Opinión

No dimensiona el tamaño del horror




noviembre 20, 2019

Sin buscar ahondar en cifras y datos duros que despersonalizan el terror para convertirlos en fríos números, los mexicanos nos sentimos a merced del mal, del horror y por desgracia de insensibilidad de quien debería protegernos.

Corruptio optimi pesima
(La corrupción de lo mejor, es lo peor)

Jorge S. Bermúdez
Escritor

Solamente quienes hayan estado viviendo en otro planeta los últimos doce meses ignoran que los índices de violencia, inseguridad y barbarie se han disparado a niveles inenarrables, que jamás como ahora los mexicanos de todos y cada uno de los extractos sociales estamos viviendo en la más profunda zozobra y el más indescriptible terror.

Ha escalado a tales alturas el pánico colectivo que hay ciudades completas que parecen pueblos fantasmas después de las seis de la tarde, hora en que se pone el sol, por el miedo a permanecer con sus comercios abiertos, las casas , las que tienen ese privilegio, están guarecidas con lo que pueden para protegerse del infierno que nos rodea.

Ni que decir de los homicidios, de los secuestros y de las desapariciones, como nunca antes jamás, es difícil no conocer a alguna persona que no haya padecido de forma inmediata alguno de estos males y muchas veces todos los anteriores.

En resumen y sin buscar ahondar en cifras y datos duros que despersonalizan el terror para convertirlos en fríos números, los mexicanos nos sentimos a merced del mal, del horror y por desgracia de insensibilidad de quien debería protegernos.

Es conocido por todos que el discurso del presidente López Obrador ha sido desde el principio una suerte de no violencia o más bien de inacción, y desde su punto de vista no se debe combatir la inseguridad ni a quienes la propician para no generar más violencia.

Por desgracia para nosotros que no para él, semejante disparate no ha surtido efecto, si no por el contrario ha desatado la más sangrienta ola de violencia y de muerte que el país haya visto, ha sido de tal manera equivocada y sin rumbo que aquellos dedicados al crimen se han envalentonado y se sienten absolutamente seguros de cometer toda clase de delitos ya que saben que la estrategia del gobierno no solo no los persigue, al contrario, los protege.

Es esta equivocada visión y no entendimiento de la desgracia lo que ha provocado que voces y visiones de un pasado no muy lejano vuelvan a surgir pidiendo un cambio de paradigma y de acción, ya que los ciudadanos estamos totalmente desprotegidos.

El poeta Javier Sicilia, a quien se le recuerda por encabezar las movilizaciones contra la violencia en el sexenio de Felipe Calderón y quien fue una víctima verdadera de la delincuencia al perder a su hijo Juan Sicilia a manos del crimen organizado, ha vuelto a alzar la mirada y la voz ante la incorrección de actuar y decir del presidente de México.

Ha resurgido esa figura que llenó de miedo a la clase política por hablar, condenar y combatir desde el lugar donde ningún político y menos López Obrador pueden hablar, la moral.

Sicilia ha vuelto y ha dicho que buscara convocar a la gente una vez más para reclamar y pedir lo que desde hace años no se ha atendido, convocara a los ciudadanos una vez más para marchar a Palacio nacional a exigirle al presidente que deje su ceguera, y su equivocada postura y que comprenda que los abrazos no balazos no es más que una noción filosófica equivocada que al llevarse a la práctica genera más daño que bienestar.

La reacción de López Obrador ante el resurgimiento de Sicilia es de llamar la atención por decir lo menos, ha reaccionado como un niño al que le quitan la atención y acto seguido ha buscado descalificarlo , llamándolo como a todos los demás que no piensan como él, conservador, fifí, rematando con un increíble, “da mucha flojera, por eso no piensa siquiera recibirlo en palacio ni tomar en cuenta las propuestas que seguramente se levantaran en meses siguientes previo a esa gran movilización que se le avecina al presidente.

Hay un sesgo en mis palabras cuando hablo de Javier Sicilia por la entrañable amistad que a él me une, pero intentando ser objetivo, yo si vi ese dejo de odio e intolerancia por parte del presidente López hacia Javier Sicilia y lo que representa, no es una animadversión nueva, es ya añeja, tiene al menos 8 años, y parte de un sentimiento y de una realidad que a López Obrador le carcome las entrañas, y es que no obstante lo que él diga y presuma, cuando se autoproclama honesto, y con autoridad moral.

Y es que en su caso es una falacia, y reconoce muy a su pesar, que su hoy contraparte y posible némesis si tiene estatura moral, y eso lo devasta y lo minimiza.

Javier Sicilia si todo continua por este camino, está destinado a convertirse en lo que alguna vez yo proclame, se va a convertir en la conciencia del país, y López Obrador lo sabe, por eso busca minimizarlo, sin saber que al hacerlo lo engrandece.

Voy a citar solamente una breves palabras que intercambie con Javier apenas esta semana después del insultante mensaje del presidente, el lunes 18 de Noviembre que aunque breves para mi fueron reveladoras de lo que viene y a lo que se va a enfrentar.

JB.- ¿Cómo estas poeta? De nuevo en el ojo del huracán ya veo.
JS.-Si Jorgito ha sido algo increíble, estoy cansado, agotado, muy triste, muy triste.
JB.- Apenas pudo creer que el presidente haya dicho lo que dijo, me pareció un desatino enorme.
JS.-Es muy pequeño, muy chiquito, no sabe dónde está parado, no dimensiona el tamaño del horror.

Y con esto me quedo para hacer mías estas palabras como bandera y como discurso.

No dimensiona el tamaño del horror.

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