COVID-19

“Hay un resentimiento ideológico detrás de las críticas”




abril 21, 2021

Hugo López Gatell responde a científicos que cuestionan la gestión de la pandemia con un reclamo a la ausencia de ciencia en sus análisis. Reconstruye una historia de intereses en juego, principalmente económicos. Y apunta algunas pistas de los planes que el gobierno tiene para el sector salud. Lo deseable y lo posible en el tiempo que le queda.

Texto: Daniela Pastrana y José Ignacio De Alba / Pie de Página
Fotografías: Duilio Rodríguez

PARTE 2 de 2 / Lee aquí la primera parte

Ciudad de México– No es un informe de la Organización Mundial de la Salud, ataja Hugo López-Gatell. El subsecretario se refiere al informe sobre la gestión de la pandemia en México, presentado hace unos días por un grupo de especialistas de la Universidad de California y que, entre otras cosas, dice que el gobierno mexicano pudo evitar 190 mil muertes.

El dato parece desproporcionado, considerando que, hasta el momento de la difusión del informe, en el país hay un registro de 210 mil muertes confirmadas por COVID-19 y 417 mil muertes (por distintas causas) más de las que se preveían antes de la pandemia. Es decir, atribuye la mitad de la mortalidad de la pandemia en México a una mala gestión del gobierno federal (no habla de los gobiernos locales). Al subsecretario de Salud le sirve, sin embargo, para ilustrar como se da la información en México: “Hay medios que ya lo estaban esperando y que ya sabían cuándo se iba a publicar y ahí están las primeras planas que dicen que es un informe de la OMS…. Pues no. Es una mentira”

El aludido informe se llama “La respuesta de México a COVID-19. Estudio de caso” y fue elaborado en el instituto Global de Ciencias de la Salud, cuyo director ejecutivo es Jaime Sepúlveda, un reconocido científico que fue subsecretario de Salud en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. En el equipo de investigadores participa Eduardo González-Pier, quien diseñó el Seguro Popular junto con Julio Frenk, y luego fue subsecretario de salud en el gobierno de Enrique Peña Nieto.

López-Gatell traza la ruta para llegar a ese documento: El reglamento sanitario internacional contempla evaluación de la respuesta a las epidemias con dos mecanismos: el Comité de Examen, que se forma por una serie de personas que están en una lista de expertas (y en la que está incluido el propio López-Gatell) y son llamadas para una evaluación específica. Es un mecanismo interno, muy pegado a la Organización Mundial de la Salud, aunque las opiniones son independientes.

Hay un segundo mecanismo, más independiente aún. En ese grupo, que se hizo público hace varios meses, hay 20 personas, entre ellas, el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León. Ese fue el grupo que le asignó la tarea de la evaluación a Jaime Sepúlveda.

Su respuesta a los científicos es dura:

“No pongo en duda que el doctor Jaime Sepúlveda es un excelente profesional de la salud pública. Éramos, o espero que sigamos siendo, amigos. Lo conocí desde la pandemia de influenza, en el mismo grupo de salubristas que estamos Celia Alpuche, Mauricio Hernández, la gente del Instituto (Nacional de Salud Pública), vaya. Igual a Carlos del Río, el segundo autor principal. Con Eduardo González-Pier, otro de los que aparece ahí, estábamos trabajando una iniciativa del gobierno británico que se llama el programa de mejor salud, y que se interrumpió ahorita con la pandemia. Profesionalmente nos respetamos. Hasta ahí no veo problema de que haya discrepancias. Pero el documento, a reserva de leerlo con toda profundidad, carece de algunos atributos que se necesitarían para un documento de recomendaciones, sobre todo que se le entrega a la OMS, y del más mínimo nivel de rigor científico».

Explica:

“En ciencia se da evidencia. La evidencia se presenta claramente, se analiza y se ponen los métodos. Se interpreta con esos métodos la evidencia y se hace una interpretación congruente. Y se exploran múltiples posibilidades de interpretaciones alternativas. Gruesamente, así es la ciencia. Con todo respeto, es un poco inquietante que gente de tan alto nivel en la salud pública presente un documento tan básico”.

“Está bonito, elegante, pero básico: ausencia de una descripción de los métodos, referencias bibliográficas, no hay conexión entre aseveraciones muy enfáticas y evidencias. Clichés preconstruidos (pruebas, cubrebocas, que no se hizo mano dura) Vamos, con lo que empezó esta entrevista (publicada ayer en este mismo espacio): No ha logrado la humanidad tener luz sobre por qué no hay relación entre uso del cubrebocas y que tengas o no la tercera ola. Y pienso que es al menos desafortunado, si no triste, ver un documento así de gente tan profesional. Y la propia universidad… Eran… siguen siendo nuestros presumibles de la exportación de profesionales”.

Ciertamente, el documento no parece un paper científico. López-Gatell hace un par de anotaciones más:

“Yo no creo que sea casual el momento en el que apareció, el periodo electoral. Y ahí sí no se nos puede olvidar, irremediablemente, que el doctor Sepúlveda es de un partido político que gobernó México durante 80 años. Estructuralmente, su hermano fue canciller en el gobierno de la Madrid, él fue subsecretario con Salinas de Gortari. Eso no se nos puede olvidar”.

La segunda es un tema ideológico.

“Hay una parte que no puedo decir de un intercambio, unas cartas largas que no mandamos. Lo que sí puedo decir es… Cuando él publicó un artículo en Reforma, de estas columnas invitadas. Y era una sesgadísima critica, llena de clichés, bueno, casi lo que dice ahí es lo que dice ahora en este documento más elegante. A propósito de eso yo le mandé un mensaje, tuvimos un intercambio y de lo que me doy cuenta es de que hay un factor emocional de sesgo, algunas pueden ser de experiencia humana, todos tenemos gente que se nos ha muerto, y otra es un resentimiento ideológico, que es el de mismo de Julio Frenk, de (Salomón) Chertorivsky. Y es en el sentido de: ‘llegaron y dijeron que el Seguro Popular no servía, nos tacharon de corruptos’, etcétera. El documento de Sepúlveda es muy notorio que hay cero reflexión sobre la historia. ¿A poco teníamos un sistema de salud como el alemán el día 1 de la epidemia?

— ¿Y el de los exsecretarios?

— Ese está más bajito responde de botepronto, en referencia al documento La Pandemia en México Dimensión Social de la Tragedia  que fue publicado en septiembre del año pasado y firmado por seis exsecretarios de Salud—. Es un palomazo muy, muy bajito, el 80 por ciento de las citas bibliográficas son artículos de Nexos de Aguilar Camín…

Negocios afectados

 Las críticas se han centrado en una persona, la de Hugo López-Gatell…

— A mí me impresiona tanto odio a una persona. Más allá de que sea yo, pues, se me hace casi ingenuo el enfoque. ¿En qué cabeza cabe? Imagínese que duermo poco, pero no tendría que dormir nada para que yo hiciera los planes, el diseño de la reconversión hospitalaria, los modelos epidemiológicos, ahora la vacuna. No, obviamente es el gabinete en su conjunto, o una parte muy sustancial. El gabinete de salud: Zoé Robledo, su director médico, Víctor Borja; su director de prestaciones económicas, Mauricio Hernández, que es un experto en salud pública y fue subsecretario; en el ISSSTE Luis Antonio Ramírez; las personas asesoras, Celia Alpuche, Alejandro Cravioto… hemos ampliado, gente que está en las universidades. En fin. Ahí si necesito que las personas expertas en comunicación me expliquen por qué razón se concentran en una persona. Pero no creo que sea toda la gente, sino que sí es un grupo más o menos nuclear, donde los actores más notorios para mí son el sector empresarial, que ha sido afectado con las decisiones que tienen que ver con la salud. De la industria de alimentos, por lo del etiquetado, y de la industria farmacéutica, creo que hay un sector que no le ha gustado algunas decisiones con la compra de medicamentos y me ven como el diablo que vine aquí a quitarles sus privilegios. No creo que sea tanto de un fenómeno de partidos políticos, porque nunca he militado en partido alguno, sino de grupos de interés.

Decía que en 2009 se utilizó la pandemia para hacer negocios…

— ¡Uf, ¡que si se utilizó! ¡Horriblemente se utilizó!

López-Gatell es expresivo y muy enfático con las manos. Se nota que es un tema que le inquieta:

“Cuando  inició esta epidemia le dije una mañana al presidente: quiero hacer la alerta de que, conozco por mi experiencia de 2009, que hay cinco elementos por los que particularmente se va a buscar hacer negocios: pruebas diagnósticas, y en especial las pruebas rápidas, termocámaras y dispositivos para tomar temperaturas… ahora han aparecido más estos termómetros manuales, pero en ese tiempo lo que fue súper lucrativo fueron las termocámaras esas de aeropuerto, que no sirven y que desde entonces hubo un montón de artículos demostrando que se descalibran rápidamente, pero un aparatito de eso cuesta más que un ventilador… artículos sanitizantes: desde alcohol gel hasta túneles sanitizantes, compañías que vienen y sanitizan; obviamente equipos de protección personal, mascarillas, guantes batas, más allá de los esperado para la atención médica, los N95s en la vía pública siguen siendo hasta hoy  un despropósito. Y plataformas tecnológicas- Hemos recibido, en la secretaria… ya no porque saben que los bateamos, pero desde compañías grandes globales hasta proveedores chiquitos que quieren el negocio de la app, del esquema de rastreo, ahora se está poniendo de moda el pasaporte sanitario, datos biométricos”.

“Entonces, regresando al 2009, eso pasó y estos ojos lo vieron, desde la casa presidencial: En el caso de la Secretaría de Salud, instrucción directa desde Los Pinos al área administrativa; ahí te van a estos proveedores”.

— ¿Se llegó a modificar el diseño del manejo de la epidemia para hacer negocio?

— El diseño no tanto y ahí le doy el crédito al doctor (José Ángel) Córdova Villalobos, a pesar de que haya firmado el libro de los exsecretarios y que me critique por las pruebas —sonríe—. El doctor Córdova jugó un papel clave porque siendo un panista, viniendo de un compromiso de partido, supo que sus técnicos eran sus técnicos, el líder técnico era Mauricio Hernández como subsecretario, y nos protegió de las cosas que venían de presidencia, al grado que entró en un conflicto con el presidente (Felipe) Calderón, que lo veía con recelo y pensaba que era por protagonismo político. Entonces, lo técnico se preservó técnico, y yo le sigo agradeciendo al doctor Córdova que puso ese paragüas, pero a un costo elevadísimo, porque nos saboteaban a cada rato de oficinas diversas.

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Deseos y realidades

  Volviendo a pandemia. Ahora que hablamos de la tercer ola, cuarta en algunos países, y vemos a estos países de Europa del Este, que tiene problemas más similares a los nuestros que los de Reino Unido, Alemania o Canadá, y que llevan meses en una situación extraordinariamente dramática. ¿Pudimos estar así? ¿Existió ese riego?

— Si, definitivamente. No me canso de explicarlo a quien está en disposición de entender, no me canso de denunciar que hay un segmento de la población que incluye los medios que no quieren entender, y no cejaré ahora de decir que es una pena que gente tan inteligente como Sepúlveda, Carlos de Río y González-Pier, ni siquiera lo consideren. Es una cosa que en epidemiología y otras ciencias le llamamos contrafactual. Quiere decir que cuando uno plantea que algo ocurrió por efecto de una causa, para probarlo tienes que considerar qué hubiera ocurrido si esa posible causa no hubiera estado presente.

Pone un ejemplo: “Hace erupción el Popo y al día siguiente hay 15 mil divorcios. ¿Fue causa del Popo? Seguramente no… o probablemente no. A lo mejor hay una ciencia metafísica que nos demuestra que sí, pero ese pensamiento de causalidad que sólo considera la asociación temporal es sumamente elemental y científicamente incorrecto”.

“Mucha de la argumentación, de las críticas, y tristísimamente del documento de la Universidad de California se basa en la idea de que, como ocurrió esto y aquí veo esto, es por eso. Por ejemplo, los 190 mil muertos. ¿Es porque el presidente López Obrador dijo: ‘salgan a cenar’? Es una precariedad argumental realmente espantosa, porque uno tendría que tener la secuencia lógica de eventos, para que una cosa conecte con la otra. Mínimo, decir que en el momento en que lo dijo la movilidad pública aumentó 80 por ciento, y que es, además, la proporción en la que aumentaron los casos y luego las muertes, por ejemplo”.

Para el subsecretario, es “natural” que los grupos adversarios a un gobierno digan que el gobierno tuvo la culpa. Eso pasa en todos los países, dice. El problema, en el caso de los científicos, es compararlo con un escenario deseable de “cero casos, cero muertes”, y no con lo que hubiera ocurrido en un sistema de salud tan frágil como el que tenemos, si no se hubiera hecho nada.

“La pregunta que tendría que contestar Jaime Sepúlveda es: ¿cuántas defunciones hubieran ocurrido si no se hubiera hecho lo que se hizo? Porque ese es el escenario de la omisión. O bien que dijeran, seriamente, no especulativamente, ¿cuántos casos hubieran ocurrido si el cubrebocas fuera obligatorio?”

“Decía en una entrevista Carlos del Río: ‘se debieron hacer más pruebas’. El periodista le preguntó: ‘¿Las pruebas hubieran evitado los contagios?’ Y la respuesta: ‘Si, por supuesto, porque cuando uno hace las pruebas, detecta casos, los pone en aislamiento’… Es decir, está asumiendo que por hacer pruebas existe la factibilidad social, no solo del gobierno, ¿eh?, la factibilidad social de poner a la gente en cuarentena y que no se contagie. Entonces, el escenario correcto de comparación es el contrafactual ¿Qué contrafactuales podemos tener? Lo que pasó en otros lugares. Lo que pasó en España, el pico espantoso al inicio, es lo que hubiera ocurrido en ausencia de intervenciones”.

«En los primeros meses se mostró una modelación matemática del contrafactual, ¿qué hubiera ocurrido en la evolución natural de la epidemia, ese pico, que es el de España, Italia, que no hicieron nada en esas semanas? ¿Qué ocurrió aquí? La famosísima curva plana, que no hay manera de que el Reforma lo entienda. Nuestra curva es muy muy plana. Cuando la vemos solita se ve horrible. Cuando la vemos pensando en que no queremos que nadie muera, pues se ve espantoso. Pero cuando la vemos con curvas de otros países, es notorio que la de México es plana”.

Escuelas y vida pública

— Estamos ahora con este enorme plan de vacunación ¿Después del sector educativo hay otro sector prioritario?

—  De momento no, aunque el eje en realidad es la oportunidad de reactivar la vida pública. No es específico de educación. Los ejes son la edad, la comorbilidad y uno que es más amplio: que la vacuna sea un instrumento de conducción de la epidemia, desde controlar brotes, evitar hipotéticamente una posible tercera ola, hasta lograr la reactivación de un área importante de la vida pública.

“Somos uno de los países que fue más estricto con el cierre de la educación pública. Me gustaría enfatizarlo ante críticas y ataques de que pudiéramos ser obsequiosos o blandos en tomar decisiones. En el tema del cierre de escuelas, hay muchos países del mundo que no cerraron, otros que cerraron solo parcialmente o por periodos cortos. En México, las escuelas son un eje conductor de la vida pública en muchos aspectos, algunas estimaciones que tenemos de la SEP indica que hasta 35 o 40 por ciento de la movilidad pública podría estar relacionada con escuelas. Si abres escuelas, estas movilizando no sólo maestras y maestros y padres de familia, estas abriendo mucho más, por la economía informal y las características de la economía mexicana. Entonces, como hemos sido los más severos, tenemos la consecuencia de esa severidad y estamos punto de que se completen dos ciclos escolares sin clases presenciales, y hay una serie de repercusiones, obviamente. Por eso esta necesidad de abrir”.

“Ahora, hemos explorado otras posibilidades. Una fue si la vacuna podría ayudar a la regularización de la actividad económica. Lo ha mencionado el secretario Herrera y los grupos empresariales lo han dicho con cierto entusiasmo. La teoría está interesante, desde una visión de los economistas clásicos. Pero pensamos que eso no es la vía correcta en un país con tanta desigualdad y donde la mitad de la población vive al día. Porque si bien se lograría reactivar este sector industrial o productivo, se estaría teniendo una discriminación muy grande que dañaría a las personas que tienen el mayor riesgo”.

“Más para allá” de los etiquetados

 Hablaba del enojo de un sector empresarial relacionado con la industria que se siente afectada por algunas decisiones de gobierno. ¿Qué mecanismos son necesarios para regular la industria de alimentos y de tabaco?

— El plan de Gisamac —dice, en referencia al Grupo Intersecretarial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad creado en esta administración —. Es lo que queremos: No poner restricciones centradas en la persona, y esto es análogo al cubrebocas o salir a la vía pública, a la mariguana o a los vapeadores. Estamos hablando de un mas-para-allá, para regular la forma de interactuar de la industria con la sociedad. Ahí están los etiquetados, esa es simplemente una regulación de obvia resolución y amparada en derechos fundamentales, como el derecho a la información, de que, quien venda un producto tiene que decir si es veneno, como si lo es, embotellado, o es algo benéfico, y que la persona ciudadana decida, pero por lo menos tienes que darle información clara”

Pero hay otras medidas, dice López-Gatell. Una que ha mostrado que sirve, aunque “tiene sus aristas”, es la de los impuestos y México fue pionero en la materia, en 2014- Esto, a pesar de la oposición de la propia Secretaría de Salud, que por la relación que había con la industria de alimentos, no quería intervenir.

“El impuesto al refresco se promovió en el Instituto Nacional de Salud Pública: Juan Rivera, Simón Barquera, Aranxa Colchero, mi exesposa. Ese grupo intelectual se tardó dos años en construir toda la parte teórica que se le planteó a la secretaria de Salud de entonces, Mercedes Juan, y ella se hizo de la vista gorda. Y lo que ocurrió fue que Mauricio Hernández, que era director del instituto fue a hablar con Hacienda. Y en Hacienda vieron cuánto resultaría de recaudación y dijeron: ‘¡magnifico, venga nuestro reino!’ y lo subieron con el presidente (Enrique) Peña Nieto. Pero en Salud no querían”, recuerda López-Gatell.

Entre los planes del gobierno, que habían comenzado antes de la pandemia, hay otros más-para-allá de los etiquetados:

Los determinantes estructurales: “En un país donde hay clases sociales que tienen una relación desigual, esa estructura social tiene que tener mecanismos de compensación, si uno asume que va a seguir en una economía mixta, donde el Estado juega un papel de regulación importante de la actividad económica, para que no haya monopolios, para que haya estímulo a la oferta de productos saludables, y mecanismos de compensar la desoportunidad de algunos”.

Y la relación de los sistemas agroalimentarios , un tema que presentó hace unos meses Juan Rivera Dommarco, director del Instituto Nacional de Salud Pública, sobre la sindemia, el planeta, la salud y la nutrición. “A Ruy (López Ridaura) le encanta el tema, y si estamos pensando en ese tipo de cosas, aunque sinceramente, no estoy seguro de que vamos a lograr muchos cambios en eso”, dice el subsecretario.

Urgencias y prioridades

  De todo lo que hay que hacer para arreglar la salud pública de este país, ¿qué es lo prioritario? ¿Qué es viable, considerando que ya pasó la mitad del sexenio?

—  Justo ahora estamos trabajando la ruta crítica para la implantación del modelo de atención primaria de la salud y las redes integradas de servicios, que no son otra cosa que tener los mecanismos de coordinación y comunicación que acerquen a la población servicios, típicamente conceptualizadas desde los servicios de atención médica, pero también los servicios de salud pública complementarios y los que conectan con el bienestar (alimentación, agua, vivienda). Es un modelo de trabajo para integrarlos y que la ciudadanía tenga claridad de cómo navega en el sistema institucional que está obligado a darle los servicios que garanticen sus derechos.

El objetivo es ampliar cobertura de disponibilidad, a partir de tener personal, infraestructura y equipos. «Ahí el Insabi (Instituto de Salud para el Bienestar, creado en la administración de López Obrador) es clave para regularizar al personal contratado precariamente, asegurar que se forme y contrate personal de salud, construir o mejorar y reparar la infraestructura física: “Los hospitales, quedaron 307 porque somos amables, ¿eh? si fuéramos estrictos estaríamos hablando de casi 600, pero los que notoriamente quedaron abandonados son 307. Hemos logrado avanzar en como en unos 37 a 40, y yo creo que muchos de esos sí los vamos a lograr concluir, hay algunos que están inusables, o está en litigio el predio donde se construyeron”.

“Esa es la parte de atención médica que suele ser la más visible cuando uno piensa en reformas del sistema de salud. Luego está la de salud pública, mejorando la efectividad de los programas, en la medida en la que se desburocraticen, se hagan menos… lo voy a describir: Los programas de salud pública, a pesar de que tenemos éxitos y eso no lo escatimo, pero no tienen sensibilidad social. Si uno ve el programa escrito, pero también ve en qué se gastan el dinero y cómo operan, ese programa podría estar en Suiza: no hay pobreza, no hay analfabetismo, no hay vivienda precaria, no hay adicciones, no hay depresión. Son socialmente insensibles«.

«¿Por qué la gente se enferma de enfermedades diarreicas infecciosas? No es ninguna casualidad, resulta que no tiene agua potable, alcantarillado. Entonces, ¿por qué el programa de enfermedades diarreicas, no tiene la especificidad que diga en zona s suburbanas este es el abordaje, en zonas rurales este es el abordaje? Entonces, una de las cosas que hemos estado trabajando es en darles una orientación social aplicada en el territorio. Tenemos una obsesión en la territorialización, y queremos plantar algunas experiencias que le llamamos programas dinamizadores”

El funcionario pone como ejemplo el plan para eliminar la hepatitis C, empezando por la coinfección entre VIH, y el plan para enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de muerte y de discapacidad permanente.

“Estamos en un modelo preventivo que se llama Hartz (evaluación de factores de riesgo tempranos, una buena prescripción farmacológica, control estricto de la presión arterial) y lo acoplamos con algo que ya se venía trabajando en México que se llama código infarto y es un mecanismo expedito de infartos cerebrales y cardiacos. Es el tipo de cosas que estamos haciendo. No es un abordaje de lo teórico. Con todo respeto para Julio Frenk, yo diría que una de sus frustraciones posibles ante la desaparición del Seguro Popular es que el visualizó lo que está en el libro y pensó que el mundo era perfecto y que solo con aplicar la teoría se iba a lograr un sistema de salud perfecto. Nosotros, en parte por esas experiencias y en parte porque el tiempo se acaba, estamos haciendo una combinación de cosas que siembren las raíces y cosas muy pragmáticas que nos permitan resultados inmediatos que reduzcan mortalidad, morbilidad y aumenten bienestar…”

— Eso se va a poder ver hasta dentro de 2 años, ya que se termine de medir el exceso de mortalidad

— Si, justo, porque eso confunde muchísimo.

Carrera contra el tiempo

 De lo que podría haberse controlado, ¿hay algo que cambiaría, o que tendría que hacer mejor?

— Pienso que si hubiéramos tenido una participación más activa de parte de los gobiernos estatales, sobre todo en la parte de la atención temprana hubiera mejorado el curso de la epidemia. No me refiero a la cosa política, a que salgan 10 gobernadores y pidan que yo renuncie, sino a una mayor proactividad. 97 por ciento de la reconversión hospitalaria la hizo el gobierno federal, cuando los hospitales estatales hubieran podido expandir mucho más. Lo que se hizo fue tardío y se desconectó de la noción técnica. Hay estados que pusieron, por ejemplo, hospitales inflables y presumieron con bombo y platillo un hospital chiquitito, que está hecho para inundaciones. Ese tipo de gorgojeo orientado políticamente y no técnico deja vacíos. Ahora, ¿qué pudimos haber hecho el gobierno federal para modificarlo? … Yo sí creo que la vía es el diálogo, no creo que hubiéramos llegado a ningún lado de otra forma.

El reto, entonces, es cómo ayudar a que el nivel local avance y sincronice esfuerzos. “Varias de las críticas que hemos recibido tienen un supuesto erróneo y es la idea de que desde Palacio Nacional se puede gobernar lo que ocurre en cada rincón de la sociedad. Eso es absurdo. Lo que decida el hospital general de Morelia no es una decisión de la secretaria de salud federal”, dice López-Gatell.

A eso se agrega el factor tiempo, porque muchos de los impactos de lo que se está haciendo ahora tardarán varios años en poder verse y evaluarse.

“Es toda una cadena de factores, que en el campo del tiempo están todavía muy remotas. Por ejemplo, nuestra decisión de empeñarnos en que se elimine el glifosato en México, va a ser un plan gradual que termina en 2024, no puede uno más que esperar que el gobierno que venga se mantenga en esa línea de protección a la población”.

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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.

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