Opinión

Para eso nos alcanza




octubre 4, 2019

Itzel Ramírez

Ciudad Juárez –Por cientos se reproducen las historias de la llegada de grupos de la delincuencia organizada que trastocan la vida cotidiana de los habitantes de las comunidades de prácticamente todo el país.

Aunque las formas son distintas (en grados de violencia), el común denominador es que los recién llegados han conseguido el control de tal o cual territorio, si no es que lo disputan, frente a otro grupo rival, igualmente del crimen organizado.

Hace pocos días, el semanario Zeta explicaba cómo la pugna por el Valle de Mexicali había aumentado el número de asesinatos entre grupos rivales en la región, zona fronteriza entre México y Estados Unidos y ruta del paso de la droga de Sonora a Baja California.

De acuerdo con lo publicado por Zeta, 50 personas habían sido asesinadas en el Valle de Mexicali como consecuencia de la disputa entre dos células delictivas, ambas originarias del Cártel de Sinaloa.

El asesinato de Julio César Aguilar García, alias “El Vaquero” -antaño lugarteniente de Ismael “El Mayo” Zambada-, a manos presuntamente de sicarios del grupo de “Los Salazar”, habría sido una de las claves para entender la pugna entre los delincuentes, de acuerdo con fuentes de inteligencia citadas por el semanario.

Aguilar García, indica el relato, fue aprehendido en 2011 y este año había sido liberado y tenía la intención de recuperar el control de la zona para “El Mayo”. Las labores de inteligencia de quienes coordinan la seguridad pública no habían tomado nota del regreso de Aguilar García.

Acerca de ese asesinato y de otros más ocurridos en el municipio de Mexicali, el entonces alcalde, el panista Gustavo Sánchez Vázquez, informó que eran producto de una disputa entre grupos del narco.

Igualita es la respuesta que, por ejemplo en Chihuahua, da el fiscal general del Estado y los fiscales de zona cada vez que se les cuestiona sobre los asesinatos. Eso y que se está trabajando en coordinación con todos los órdenes de gobierno se han vuelto las muletillas de todos los funcionarios responsables de la seguridad pública en México.

Quienes escuchamos o leemos estas declaraciones, creo, hemos entrado también en la costumbre de que nuestra cotidianidad está condicionada por el grupo que mande en la “plaza” (esa espantosa palabra que convierte la tierra en objeto de disputa). Se nos advierte, advertimos también, que viajar a tal lugar, salir a algunas horas, transitar por ciertas zonas no es recomendable, la situación ahí está “caliente”.

Desde hace ya muchos años, los miles de millones de pesos destinados a la seguridad, las labores de inteligencia nacional y extranjera, el equipamiento en equipo táctico y de comunicación, las capacitaciones y todos los recursos gastados para combatir al crimen, sirven solamente para decir quiénes se pelean, para evidenciar que hay una pugna por el liderazgo, que unos grupos se crean, otros se fortalecen y unos más desaparecen; los responsables de la seguridad ni siquiera se sonrojan para declarar que han perdido cualquier margen de acción y que bajo su amparo suceden sin cesar crímenes en todo el país.

Subrayémoslo, por voluntad propia han llegado los servidores públicos a sus puestos. No les elegimos, no les pagamos para que nos digan que la inseguridad se debe a que los narcos se pelean el territorio como un mercado más.

¿En serio, para eso nos alcanza?

¿Qué puede hacer una persona común cuando sus autoridades reconocen que la peligrosidad ha aumentado porque fulano se pelea con zutano por el hueco dejado por mengano?

¿Cómo pasamos a ser el país que tolera los desplazamientos, desapariciones, fosas clandestinas, asesinatos, torturas, secuestros, con gobernantes que se atreven a decirnos en la cara que sí, que los narcos se pelean el país y que ellos se coordinan y ya, sin que mejore el panorama?

DESDE LA FRANJA. Este 3 de octubre, el Ejército mexicano protagonizó un desfile de 30 minutos por la avenida 16 de septiembre, que atraviesa el Centro Histórico de Ciudad Juárez. Vehículos, personal médico, tropa, músicos, todos castrenses, pasaron frente al alcalde y al representante del gobierno federal en Chihuahua. En la misma jornada, cuando menos cinco personas fueron asesinadas en la ciudad; ante eso, la “Gran Fuerza de México” no metió ni las manos.

***

Itzel Ramírez. Periodista con estudios en Ciencia Política y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sus trabajos periodísticos han sido publicados en Reforma y El Diario de Juárez. Actualmente realiza consultoría, investigación, análisis y diseño de
políticas públicas y construcción de indicadores de evaluación.

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