En El País

El segundo rescate de la industria petrolera




marzo 19, 2019

El presidente está decidido a recatar Pemex. La paraestatal sería la palanca de desarrollo de la “Cuarta Transformación”. La propuesta es audaz, el gobierno tendrá que competir con empresas extranjeras en su propio territorio

Texto: José Ignacio De Alba y Daniela Pastrana
Imágenes: Duilio Rodríguez y Lucía Vergara
Pie de Página

Ciudad de México – Marzo de 2019. En el aniversario 81 de la expropiación petrolera que dirigió Lázaro Cárdenas del Río, el presidente Andrés Manuel López Obrador anuncia nuevas medidas para resucitar la industria petrolera mexicana.
En su conferencia matutina, López Obrador afirma que redoblará la inversión para incrementar la producción de crudo y que, sólo este año, se abrirán 20 nuevos pozos petroleros en el sureste del país.
Otro de los planes estratégicos para el rescate de Petróleos Mexicanos (Pemex) es la inversión de 8 mil millones de dólares en la construcción de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, y la financiación de 4 mil millones de dólares para reparar las seis refinerías que ya existen el país.
Actualmente Pemex, la empresa nacional de hidrocarburos, opera por debajo de su capacidad e importa el 80 por ciento de los combustibles que se consumen en México, a pesar de tener una de las reservas petroleras más grandes del mundo.
El proyecto que López Obrador llama “Cuarta Transformación” está fincado en los recursos que se puedan obtener de la paraestatal. La proyección es pasar de la producción actual, de 1 millón 700 mil barriles, a 2 millones 600 mil barriles para el 2024.
Pero el nuevo gobierno nada contracorriente. Apenas la administración anterior abrió el mercado energético al sector privado con una serie de reformas constitucionales. El argumento que empeñó en ese momento el gobierno de Enrique Peña Nieto fue que la empresa era ineficiente y sólo se podía aumentar la producción petrolera con la participación de empresas privadas.
Sin embargo, cinco años después de esas reformas, la extracción de crudo se mantuvo muy por debajo de las estimaciones que se hicieron y el gobierno que asumió el poder el 1 de diciembre pasado afirma que lo único que se logró fue desmantelar la paraestatal. Pemex, dice López Obrador, “pasó de ser un negocio redondo a una empresa fracasada”.
¿Es posible remontar el abandono y ser competitivos otra vez?
“Va a ser difícil”, concede en entrevista el vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas. “Pero tenemos esa riqueza y hay que intentarlo”.

* * *

Hace un par de meses Pemex se ahogaba por la aparatosa burocracia, las deudas y la corrupción.
A pesar de que el gobierno entrante frenó las subastas de campos petroleros, algunas empresas nacionales y extranjeras lograron iniciar operaciones. Ahora, el gobierno asegura que fue “un rotundo fracaso” y “no les dio tiempo de llevarse todo”. Sólo se subastó el 20 por ciento del total de campos petroleros.
La renovación de la empresa petrolera es uno de los retos más grandes del nuevo gobierno. En la conferencia de prensa, el presidente asegura que no cancelará “ningún contrato que se haya suscrito con empresas particulares, nacionales o extranjeras”. Pero también aclara que su gobierno dará el apoyo “que sea necesario” para salvar a la paraestatal, que es además la mayor empresa del país, y buscará que no se endeude más. Incluso, dice, “si es necesario quitarle la carga fiscal, lo vamos a hacer”.
Actualmente el 87 por ciento del crudo que extraen las empresas privadas proviene de perforaciones donde Pemex ya trabajaba antes de las reformas energéticas aprobadas en 2013.
Las compañías no han ampliado sus operaciones, en gran medida, por el precio internacional del petróleo, que se ha mantenido bajo. Pero Jesús Ramírez está confiado en que en algún momento el precio comenzará a subir, porque “es un bien escaso”.

—¿El panorama internacional es viable? Porque da la sensación de que es un poco arrítimica esta apuesta…

—Arrítmica en la narrativa neoliberal, porque te puedo decir que en la narrativa de los países productores está el fortalecimiento de los sistemas estatales. Ningún país que tenga una lógica propia de apuntalamiento económico, y me refiero a los países que dependen del petróleo de manera importante, que no son colonias, tienen el apuntalamiento de la producción de la empresa estatal, y de la refinación. Ve a Trump, ve a China, que fue reforzando su industria de refinación. Entonces, te pregunto: ¿es viable la industria petrolera? Económica y financieramente, por supuesto que lo es, ¡por eso hicieron una reforma energética! Y es viable para Pemex, teniendo en cuenta que haya inversión productiva, que no se le endeude y que no se le saqueé, en esas condiciones, aún en este momento de extrema vulnerabilidad económica y financiera que tiene, es viable. Lo que pasa es que apostaron a acabarla.

* * *

Febrero de 2019. El gobierno de México extiende un paracaídas a Pemex. Aunque asegura que la empresa no está en quiebra, la nueva administración acepta que está “seriamente debilitada”, y para intentar salvarla realizará una inversión multimillonaria.
“Es el anuncio más relevante para nosotros”, dice el presidente López Obrador. Y en realidad, no tiene que decirlo. Se le nota en las sonrisas que reparte y en cada gesto de satisfacción mientras el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, presenta el plan económico para salvar a Pemex.
No es un plan pensado en los dos meses de gobierno, es un plan pensado durante tres décadas, las mismas que, desde la oposición, López Obrador ha enarbolado la defensa de la industria petrolera estatal como proyecto de vida.
El secretario de Hacienda es el encargado de anunciar que la empresa productiva del Estado dispondrá de 107 mil millones de pesos este año. Con estos recursos, la petrolera no tendrá que contratar nueva deuda y podrá aumentar el monto destinado para sus actividades de producción en 36 por ciento.
Más tarde, Hacienda emitirá un comunicado para aclarar que los apoyos para Pemex estarán acompañados del compromiso de la empresa de mejorar su eficiencia, lograr una reducción de costos y fortalecer su gobernanza, además de “contar con un plan integral de austeridad, el rigor en las licitaciones y, sobre todo, el combate a la corrupción que forma parte de los pilares fundamentales del nuevo gobierno”.
Por ahora, Urzúa solo atina a mostrar su incredulidad por el despilfarro de la administración anterior: “En el sexenio pasado se contrató Una deuda de alrededor del 3. 5 del PIB, durante 6 años, esa es una cantidad fabulosa. Debió haber habido una producción extraordinaria”.
El director de Finanzas de Pemex, Alberto Velázquez, explica los cuatro ejes de donde saldrá el dinero para el rescate de Pemex: 1) Capitalización, por un monto de 25 mil millones de pesos; 2) Monetización de pagarés de su pasivo laboral para “apoyar el programa de inversión de la empresa; 3) Reducción de la carga fiscal, y 4) Ahorros estimados por la administración federal derivados del combate contra el robo de combustible, que el gobierno inició en diciembre.
Pero a pesar de la felicidad del presidente, las medidas anunciadas no llenan el ojo a las calificadoras internacionales. Fitch Ratings reduce en dos escalones la calificación de la deuda de Pemex (de BBB+ a BBB-) y coloca a la paraestatal mexicana al borde de perder el grado de inversión. Por su parte, Citibank emite un informe titulado “Segundo Strike, plan de Pemex insuficiente de nuevo”, en el que asegura que la actual administración no tiene un diagnóstico apropiado del problema de la empresa, relacionado con la solvencia, aunado a que el gobierno es el único acreedor de la compañía. Por ello, no espera que Pemex sea más eficiente, ni más redituable. Los analistas dicen que “el gobierno ha adoptado una actitud reactiva en lugar de proactiva”. El mercado tenía expectativas de que la inversión directa de capital iba a ser mayor.
“Las calificadoras juegan su papel”, dice ahora Ramírez Cuevas. Luego explica que el recurso destinado “es insuficiente, sí, porque el saqueo es enorme. La deuda de Pemex es de más de 100 mil millones de dólares, es muchísimo. Entonces, el plan económico que programaron para Pemex era la quiebra. Fue una devastación”.
Sin embargo, hace referencia a un dato que ha dado el director de Pemex, Octavio Romero, en relación con la inversión en pozos exploratorios y de desarrollo: en 2012 la empresa llegó a perforar más de mil 200 pozos, de exploración y producción, y en los años siguientes fue bajando el número de pozos hasta llegar a 80 en 2017. En sentido contrario, las calificadoras le subieron de categoría, de BBB a BBB+ en 2017, cuando se estaba perforando apenas el seis por ciento de lo que se perforaba en el 2012.
“Y ahora, cuando el gobierno mexicano anuncia una gran inversión, bajan la calificación. Es decir, no es un asunto técnico, sino político”.

— ¿Tienen un plan de mitigación para los impactos ambientales?

— Por primera vez Pemex está atendiendo a todas las comunidades afectadas por la industria petrolera, sobre todo de Tabasco y Veracruz, tanto en salud como en contaminación ambiental y de lo que son las afectaciones de infraestructura y demás. Porque la intensificación de la operación petrolera tiene consecuencias y normalmente se le ha dejado a los gobiernos estatales o municipales, pero ahora Pemex lo está haciendo.

— Pero más allá de esta atención, ¿no hay una estrategia de mitigación, digamos con Semarnat, por los daños que pueda dejar esta apuesta por los combustibles fósiles?

— No se está apostando por los combustibles fósiles, pero es el principal recurso que tenemos. Se está cuidando el tema de que la producción sea con nuevos sistemas en los que la contaminación tenga el mínimo impacto. Se está apostando también por energías alternativas, pero ese es otro plan, eso es Comisión Federal de Electricidad y es energía: se está planeando tener parques eólicos y solares comunitarios, que es un modelo de desarrollo más social. El problema que tenemos ahí es el esquema de contratos que se dejaron. Lo que se tiene que pagar a los gasoductos es un equivalente a un Fobaproa, nada más por el puro tubo. Se están revisando otras obras en materia energética, pero hasta los parques eólicos están en la misma situación.

—¿Y tienen una estrategia de mitigación a los impactos sociales? ¿Para le gente que se opone a las obras? (Por primera vez en la charla, Ramírez se detiene a pensar la respuesta).

—Se va dialogar con toda la gente y se va a hacer proceso de acuerdo. Donde no hay acuerdo, pues veremos qué hacemos — dice por fin. — Hay que atenderlos, hay mesas de trabajo, se están atendiendo los principales focos de resistencia. Pero también hay todavía problemas por las inercias que arraiga Sener, la Comisión Nacional de Hidrocarburos, la propia Comisión Reguladora de Energía, de imponer. Hay gente en esas áreas que sigue con esos esquemas de la administración anterior. Pero en eso estamos…

—¿Y qué van a hacer con el sindicato?

—No podemos atacar al sindicato como gremio, pero todas las acciones que se han tomado han implicado reducir el espacio de control para hacer negocios o para que haya corrupción. Las entradas al control de operaciones se han reducido, el control del llenado de pipas en refinerías, de vigilancia de ductos, de transporte. Pero un problema a la vez, no se puede pelear al mismo tiempo contra todo.

* * *

Al anunciar su plan de rescate a Pemex, Andrés Manuel López Obrador dice que acepta el desafío de convertirla en una empresa productiva: “Acepto el desafío: vamos a sacar a delante a Pemex y va a ser una empresa productiva, que va a tener utilidades, que va a tener ganancias”.
Un mes después, al conmemorar los 81 años de la Expropiación Petrolera, un hito histórico donde Lázaro Cárdenas recuperó la soberanía sobre el petróleo que estaba en manos de compañías extranjeras, lanza un “desafío respetuoso” a los empresarios que ganaron contratos de la reforma energética pueden incrementar la producción petrolera: “Vamos a respetar todos los contratos que se firmaron en el marco de la reforma energética; no vamos a cancelar ningún contrato que se haya suscrito con empresas particulares, nacionales o extranjeras; más bien, lo que queremos es exhortar a quienes recibieron estos contratos para que inviertan, para que produzcan, porque hasta ahora no lo han hecho”.
López Obrador está decidido a todo para recuperar el control estatal de la industria petrolera. Rocío Nahle, la encargada de llevar a cabo el rediseño de la paraestatal, y Octavio Romero, director de Pemex, aseguran que están listos para la carrera. Sus equipos trabajan contra reloj para acabar la Refinería de Dos Bocas y el mantenimiento de las otras seis instalaciones de refinación.
¿Los empresarios aceptarán el reto?

“Este trabajo forma parte del proyecto Pie de Página Conoce más del proyecto aquí: http://www.piedepagina.mx“. #AlianzadeMedios 

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