Crónicas de Juárez

La rebelión de los indios Pueblo




septiembre 6, 2020

Los indígenas de casi todas las misiones nuevomexicanas se unieron y expulsaron violentamente a cerca de 2 mil habitantes novohispanos, en la que se considera la rebelión más exitosa en toda la historia de la Nueva España en contra del imperio español, la cual también dejaría su huella en Paso del Norte

Juan de Dios Olivas / Especial para La Verdad

En 1680, bajo el liderazgo de Popé, los llamados “indios Pueblo” de la región de Nuevo México, descendientes de la cultura Anasazi, se rebelaron y lograron expulsar de sus territorios a los españoles.

El alzamiento se dio a más de dos décadas de distancia de la fundación de la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte, la cual se convirtió en refugió y sede del desplazado gobierno español de Nuevo México.

Someterlos a trabajos forzados en tierras e iglesia, pagar tributo y diezmo sobre la producción agrícola, fueron las causas del estallido violento.

Los indígenas de casi todas las misiones nuevomexicanas, ayudados por los apaches se unieron y expulsaron violentamente a cerca de 2 mil habitantes novohispanos, en la que se considera la rebelión más exitosa en toda la historia de la Nueva España de los pueblos nativos en contra del imperio español, la cual también dejaría su huella en Paso del Norte.

La rebelión se dio luego de que Popé, originario de San Juan de los Tewa, quien practicaba creencias religiosas propias de su cultura, fue arrestado junto con más de 40 líderes religiosos acusados de practicar “brujería.

Tras la ejecución de tres de los arrestados, en la capital Santa Fe se dio un levantamiento indígena que terminó cuando el gobernador español Antonio de Otermin ordenó liberar a los prisioneros.

La liberación no dejo satisfecho a Popé quien viajó a Taos, al norte de Nuevo México, donde se cree planeó la rebelión y pese las diferencias de idiomas y distancia, consiguió apoyo de las comunidades originarias y logró reunir a más de 8 mil guerreros que el 10 de agosto de 1680 simultáneamente atacaron los asentamientos fundadas por los españoles.

Tres días después los poblamientos españoles de Nuevo México habían sido ya destruidos y se iniciaba el asalto final sobre Santa Fe, ciudad que fue rodeada por los rebeldes quienes cortaron el acceso al agua.

El asedio de los indios Pueblo forzó a salir al gobernador Otermin que se había atrincherado en el Palacio de Gobierno y embestir a los rebeldes para obligarlos a retroceder y ganar tiempo para que la población abandonara la ciudad y huyera en retirada hacia la misión de Guadalupe en Paso del Norte dejando atrás a 400 colonos muertos en la batalla y a 30 franciscanos.

Los españoles sobrevivientes se reorganizaron y se dirigieron a buscar refugio a la Misión de Guadalupe, donde los indios Mansos y Sumas habían rechazado en ese momento unirse a los rebeldes, aunque poco después también se sublevaron provocando que muchos colonos españoles huyeran a Parral.

Entre quienes llegaron a refugiarse se encontraba Antonio de Otermin, el gobernador de la Provincia de Nuevo México, con sede en Santa Fe y quien habría de radicar 13 años en la Misión de Guadalupe donde instaló su gobierno.

Durante su estancia en la antigua Paso del Norte, el gobernador delineó el terreno situado frente al templo, para que en este lugar se construyera un jardín, el cual posteriormente vino a ser la plaza principal.

Otermin también demarcó las calles adyacentes y estableció el primer grupo habitacional alrededor de la plaza.

El objetivo era cumplir con una ordenanza de la Corona que databa de la época de los Reyes Católicos (1480), cuando se decretó construir las llamadas “Plazas Mayores” en lugares con suficiente espacio abierto para celebrar el mercado e instalar las casas consistoriales de los Ayuntamientos.

Un censo levantado en ese entonces mostró que los sobrevivientes a la rebelión de los indios Pueblo eran mil 946 personas.

Con ellos, las autoridades civiles y religiosas comenzaron a organizar el asentamiento en las fértiles y amplias márgenes del río Grande y en cuestión de meses, los recién llegados, en el exilio cambiaron su forma de vida y con ello la región donde se asentaron.

En un principio, los refugiados se asentaron en cuatro campamentos o campos reales, uno en la Misión de Guadalupe y los otros tres consecutivamente a 8 kilómetros de distancia entre cada uno de ellos, río abajo: San Pedro de Alcántara, San Lorenzo y Santísimo Sacramento.

Al mismo tiempo, Otermin se reorganiza para reconquistar Nuevo México, pero fracasa y es depuesto como gobernador.

A finales de 1681, el rey Carlos II autorizó la erección del primer Presidio de Nuevo México, ubicado en Paso del Norte, con una compañía de 50 elementos y dio el nombramiento provisional de villa a la comunidad fundada por fray García de San Francisco, que a partir de entonces sería conocida con el nombre de Paso del Norte.

También ordenó la construcción de un fuerte que nunca se concretó debido a que no hubo un acuerdo sobre el lugar a erigirse, lo que permitió a los soldados vivir sin acuartelamiento y poseer con frecuencia ranchos y tierras.

En 1685, el nuevo gobernador de Nuevo México, Diego de Vargas Sapata y Ponce de León Contreras, vino a Paso del Norte a inaugurar el Presidio ordenado por la Corona y le dio el nombre oficial de Nuestra Señora del Pilar y de San José.

Ese día fue nombrado José María Gracia, como primer alcalde mayor del Rey para la villa Paso del Norte.

El Presidio, cuyo edificio es ocupado actualmente por el Centro Municipal de las Artes (CEMA), se ubicó a espaldas de la Misión de Guadalupe y sus muros albergarían al poder político de la ciudad hasta 1983, cuando dejó de utilizarse para cambiarse a la actual Presidencia municipal.

Para 1685, Popé había muerto y tras faltar un liderazgo, los indios Pueblo fueron conquistados nuevamente y Nuevo México recuperada con refuerzos enviados por la Corona española.

Para evitar nuevas rebeliones, los españoles otorgaron a los indios Pueblo mayor libertad para realizar sus prácticas religiosas, ya no se les obligó a ser mano de obra para los colonos y se les reconoció la propiedad legítima de sus tierras, aunque bajo el dominio de la corona española.

***

Fuentes: Ignacio Esparza Marín, en Monografía Histórica de Ciudad Juárez (tomo dos); Martín González de la Vara en Breve Historia de Ciudad Juárez y su región; Armando B. Chávez en Visión Histórica de la Frontera Norte de México; Luis Aboites, en Breve Historia de Chihuahua)

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