Crónicas de Juárez

La ciudad de la perdición




septiembre 29, 2019

… la antigua Paso del Norte todavía con las secuelas de destrucción de la guerra, comenzaría a cambiar su imagen radicalmente hasta convertirse en una especie de lo que después sería Las Vegas.

Crónicas de Juárez

Juan de Dios Olivas
Apuntes Políticos

Para 1919, México todavía no era pacificado en su totalidad. Pancho Villa irrumpía por última vez en Ciudad Juárez para atacar y Emiliano Zapata sería asesinado en Morelos. Sin embargo, ese mismo año, la antigua Paso del Norte todavía con las secuelas de destrucción de la guerra, comenzaría a cambiar su imagen radicalmente hasta convertirse en una especie de lo que después sería Las Vegas.

La promulgación en los Estados Unidos de la Ley Volstead, conocida más popularmente como “Ley Seca”, fue lo que cambiaría de hecho el rostro de la antigua villa ya convertida en ciudad. El mismo negocio la entrelazaría con Chicago que sería conocida como “la ciudad del crimen” mientras que Juárez, se ganó el mote entre los puritanos estadounidenses como la “ciudad de la perdición”, con una leyenda negra que perdura hasta la fecha.

Sin proponérselo, puesto que su objetivo era todo lo contrario, la prohibición detonó toda una industria del licor en la frontera de México con Estados Unidos y ayudaría a Juárez a reconstruirse de las secuelas de la guerra. Los servicios de entretenimiento, incluyendo la prostitución, se volverían el sector más importante de la economía a la par que las fábricas de licor instaladas especialmente para surtir de licor al vecino país en forma ilegal mediante el contrabando.

“Esta noche, un minuto después de las doce, nacerá una nueva nación. El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y modales limpios. Los barrios bajos pronto serán cosa del pasado. Las cárceles y los correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno”.

Así, el 16 de enero de 1920 el reverendo Billy Sunday –un antiguo jugador de béisbol convertido al evangelismo militante– arengaba a una multitud de 10.000 personas que celebraban en Virginia el funeral simbólico de John Barleycorn (nombre del whisky) y se regocijaban con los benéficos efectos de la ley promulgada a finales de 1919 que prohibía la manufactura y distribución de bebidas.

En la frontera con México era todo lo contrario. Los paseños cruzaban sedientos y escapaban a la Ley Seca, lo que representó oportunidades para los juarenses que en esa época enfrentaban dificultades económicas generadas por la destrucción que generó la revolución mexicana.

No sólo los consumidores de licor se apresuraron a visitar México: cantinas, bares y centros nocturnos, que existían en El Paso, comenzaron también a mudarse a Ciudad Juárez para seguir operando.

Los restauranteros siguieron el ejemplo de los bares y también se mudaron tan sólo para ofrecer a su clientela comidas con cerveza, vino o champaña que de la noche a la mañana eran un lujo en Estados Unidos.

“Se podría decir que Ciudad Juárez vendió su alma al diablo al aceptar estos negocios o giros negros, pero lo hizo simplemente porque no tenía entonces otra alternativa para su recuperación económica’’, refiere el historiador Martín González de la Vara en su libro Breve Historia de Ciudad Juárez y su región.

Los dividendos económicos fueron tales que los mismos empresarios paseños que al principio lanzaron una campaña para satanizar Juárez, uniéndose a quienes la calificaban como “la ciudad de la perdición” terminaron por promocionar la ciudad como atractivo y El Paso fue sede de convenciones nacionales.

En 1921, el presidente de “Sheldon Hotel Company”, declaró a El Paso Times y The Herald, que “Ciudad Juárez es nuestro capital más grande y apenas empezamos a comprenderlo”.

De igual manera, en 1923 la Cámara de Comercio de la vecina ciudad a través de magazines y periódicos llevó a cabo una campaña publicitaria a favor de Juárez, aprovechando el imán que significaban sus bares y casinos.

Aquí, pronto el Ayuntamiento presidido por Alberto E. Delgado, autorizaba la instalación de los casinos Tívoli Garden y el Keno, y al poco tiempo aparecerían El Palenque, Green Lantern y el Central Café, etc.

También destilerías de licor y fábricas de cerveza se instalarían. La cervecería El Paso Brewing Association se asoció con empresarios juarenses y abrió sus puertas bajo el nombre de Juárez Brewery o Cervecería Juárez.

En 1921 se instalaron la fábrica de whisky The Western Distillery y las destilerías D&M y D&W, estas dos últimas provenientes de Kentucky.

En abril de 1926 se inauguraría el Coliseo Juárez, un espacio abierto dedicado casi a todas las facetas del entretenimiento, como peleas de box, gallos, carreras de caballos, de perros, kermesses y competencias atléticas.

El día de su apertura, 8 mil personas, vieron cómo Jack Dempsey noqueaba a cuatro contrincantes en fila.

Con el auge, también surgirían los problemas. Pronto, el contrabando de licor sería controlado por mafias que se hicieron célebres y se incrementaría la prostitución así como la venta de drogas y con ello, la ciudad adquiriría fama de perversa iniciando la “leyenda negra”.

Los grandes negocios se hicieron con la mafia italiana, la que en su esplendor lidera Alphonse Gabriel Capone, conocido como Al Capone, socio de políticos mexicanos y veteranos de la Revolución. Incluso hay versiones que relacionan el negocio del licor con quien sería después presidente de México, Abelardo L. Rodríguez y el gobernador Rodrigo M. Quevedo, este último señalado en las memorias de La Bandida, Graciela Olmos como quien la recluta para este negocio. De la élite social, no se diga, las familias juarenses más encumbradas surgieron de este negocio.

Las visitas del capo, se daría lo mismo a Juárez que a Tijuana. En esta última Al Capone, generaba tumultos, de acuerdo con testimonios recopilados por historiadores.

“En el casino Agua Caliente era yo jefa del check room (guardaropa) cuando una tarde, ¡ay!, los policías, la algarabía, un escandalazo, un gentío y los guardias que custodiaban a alguien… estilo película. Me acompañaban unas muchachas y nos preguntamos: ¿Quién vendrá? Y alguien contestó: Pues casi nadie: Al Capone”, relató Elena de la Paz de Barrón en un testimonio recopilado por la Universidad Autónoma de Baja California.

“No era feo, con una cicatriz chiquita en la cara y un sombrero plomo, precioso, de castor. Le entregué un ticket… él encantado, sonriendo, medio coquetón. Usted sabe, estaba yo chamaca… Todo mundo quería ver su sombrero… Ya después de que estuvo en el casino, a la hora de entregarle su sombrero, ¡purrún!, que da la propina con un billete de 50 dólares.

¡Fíjese usted: 50 dólares de ese tiempo! ¡Un carro valía 900!”, recordó Elena para exaltar la generosidad del capo.

Entre 1919 y 1920, se llegaron a documentar 400 mil visitas de turistas de todos los estratos económicos, entre las que destacaron la de personajes de talla mundial como el boxeador Jack Dempsey y la aviadora Amelia Earhart.

Un bar clandestino

La industria que generó el alcohol así como las fábricas eran legales en México, pero amenazaron la Ley Seca de Estados Unidos al iniciarse una era en la que el contrabando de licor fue incontenible.

“(Se contrabandeaba) toda clase de licor, principalmente whiskey, que es el que más se consume en Estados Unidos. Había whiskeys ingleses, que llegaban del interior de la República. Además aquí en Ciudad Juárez había dos fábricas de whiskey y ¡claro! esas marcas también se aprovechaban para introducirlos de contrabando”, dice un testimonio de Armando B. Chávez.

Muchos “se hicieron millonarios a base de eso y quien lo fuera a creer, ahora que tengo más años veo que las mismas gentes de aquellos tiempos, son ya señores de grandes negocios, que acumularon mucho dinero y que han ocupado altos puestos públicos”, agrega.

Y es que una caja de licor valía 100 dólares en Ciudad Juárez y se vendía hasta en 6 mil dólares en el interior de Texas.

Por eso, muchos corrían gustosos el riesgo de enfrentarse a la ley.

“Hubo muchas balaceras en el río; los rangers disparaban y les respondían los contrabandistas. Yo vi un caso curioso de un muchacho mexicano que a caballo tumbó el animal, se parapetó tras él y ahí se estuvo jugando la vida. No va usted a creer, pero hizo que se retiraran los rangers y fue tan valiente que levantó el caballo, lo monto y se internó a El Paso, Texas, con su cargamento de licor”, dice Chávez.

En el enclave de Córdoba, todas las familias se dedicaban al contrabando en sus diversas modalidades, lo que llevó a que por presiones de Estados Unidos, las autoridades mexicanas expropiaran los terrenos y desalojaran a sus habitantes.

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