Opinión

Cuidar




enero 28, 2021

Del feminismo he aprendido que los cuidados posibilitan la sostenibilidad de la vida. Pero también que su distribución injusta imposibilita la vida digna y plena de las mujeres, en quienes recae la carga social histórica de cuidar de los demás

Celia Guerrero
Twitter: @Celiawarrior

Mi abuela aún era niña cuando ya era la encargada de cuidar a una de sus hermanas, una bebé recién nacida que al cabo de un par de meses murió. No recuerda la fecha ni la edad exacta que tenía entonces, calcula que debió tener 7 u 8 años. Lo que sí recuerda es que cuidaba de la bebé porque sus papás trabajaban, dentro y fuera de casa, y ella era la hija —mujer— mayor. Describe que un día su hermanita se puso morada y murió de lo que un médico de pueblo diagnosticó como aire con alferecía.

Cuando mi abuela me contó esta historia destacó el hecho de que a ella, desde muy niña, le tocó cuidar. Atribuyó la muerte de su hermana a su inexperiencia: no estaba lista para cuidar, ella era quien debía ser cuidada.

Quiero escribir sobre cuidados y pienso que la manera más sensata de hacerlo es partir de mi experiencia y la de otras mujeres cercanas. Por eso cuento la historia del inicio de la vida de cuidados de mi abuela. Porque su vivencia desde entonces y a través de los años ha girado en torno a cuidar de otras y otros: hermanas, padres, parejas, suegras, hijos, nietas, bisnietos y también de personas sin parentesco. Siempre una máquina de cuidados, siempre al pendiente del desarrollo de los demás. Y no paró de cuidarnos hasta hace unos años, cuando su movilidad comenzó a disminuir y, resignada, poco a poco está aprendiendo a que seamos las otras y los otros quienes cuiden de ella.

Partir de la experiencia de mi abuela, quien por cierto también me cuidó durante mi niñez, me deja muchas reflexiones/dudas: desde cómo se ha modificado de generación en generación la noción de cuidar; hasta cuáles son las posibilidades reales de construir redes de cuidados justas en sociedades plagadas de desigualdades; pasando por la urgencia de politizar los cuidados en medio de una pandemia, con un presidente que considera la familia «la institución de seguridad social más importante del país”.

Del feminismo he aprendido que los cuidados posibilitan la sostenibilidad de la vida. Pero también que su distribución injusta imposibilita la vida digna y plena de las mujeres, en quienes recae la carga social histórica de cuidar de los demás.

Lo anterior es tan contradictorio como es absurdo y demente que el valor de las labores domésticas y de cuidados no remuneradas —realizadas en un 89 por ciento por mujeres— represente casi un 23 por ciento del Producto Interno Bruto de México. Para comparar, este mismo valor en otros países de Latinoamérica va desde el 15 por ciento. en Ecuador, al 25 por ciento en Costa Rica.

Si estas últimas cifras reflejan la distribución injusta y la dimensión económica del trabajo de cuidados antes de la pandemia, con la suspensión de clases presenciales en México que mantiene a 25.5 millones de personas en edad de ser cuidadas en casa durante el confinamiento, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, es tan solo obvio el incremento de las labores domésticas y de cuidados no remuneradas, en su enorme mayoría realizadas por mujeres.

En noviembre de 2020 la Cámara de Diputados aprobó una reforma constitucional que plantea que el Estado debe garantizar el derecho al cuidado digno, así como la creación del Sistema Nacional de Cuidados. Pero, se encargaron de que naciera sin presupuesto.

Con todo y ello, feministas que durante años han impulsado el tema lo consideran un hito en el avance de los derechos de las mujeres, infancias, adultos mayores y personas con discapacidad. El paso siguiente es crear la ley general para su aplicación y le corresponde al Senado.

Aunque la historia de vida de cuidados de mi abuela pueda parecerme lejana, para muchas niñas y mujeres es su presente. Por eso, cuando hablemos de cuidados y de la necesidad de cuidar y ser cuidados, no olvidemos el papel del Estado y del mercado que se beneficia del trabajo no remunerado. Y atentas en el avance para la creación del Sistema Nacional de Cuidados.

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