Por Hilda Sotelo
Twitter: @hildasotelo888
Si yo te contara mija, dicen las vecinas, las madres, las tías, las amigas, las abuelas, las colegas, las comadres mexicanas antes de que llegue una cascada de confesiones o desatoro de frustraciones que dejan a las jóvenes furiosas listas para ejercer justicia, ¡glorioso feminismo mexicano!
Sí sé pero no encuentro las palabras para decirlo, pensaban las abuelas o las madres mientras el abusador toma terreno para confundirnos con sus palabras, y así, confundidas nos han marinado para ser su plato ¡Ya basta!
Aquí, mi, si yo te contara, va para Myriam Gurba que concentra los fantasmas que me acosan a mí, maestra mexicana de la educación pública y escritora. Es extraño pero el nombre de Myriam llega a mí a través del veneno capitalista, es ella que usando la palabra pendeja en su columna Pendeja, You Ain’t Steinbeck: My Bronca with Fake- Ass Social Justice Literature y las redes sociales la que motiva o es el motor de una transformación urgente en cuanto a los sistemas de publicación y de expresión en las redes por parte de las maestras k-12 (kínder, primaria, secundaria y preparatoria). Ahora Myriam llega otra vez, aparece al ser castigada por escrachar a un violador.
#YoLeCreoAElla. Sin duda.
“Aquí vienen a pendejearlo a uno” decía mi madre. “Soñé que la palabra pendeja era como un aguijón que traemos las mujeres en el centro del corazón” Dice mi hermana. “El vato me dijo pendeja” dijo mi amiga. Y Myriam le dijo pendeja al altar del autor, o sea, les está tumbando el cantón, casa, chante a estructuras abusonas. Y claro, ella continúa su lucha y coloca sus broncas e ideas en la red social y a través de transmitir a sus estudiantes el “walk the talk” tan necesario en estos tiempos; el sistema educativo la castiga por eso, ¿cuántas veces las maestras nos callamos a nombre del decoro, las reglas, la “buena convivencia”, ¿cuántas veces reproducimos oprimidas y opresivas limpiando la casa del amo dentro de las aulas? Bostezo total.
Les cuento:
A Myriam Gurba le llega una invitación para reseñar el libro Suciedad americana (American dirt), que en su equívoca traducción se titula Tierra americana.
Myriam responde con la dignidad literaria necesaria para destruir lo que nos oprime. Myriam Gurba es maestra de preparatoria en LBUSD, en Long Beach en Los Ángeles, es escritora mexicoamericana y activista.
Imparte clases avanzadas de Psicología y has sido puesta en suspensión temporal por provocar disrupción o caos a través del uso de sus redes sociales, por escrachar a un violador en su camino. En realidad, Myriam está haciendo uso adecuado de las redes sociales. Nosotras lo sabemos.
Te cuento Myriam: En el 2006 me sucedió algo similar, según el director, yo estaba irrumpiendo el orden al hablar sobre el tema de migración con mis estudiantes en Austin High School, al decidir salir a protestar junto con ellxs el 31 de marzo del mismo año. Entonces, yo no tenía redes sociales, debería observar un protocolo y moral que no veía en los directivos del distrito escolar a quienes les pagan el triple del sueldo que ganamos las maestras.
A la educación pública en Estados Unidos la maneja el siguiente perfil: negocios, leyes, acedia, y solo tres años de experiencia pedagógica, ese es el candidato ideal para el puesto de superintendente y de ahí la cascada de directores y subdirectores simpatizantes y amigos del jefe.
Los administradores deben ser todo, menos cultos, si te fijas, las oficinas de las direcciones de las preparatorias no se distinguen por tener libros o arte. Tienen escritorios lujosos, sillas de piel, trofeos deportivos, peluches de la mascota escolar, playeras o nombres de triunfadores anglosajones, claro. Tienen a la secretaria que guarda celosamente la rigidez del sistema, disfrazada de una sonrisa amable por demás hipócrita, ellas se han convertido en los otros ojos del jefe. Y en ocasiones ellas son las que limpian la polilla para que el engranaje de la maquinaria siga funcionando ¡Creen fielmente en el establishment!
Si te fijas algunos salones de clase en las preparatorias son otro cantar, formamos nuestro propio cosmos en el aula, con nuestra cultura pedagógica; nos interrumpen constantemente para “observarnos”, práctica de vigilancia para sembrar miedo. “El pizarrón, los libros, el gis, no rajan leña” decíamos los maestros de antes. Ah, pero durante la época de exámenes estandarizados, el ambiente es tenso, ni los insectos se acercan porque aquello es pura amargura. Poco a poco a través de los años del ejercicio docente te vas encerrando en tu salón, desarrollas una relación triangular, yo-libros-estudiantes. Aquel dinamismo con el que emprendiste tu carrera solo lo mantiene vivo la esperanza, si no has permitido que el cinismo te coma.
¿La pasión por la enseñanza? Quien puede estar viva y apasionada en la era del casino zombie que menciona Giroux.
Te sigo contando: En el 2006 tuve que renunciar a Austin High School, porque el siguiente año escolar me asignaron un salón en el sótano, y casualmente me tocaba ser evaluada periódicamente. Me fui al distrito de Socorro, cruzaba a diario el puente internacional Zaragoza en mi motoneta, recuerdo haber solicitado la beca Fulbright de intercambio docente, pasé todas las pruebas por parte del comité de Fulbrigth y ¿qué crees Myriam? El director de recursos humanos no me dejó ir, “sure we will pay you while you go to Mexico to work with indigenous populations, what is that for? We do not need a teacher to bring more mexicanism here”. Lloré por tres días seguidos.
A Ciudad Juárez nos mandó la guerra Felipe Calderón, mi vecindario se empezó a vaciar porque el gobierno federal les asignó casa habitación a sus asesinos, todo cambió para mal. Llevábamos más de veinte años de feminicidios. Dejé de ver a mis amigxs. Renté un departamento en El Paso, desalojé mi casa en Ciudad Juárez, la destruyeron totalmente. Me asaltaron a mano armada, se llevaron mi paz, mi confianza, mi Jeep, mi bolso, me preocupaba el día a día de mi familia, amigxs y vecinos en Juárez.
La frustración se coló a mi útero, que recién se había vaciado consecuencia de dos abortos. Pensaba que iba a morir en cualquier momento. ¡¿Ya qué?¡
Te cuento Myriam, estoy en ausencia profesional y soy empleada del EPISD, imparto clases de AP, recién terminé el doctorado en Educación en UTEP, tengo tres novelas auto publicadas, orgánicas. Tengo mi residencia en ambos lados de la frontera.
Tengo ganas de mandar mi trabajo a volar y desahogarme en las redes sociales, sin reparar en los remilgos de las políticas escolares sobre el uso de las redes y el comportamiento social. O sea, las comportadas debemos ser nosotras, las maestras, no ellos. A Trump le permiten toda clase de desfogues pero a las maestras no. Debemos quitar ese candado.
Empezando ya.
En El Paso al 2019 las cosas empeoraron, han asesinado a 22 mexicanos en un establecimiento opresor, donde el 90 por ciento de la población somos mexicanos. El director de Bowie High School ha eliminado las clases de español, no permite que se amplié el horizonte del idioma.
Propuse enseñar Español 5, Literatura, él me veía burlón. Durante el 2018, me ofreció un salón grande, yo lo pinté de colores, mis estudiantes tomaron las paredes, dibujaron pirámides, poemas en Nahualt. Él tenía un plan que no compartió conmigo, despedir a la otra maestra y saturarme las clases con 45 estudiantes cada una. Eliminar las opciones del idioma para convertir el plantel en “English only”. Lo está logrando respaldado por el mismo distrito.
Los puentes internacionales tienen compuertas, los han cerrado en la última protesta que organizamos en torno al asesinato de Isabel Cabanillas, artista feminista juarense. Lxs activistas mexiocamericanxs me veían con el miedo en los ojos, “vamos a tomar el puente, ¿es posible?” Solo les dije que habláramos de lo imposible porque de posibilidades estamos hartxs como dijo María de Jesús, curandera zapatista.
Te digo que al fracaso de la beca Fulbrigth le siguió el literario, empecé a escribir en el 2009, espontanea, orgánica, sincrónica, canalizando, transmitiendo, ¡me metí en tremendos líos! Para cuando quise volver a la “cordura” que te dicta la academia, yo ya estaba despreocupada por encajar, dejé las clases de CRW. El nivel de misógina del maestro estaba en su punto más álgido. Lo escraché en mi blog, me auto cerré la puerta universitaria y abrí mis propias puertas psíquicas, ¡otro lío! Pero al menos esté mitote era mío, escribía realidades paralelas basada en la identidad que le veía a los cuerpos de algunas amigas, ¡felicidad!
Te cuento que, resignada, me anticipé al fracaso literario para localizarme y recuperar mis espacios en la frontera, Ciudad Juárez-El Paso, donde vivo, donde habito, de donde han intentado desalojarme en repetidas ocasiones.
Esperanzada fui viendo la grandeza que se encuentra en la dignidad, la dignidad de mi identidad femenina, mexicana, fronteriza, bruja, feminista, docente, escritora, curandera, neplantlera. Lo que anticipaba como fracaso debido a la misoginia en Ciudad Juárez y la categoría de segunda en los distritos escolares por ser maestra de español y educación o hablar el inglés con acento, ese fracaso se fue transformando en éxito, pero no en el éxito hegemónico del gran ruido que confunde, el que usan los opresores cuando dan patadas de ahogados porque se les van sus víctimas.
Mi éxito estaba dentro, en el encogimiento del corazón cuando renuncio o empiezan mis pasos a romper el pacto patriarcal capitalista viviendo en Estados Unidos y México. Renuncio a grandes sueños americanos: casa hermosa, esposo, auto, hijos, gran sueldo, o contratos millonarios con editoriales de prestigio. “Cuando te salga la escritura en inglés nos avisas” todavía guardo el correo que me mandó una pequeña editorial de EP que vende libros bilingües.
En el 2013 todavía no recibía propuestas en español. Ni modo, hasta eso se me negaba acceder a editoriales chicas, entonces, las voces en mi cabeza empezaron a ponerse de acuerdo, ¿para qué necesitas grandes editoriales y premios si todxs vamos a acabar donde mismo, en las redes sociales, en internet y nos vamos a estar leyendo unas a otras?
Algo así como la sabiduría que leía en los camiones cuando era niña allá en Monclova Coahuila México, “no me preguntes para donde voy, todos vamos pa viejos” decía el chofer. “Como me ves te verás” decía la calaca. Ya sabes Myriam, tú tienes toda esa sabiduría ancestral y es lo que los gringos no quieren que saques por eso no te dan el contrato millonario, ¿para qué si ya se les llenó la panza del self-fulfilling prophecy? Andan bien ocupados buscando a otras Jeanines, falsas, mamonas, insensibles.
A lo mejor, contrario a la tradición literaria europeísta, la nuestra es continuar la tradición de la memoria, abrir nuestros textos para intervenciones varias y a la recreación colectiva. Sí, así como lo hacían las antepasadas, transmitían al instante lo necesario, cito a Elena Yásnaya. Es lo que hago en este momento, te transmito y acompaño porque sé lo que se siente ser escoltada para sacarte de tu espacio de trabajo.
Recuerdo cuando fui llamada a la dirección por parte del director Pokulda, estaban cuatro policías en su oficina, se me fue la sangre a los talones, pensé que algo terrible estaba pasando. Nada, era el berriche del tipejo intimidándome y todo el sistema policial a su favor. Aquella situación tuvo desenlaces favorables, a Pokluda lo corrieron por varias razones, abuso de poder, entre otras. Yo me fui al año siguiente, tres años después empecé a escribir.
¿Sabes cuántas veces cambié de portada e intervine el libro Mujeres cósmicas, el libro que auto publiqué? Siete. Y yo pensaba que estaba loca, el patriarcado estuvo al tanto de mi salud mental, por todos lados me llegaba la nota de la urgencia por la terapia, la erudición que solo se alcanza en la escuela o leyendo a los autores que han resultado ser violadores, caso Juan José Arreola.
Te digo que fui descubriendo que mi éxito estaba en renunciar a los códigos que provocan sufrimiento, el mío y el de otras. Yo no quería competir con la blanca, yo solo quiero compartir con todas. Compartir lo que sabemos, lo que somos, reflexionar, leer, escribir, crear asambleas literarias. Competir significaba buscar los acomodos para encajar, no, eso no iba a suceder. No me iba a reproducir hasta ensartarme en el mismo falo. No lo hice. Hablo desde las dos orillas. Entro y salgo acuerpada, intento ser libre y feliz.
Reflexiono sobre mis privilegios que son muy pocos en realidad, los uso para beneficiar; el sacrificio otra vez, pero este no es un sacrificio que me deja amargada, ni golpeada, ni muerta. Esto es observar los cuerpos y la colectividad, leer, sentir, escribir, transmitir lo urgente, lo necesario, esto no se trata de inflamar los números, las melodías, los efluvios, no, esto es orgánico, insitu. Here and now! Son las bisabuelas rarámuris de la sierra de Chihuahua pronunciando la eco escritura, son ellas, soy yo, nos/otras.
El mismo sacrificio estaba siendo descubierto, no soy mártir, no soy espectacular, quiero ser humana, y esa categoría o versión solo le correspondía a los hombres blancos, o a los hombres, la definición de felicidad y persona sigue en sus manos y de vez en cuando se la pasan a las manos de sus mujeres blancas, juegan, siguen sonriendo en el rapto.
Esos hombres blancos siguen cruzando la frontera hacia México, a servirse, a abusar de menores de edad, de mujeres. Hablan de negocios con los otros hombres, los que tenemos en nuestras tierras, habla de seguir ordeñado el planeta, hablan de abrir minas mientras satisfacen sus instintos depredadores, hablan de construir el muro, los alambres de púas con descargas eléctricas para proteger a una nación sedienta de seguir escuchando sobre violaciones, asesinatos desde adentro, batiéndose en sus miedos.
Te platico que en la renuncia fui encontrando la dignidad, la ternura, la verdad, formando la comunidad de pensadoras que no quieren llegar a la “cúspide” a contar que tuvo que pasar miles de sacrificios para “llegar” ¿llegar a dónde? Al redefinir las historias, las feministas de este tiempo, no dejamos espinas, ni difusiones que coronen nuestra desgracia, ¿por qué detrás de un gran éxito está una gran desgracia?
Me preguntaron lxs estudiantes, y solxs se respondieron, ¡ya basta eso es puro show! Ellxs lxs jóvenes y escritoras como tú, son la esperanza.