensión, misma que se ha mantenido -con cambios- a lo largo de las décadas.

En el caso nacional, la misma fue instituida a partir de la década de 1980, por un decreto brindado durante el sexenio del expresidente Miguel de la Madrid (1982-1988). Hasta antes, los exmandatarios no tenían derecho a este apoyo, aunque algunos de ellos acumulaban cuantiosos bienes. Sin embargo, el decreto delamadridista versó en el sentido de que los ex mandatarios recibieran una especie de retribución por sus servicios a la patria, además de protección por cierto número de elementos del extinto Estado Mayor Presidencial, así como pago para la manutención de oficinas de los mismos. Como se puede ver, Miguel de la Madrid quiso replicar el modelo norteamericano, pero lo hizo con muchas fisuras. Es decir, mientras en los Estados Unidos había un cierto costumbrismo y una álgida reglamentación, en México no pasó lo mismo. Ejemplo de esto es que, mientras en el vecino país del norte existe la costumbre de formar archivos y bibliotecas con el material utilizado por los ex mandatarios norteamericanos (por lo menos, desde Truman hasta Obama), en México nunca ocurrió algo semejante. Quizás el caso más similar sería el Centro Fox, una especie de think tank fundado en el Bajío por el primer presidente opositor de este país. Sin embargo, sería una excepción a la regla, ya que ni Salinas, ni Zedillo, y menos Enrique Peña Nieto, tienen una biblioteca con su fondo personal. No sabemos si algún día AMLO decida hacer lo propio; y es menester recordar que, hace una década, el expresidente Felipe Calderón (2006-2012) hizo el intento de abrir una fundación que fuera una especie de asidero de su legado. Sin embargo, tuvo más pena que gloria y no tenemos conocimiento de que la misma siga existiendo (menos ahora, que Calderón despacha desde el exilio madrileño).

Por otra parte, las pensiones presidenciales eran una especie de jubilación dinámica para los antiguos ocupantes del ejecutivo, cosa que no se contemplaba en la legislación norteamericana. Esto porque, mientras, en los Estados Unidos, Carter sigue recibiendo un porcentaje por su prolongado retiro, no recibe el mismo salario que Joe Biden. Empero, en México sí se cometió ese disparate. Hasta 2018, todos los expresidentes vivos (Echeverría, Salinas y Fox; pues Zedillo renunció a recibir la pensión presidencial y Calderón la donaba a una fundación) recibían el mismo estipendio que Enrique Peña Nieto ¡no obstante haber despachado desde décadas antes¡ Quizás esta parte de la película fue la que concitó el rechazo social, pues en el imaginario popular, resultaba inconcebible el estar “manteniendo expresidentes” mismos que, en su mayoría, no gozaban de un gran respaldo por parte de la ciudadanía. 

Tal hecho pudo ser explotado por Andrés Manuel López Obrador a lo largo de sus tres campañas presidenciales. Empero, fue en la última (2018) cuando dicho punto fructificó y pudo ser discutido en el seno de las legislaturas del Congreso de la Unión. A este respecto, cabe destacar que, cuando la izquierda fue oposición, propuso la desaparición de las pensiones presidenciales en un puñado de ocasiones. Empero, como en ese tiempo las bancadas del tricolor y del blanquiazul hacían mayoría, la petición fue olímpicamente ignorada y mandada a la congeladora. Escenario distinto que se vivió en la primera legislatura del obradorismo (2018-2021) cuando, ante el favorecimiento número, la iniciativa pudo pasar sin barrera o cortapisa alguna.

Con base en lo anterior, considero que la cuestión de las pensiones presidenciales debe ser abordada desde un punto de vista técnico y no político. Aunque, oficialmente, Andrés Manuel López Obrador recibe una pensión del ISSSTE por los años que cotizó en la burocracia, resultaría fundamental volver a poner reglas de operación de cara a futuro. Considero que, tanto él como sus predecesores, deberían recibir un apoyo, pues gobernar este país durante seis años es una tarea álgida, y una remuneración de este calado es un reconocimiento a sus servicios. Sin embargo, creo que se debe dejar todo muy claro en los reglamentos. Lo que cansó a la sociedad fueron los excesos; pero no debemos adoptar la actitud contraria, en aras de corregir un mal.

De hecho, otro punto a debatir sería la vigilancia en las postpresidencias. Siendo opositor, AMLO siempre renegó de la misma, y hasta mandó desaparecer al EMP; pero siendo mandatario terminó siendo resguardado por el Ejército; y se dice que ahora en su etapa de retiro, es custodiado por militares destacamentados cerca de Palenque, donde está su domicilio. Creo que es menester que los ex mandatarios reciban protección allende a su función, máxime en estos tiempos complejos. Las decisiones se deben tomar más desde la razón, en lugar de apoyados en la pasión. Es mi humilde consideración. Al tiempo. 

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