Crónicas de Juárez

Samalayuca, 10 mil años de historia




octubre 20, 2019

Sus dunas y sierras han sido testigos del andar de Juan de Oñate, Benito Juárez y Pancho Villa, así como otros personajes que marcaron el curso de la historia aun en condiciones adversas como las que brinda un desierto

Juan de Dios Olivas
Apuntes Políticos

Ciudad Juárez – Miles de años antes de que Juan de Oñate llegara con su espada a conquistar el actual norte de México, cazadores recolectores que se convertirían en los primeros pobladores del continente americano, cruzaron por las dunas de Samalayuca y la serranía que la rodea donde encontraron un oasis.

A su paso dejaron huellas de su andar, lo mismo puntas de flecha, que representaciones gráficas talladas o pintadas en las rocas, una forma de comunicación para organizar la caza o convivir con sus dioses.

Se cree que aquellos primeros habitantes la habrían de bautizar como Samalayuca, palabra considerada de origen náhuatl, que probablemente describe sus paisajes y condiciones adversas, pero que sin lugar a duda encierra un misticismo presente hasta la actualidad.

Se localiza entre los municipios de Juárez y Guadalupe, abarca más de 63 mil hectáreas y es el cuerpo de dunas altas formadas por los procesos eólicos más extenso de América del Norte.

La presencia humana más antigua en la región y en particular para Samalayuca, se remonta a 10 mil años, de acuerdo con investigaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Pero sus dunas y sierras han sido testigos del andar de aquellos personajes que marcaron el curso de la historia aun en condiciones adversas como las que brinda un desierto.

La primera vez que los hombres blancos la vieron con sus ojos, fue en 1598 cuando integrantes de la expedición de Juan Oñate, en su búsqueda por establecer la ruta más directa a Nuevo México, conocieron las enormes olas de arena blanca, similares a las del desierto del Sahara en África.

Este grupo de expedicionarios se adelantó a Oñate para localizar pozos de agua o manantiales para poder abrir el camino y en su hazaña se perdieron en el desierto y casi mueren de sed, refiere Robert Schmidt en el primer tomo de la obra Historia General de Chihuahua.

Y habrían fallecido a no ser porque un indio cautivo trazó un mapa en la arena para orientarlos y señalar el paso seguro, ruta que se convierte en parte del Camino Real Tierra Adentro y en la actualidad en un tramo de la carretera Panamericana

A partir de ahí, por esa ruta habría de transitar los colonizadores del norte quienes habrían de conquistar el llamado territorio bárbaro; México habría de ser invadido en una guerra donde pierde la mitad de su territorio; Los apaches la atravesarían luchando por su sobrevivencia.

También Benito Juárez viajaría por sus dunas e incluso su carruaje quedaría atascado en ellas, más no su deseo de salvar a la Patria de los franceses, quienes no lograrían cruzar esa barrera inhóspita.

El ferrocarril lo atravesaría en su parte sur y el desierto se convertiría en testigo del transitar del hombre a la modernidad, pero también de la lucha por lograr mejores condiciones entre los mexicanos ya que sería escenario de la primera huelga ferrocarrilera en el País en el siglo pasado y años después de una de las epopeyas de guerra más importantes de la Revolución mexicana protagonizada por Francisco Villa: la Batalla de Tierra Blanca.

Los primeros pobladores de América

De los primeros peregrinar todavía dentro del periodo conocido como Holoceno, asociado a la extinción de la mega fauna (mamuts y otras especies) en el norte de América, los investigadores han hallado en la actualidad vestigios que corresponden a puntas de lanza que fueron utilizadas por grupos nómadas cazadores, pescadores y recolectores.

Mientras que del periodo Arcaico, del 6500 a.C. al 500 d.C., se han encontrado puntas de dardo (para átlatl), navajas, cuchillos, raspadores y las primeras evidencias de representaciones gráficas sobre la roca –petrograbados y pinturas rupestres–.

Sin embargo, no fue sino hasta el 500 d.C. cuando se presenta un aumento en la población circunvecina en el área de Samalayuca, la cual fue conformada por grupos de seminómadas quienes utilizan la cerámica en su vida cotidiana, puntas de proyectil para arco y flecha.

También continúan utilizando las grandes rocas de la sierra de Samalayuca para crear manifestaciones gráficas para comunicarse entre ellos ya sea para organizar actividades caza, educación o con fines ceremoniales.

Nada más de esa época, el INHA tiene localizados y estudiados 18 sitios arqueológicos la mayoría en las laderas de la sierra de Samalayuca.

Así, no es extraño que a la llegada de Juan de Oñate sea un nativo que llevaban prisionero el que les señale la ruta a seguir y por supuesto, los famosos ojos de agua, que les habrían de ayudar para no morir en medio de las condiciones adversas del desierto.

La expedición integrada inicialmente por 440 hombres, 130 familias a bordo de 83 carretas, con provisiones y siete mil cabezas de ganado atravesaría el desierto y el 4 de mayo de 1598 cruzaría el río por donde se levantaría el cruce al que previamente denominó “El Paso del Río del Norte”; y aunque no fundó ninguna población permanente, sí quedó señalado el carácter estratégico de la región dentro del
Camino Real Tierra Adentro.

Esta ruta fue la principal vía de comunicación del reino Español, al norte de la Nueva España, y permite a los conquistadores avanzar estableciendo en cada sitio un presidio o una misión para defenderse de los chichimecas y otros grupos nómadas bravos, lo que dio origen a nuevos asentamientos humanos, donde se establecieron, haciendas, comercios, iglesias y viviendas.

Sin embargo, tras la llegada de los españoles, Samalayuca se quedo deshabitada por muchos años, sólo era frecuentada u ocupada de manera temporal por los apaches.

El militar Nicolás Lafora, integrante del Cuerpo de Ingenieros Reales de la Corona, tras inspeccionar el norte de la Nueva España, alerta de los peligros que hay en uno de los ojos de agua de Samalayuca.

“Es menester llegar a él con cuidado, pues los enemigos (apaches) le frecuentan, y al abrigo de la espesura de sus orillas, suelen sorprender y matar a los pasajeros”.

Un lugar sagrado

En una de sus últimas jornadas que hacia el presidente Benito Juárez con su gabinete y el batallón Supremo Poderes para llegar al Paso del Norte, los coches caminaban despacio por el camino que pasa entre los cerros de La Felipa, donde el terreno era duro; pero más adelante tuvieron que caminar más lento porque el terreno se volvía arenoso.

Habían llegado a los médanos de Samalayuca, refieren los hermanos Escobar, en un escrito rescatado por Graciela Altamirano y Guadalupe Villa en el libro de Chihuahua, textos de su Historia.

“Hay un pedazo de médano alto que se ve actualmente por la vía del ferrocarril entre Samalayuca y Médanos y allí no pudieron seguir los tiros que arrastraban los coches”, refiere el texto.

Juárez y sus acompañantes bajaron de sus coches, pero fue inútil, no pudieron moverlos ya que las bestias estaban cansadas.

Así pasaron una parte del día hasta que uno de ellos tuvo la idea de conseguir una yunta de bueyes en la hacienda de Samalayuca, propiedad de Inocente Ochoa.

“Tardaron mucho en llegar con los bueyes. Sería digno de un hermoso cuadro el pintar al Sr. Juárez, con sus ministros y resto de su comitiva, al lado de sus coches y con los tiros cansados en medio de aquel desierto desolado, sin poder caminar más adelante y expuestos quizá a ser presa de los apaches o de los traidores que hubieran ido persiguiéndolos”, añade.

Sin embargo, las yuntas llegaron y pronto pudieron salir de los médanos en medio de la algarabía y caras alegres.

“Yo veo en mi imaginación aquel cuadro cada vez que paso en el tren por aquel lugar del médano alto que está entre las estaciones de Samalayuca y Médanos y me parece aquel un sitio sagrado”, dice.

En esa zona, Inocente Ochoa construye desde la época de Juárez la hacienda de Samalayuca en torno al Ojo de la Casa y desarrollar con éxito la ganadería para abastecer de carne a la población de la región.

Las vías del ferrocarril entre México y Paso del Norte empezaron a construirse en 1881 y dos años después estarían terminadas.

En Samalayuca se construye una estación de combustible y agua para dar servicio a los trenes y es ahí donde se asientan ferrocarrileros y sus familias y fundan el poblado.

En sus primeros momentos protagonizarían una de las primeras huelgas en el País durante el periodo del porfiriato.

Los huelguistas serían de los primeros en luchar por mejores condiciones laborales al exigir igualdad de salario frente al de los trabajadores extranjeros.

Sus pocos habitantes lograron sobrevivir en un principio con la creación de un mínimo intercambio comercial con la tripulación del tren y sus pasajeros.

En marzo de 1913, tras el asesinato de Francisco I. Madero, Francisco Villa regresó de Estados Unidos a México, y con sólo 8 hombres cruza las aguas lodosas del río Bravo por la zona de Zaragoza, en Ciudad Juárez, llevando una dotación de 500 cartuchos por cabeza, un kilo de café, un kilo de azúcar y medio de sal.

Cabalga toda la noche y llega a Samalayuca, donde al amanecer almorzó en la ex hacienda del Ojo de la Casa para después partir a la hacienda de El Carmen, en San Buenaventura y recorrer varias poblaciones más en las que se le sumarían centenares de hombres, principalmente campesinos, rancheros, mineros, viejos compañeros de armas con los que fue armando su ejército y dando forma a la futura División del Norte.

Meses después Villa elegiría parte del terreno arenoso de Samalayuca, para protagonizar una de las batallas más importantes de la revolución, la de Tierra Blanca, en la cual derrota al bando huertista.

Después de la revolución, en 1921, Samalayuca adquiere la categoría de Comisaría y para 1925 tiene ya su primera escuela a cargo de la profesora Pepa Moreno. Siete años más tarde se inicia la construcción de la escuela primaria oficial, la cual fue inaugurada el 5 de mayo de 1934.

En la actualidad, bajo el liderazgo de Javier Meléndez, sus habitantes lograron desarrollar nuevamente la agricultura, la industria del turismo y cada año reciben lo mismo a visitantes de la región, que a provenientes del interior de México así como del extranjero.

Con un balneario en la ex hacienda del Ojo de la Casa, cabalgatas, recorridos guiados por los petrograbados, cultivando calabazas y otras hortalizas, mantienen convertido en un oasis para los viajeros esa zona que fue recorrida miles de años antes por los primeros pobladores de América.

***

FUENTES: (Guadalupe Santiago Quijada, Samalayuca, en http://docentes2.uacj.mx/rquinter/cronicas/samalayuca.htm; Los bueyes de Samalayuca, Romulo Escobar, en Chihuahua, textos de su Historia; Martín González, en Breve Historia de Ciudad Juárez y su Región; Camino Real Tierra Adentro, www.inah.gob.mx; Historia General de Chihuahua)

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