Opinión

Chihuahua es un cementerio




junio 20, 2019

Itzel Ramírez

Sábado 15 de junio de 2019, Ciudad Juárez, Chihuahua: un guardia de seguridad fue asesinado a balazos.

Momentos antes, el uniformado se había negado a permitirle la entrada a su verdugo y a un acompañante a un fraccionamiento del sur de la ciudad.

El hombre fue solo una de las 28 víctimas que en menos de 40 horas murieron en todo el territorio chihuahuense, como reportaron algunos medios (https://www.milenio.com/policia/en-menos-de-40-horas-matan-a-28-en-chihuahua).

Juárez, Chihuahua y Cuauhtémoc fueron algunos de los municipios en los que tuvo lugar la jornada donde los términos “encobijado”, “ejecutado”, “abandonado” y “mutilada” -sí, una mujer mutilada-, fueron usados por redacciones de medios locales para describir otro fin de semana de asesinatos. También hubo víctimas en Camargo, Delicias y Carichí, este último enclavado en la sierra que en los últimos años ha sido motivo de disputa entre cárteles por el control del territorio como camino hacia la frontera.

De la matazón no hubo postura oficial de quienes, por elección propia, son encargados de la seguridad pública. Tampoco es que hubiera sido de mucha ayuda. Me aventuro a pensar -con conocimiento de causa-, que el gobernador Javier Corral, hubiera negado el incremento de la violencia “es golpeteo”, hubiese dicho. Una vez, incluso, el mandatario dijo que sí, que Chihuahua tenía mucha inseguridad, pero que había estados peores (¡menudo consuelo!).

El alcalde de Juárez, Armando Cabada, habría declarado que alzar un reclamo por la violencia es un acto propio de “oportunistas”. El fiscal general, César Augusto Peniche, habría dicho, sin duda, que el aumento de homicidios dolosos es una respuesta desesperada de los grupos delincuenciales que han sido acorralados por los grandiosos operativos y avances del gobierno chihuahuense en contra de la delincuencia.

Del presidente Andrés Manuel López Obrador ni qué decir. Probablemente hubiera dicho primero que él tiene “otros datos”, que no estaba enterado o que el señalamiento es hecho por la prensa fifí. Dicho sea de paso, me encantaría haber inventado esos episodios, pero no, han sido todos declarados por semejantes personajes.

Más allá de la sorna, me parece realmente preocupante que no exista autoridad alguna que reconozca que no puede, que algo debe hacerse, que no se puede negar la realidad: miles de millones de pesos equipos, nombramientos apantalladores, sacar al Ejército en las calles, nada ha servido para frenar esta espantosa situación en la que se halla el estado y, tristemente, todo México.

Va un dato que ilustra la dimensión de la matanza en Chihuahua. En este, el estado más grande del país, han sido asesinadas 22 mil 37 personas en los últimos nueve años (2010-2019). Son cifras; son también niñas, niños, adolescentes, madres, padres, hermanos, hermanas, hijos, hijas, esposos, esposas, novios, tías, primos, abuelas, nietos, vecinos, amigas, compadres, colegas…

Veintidós mil treinta y siete personas asesinadas, así nomás. ¿Estremece, no?

Ante el panorama, no hay quien dé manotazo para profesionalizar, de veras, a los agentes del Ministerio Público. O quien tome la sartén por el mango, dignifique a los policías y disminuya la infiltración; tampoco quien combata la desigualdad y ofrezca oportunidades reales de mejora de calidad de vida a las comunidades más vulnerables, en ocasiones cuna de la delincuencia. Mejor gastar dinero ajeno (público, claro) en hacer un tren maya sin estudios de impacto ecológico (López Obrador), en un panfleto propagandístico que nadie lee (Corral), o hacer eventos masivos con cantantes populares (Cabada).

Chihuahua es un cementerio, el resto del país, también.

DESDE LA FRANJA– Para resguardar la seguridad en Juárez, la segunda frontera con más cruces entre México y Estados Unidos, donde son retornados miles de migrantes, territorio considerado el más inseguro del planeta en algún momento, la Fiscalía General del Estado cuenta con mil 260 policías. De ese tamaño las prioridades.

***

Itzel Ramírez. Periodista con estudios en Ciencia Política y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sus trabajos periodísticos han sido publicados en Reforma y El Diario de Juárez. Actualmente realiza consultoría, investigación, análisis y diseño de
políticas públicas y construcción de indicadores de evaluación.

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