Crónicas de Juárez

Las Águilas Aztecas del escuadrón 201

Llevaron a cabo 96 misiones de guerra, combatieron mil 966 horas con 15 minutos, lanzaron 957 bombas de 100 libras, 500 de 500 libras y percutieron 166 mil 992 cartuchos calibre 0.50. Al concluir su participación en la Segunda Guerra Mundial el gobierno de Estados Unidos les atribuyó 30 mil bajas japonesas

Juan de Dios Olivas / Especial para La Verdad

Volando en un avión P-47 Thunderbolt, el teniente Reynaldo Pérez Gallardo seguido de un escuadrón de pilotos mexicanos, se abalanzó sobre un convoy de camiones japoneses disparando con sus ametralladoras rondas calibre .50, en ataque a baja altura.

Los vehículos de los enemigos estallaron en llamas y aquel avión caza se elevó sobre el cielo y dio una vuelta de la victoria para después retirarse.

Por la radio, una voz estadounidense se escuchó: “Look at that crazy mexican!” (¡Mira a ese mexicano loco!)

Eran los últimos días de mayo de 1945 y un escuadrón de 38 pilotos mexicanos en sus P-47 peleaban en la Segunda Guerra Mundial para liberar al pueblo filipino, ocupado por fuerzas del imperio Japones aliadas de la Alemania Nazi y de Italia.

Aquellos pilotos locos habían sido integrados como voluntarios a la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana, Escuadrón 201 integrada por personal del Arma de Aviación Militar del Ejército Mexicano.

Llevaron a cabo 96 misiones de guerra, combatieron mil 966 horas con 15 minutos, lanzaron 957 bombas de 100 libras, 500 de 500 libras y percutieron 166 mil 992 cartuchos calibre 0.50. Al concluir su participación, el gobierno de Estados Unidos les atribuyó 30 mil bajas japonesas.

En la conflagración murieron en combate cinco pilotos y dos en entrenamiento que este 2 de mayo son recordados con la bandera a media asta en todo el país.

Para el entonces presidente de la República, Manuel Ávila Camacho, a quien le tocó declarar la guerra a las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón), la participación en el conflicto mundial constituía el único medio  de reafirmar el derecho  de México a la independencia y de conservar intacta la dignidad de la República.

Y es que a tres años de haber iniciado la Segunda Guerra Mundial, el 13 de mayo de 1942, en las aguas del Atlántico, un submarino alemán ataco al buque mexicano ‘Potrero del llano’ que abastecía de petróleo a los Estados Unidos. La nave mexicana fue torpedeada con un saldo fue de catorce víctimas mortales.

México solicitó a las cancillerías de Alemania, Italia y Japón las explicaciones e indemnizaciones correspondientes, y dio un plazo para ello, pero como respuesta el buque Faja de Oro también fue hundido.

Con la aprobación del Congreso de la Unión, el 28 de mayo Ávila Camacho declaró la guerra. Se aprobó una reforma constitucional el 10 de febrero de 1944 para crear la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) ‘Escuadrón 201’ integrada por personal del Arma de Aviación Militar del Ejército Mexicano, para ser enviada al frente de la guerra.

La Fuerza Expedicionaria estaba compuesta por trescientos hombres que el 24 de julio de 1944 salieron rumbo a Estados Unidos, donde se entrenaron poco menos de un año; y en marzo de 1945, partieron hacia el frente de guerra, desembarcando en Manila, Filipinas, el 1 de mayo. Al día siguiente entraron en combate.

De San Luis Potosí al frente de guerra

Aficionado a los aviones desde niño e hijo de un general de División del Ejército Mexicano que participó en la Revolución Mexicana y gobernó San Luis Potosí, Reynaldo Pérez Gallardo se convirtió en un candidato perfecto para integrarse a la unidad de combate y fue seleccionado para ir al frente de guerra.

Reynaldo Pérez Gallardo

“En lugar de ir a la escuela, iría al campamento de aviación de San Luis Potosí. Los aviones de esa época se ensuciaban desde el fondo, desde su cuerpo. Se ensuciaban con aceite y yo me ofrecía voluntario para limpiarlos a cambio que al final del día, me daban un pequeño viaje, un por el aeropuerto en uno de esos aviones”, recordó en un testimonio recabada por el Centro Voces de Historia Oral de la Universidad de Texas en Austin.

“Solo hacía unos cuatro o cinco meses que era instructor de aviación en la Escuela de Aviación Militar de Guadalajara cuando llamaron a voluntarios para formar un escuadrón y participar en la guerra, en la Segunda Guerra Mundial”, dijo.

Señaló que se unió al Ejército mexicano a la edad de 16 años muy influenciado por la posición de su padre en la milicia.

Luego de ingresar a la unidad de Caballería de las Fuerzas Armadas Mexicanas, también recibió entrenamiento en el prestigioso Colegio Militar de México en la Ciudad de México y en la Escuela de Aviación Militar en Guadalajara, Jalisco, México.

“Como era de esperar, fui uno de los primeros en ser voluntario”, dijo.

Los mexicanos fueron enviados a  entrenarse en bases de Estados Unidos como Majors Field en Greenville, Texas, y la Base Aérea del Ejército de Pocatello, en Pocatello, Idaho.

Cuando estuvieron listos para su misión de guerra fueron integrados como parte del 58º grupo de caza de la 5ª Fuerza Aérea de los Estados Unidos estacionada en Filipinas.

Las ‘Águilas Aztecas’ como fueron conocidas desde ese momento, llegaron a la Bahía de Manila el 30 de abril de 1945. El 2 de mayo iniciaron las misiones de combate. Participaron con éxito en el esfuerzo aliado para bombardear Luzón y Formosa con el objetivo de expulsar a los japoneses de las islas.

La guerra llegó a su fin con la rendición de Japón el 10 de agosto de 1945. Después de un año de entrenamiento y seis meses de servicio activo, las ‘Águilas Aztecas’ pudieron regresar a casa. México los recibió con una bienvenida de héroe el 18 de noviembre de 1945.

El ataque a Pearl Harbor

México había apoyado a las potencias del Eje durante los primeros años de la guerra, comerciando con el Eje a quien vendió petróleo tras la expropiación de este recurso y el bloqueo que Estados Unidos impuso a México como castigo, pero este apoyo terminó cuando Alemania y Rusia rompieron el pacto de no agresión de 1939.

Alemania invadió Rusia en 1941 y México ahora se comprometió a apoyar a los aliados quienes reconocieron la soberanía mexicana de sus recursos.

Un día después del ataque de Japón a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, México evaluó su relación con sus socios comerciales europeos y rompió su relación con Alemania e Italia el 11 de diciembre de 1941 y una vez más expresó su total apoyo a los Aliados.

El gobierno mexicano tomó fuertes medidas de seguridad y se hizo un gran esfuerzo para proteger los ferrocarriles y el Golfo de México. También expulsó a diplomáticos de esos países y firmó una serie de acuerdos en 1941 y 1942 con Estados Unidos, que serían fundamentales para el esfuerzo bélico.

El Acuerdo de Douglas-Weichers de 1941 permitió que México vendiera importantes materias primas a Estados Unidos. Otro acuerdo, el de Lend Lease que se firmó el 28 de marzo de 1942 permitió a los Estados Unidos enviar suministros de guerra a México que incluían los equipos para el Escuadrón de Cazas Mexicano 201.

Otros acuerdos de 1942 dieron paso al reclutamiento de ciudadanos mexicanos residentes en los Estados Unidos para integrarlos al Ejército de Estados Unidos, así como la creación del Programa Bracero el 4 de agosto de 1942 que estuvo vigente en su primer periodo hasta 1945 y ocupó a más de 100 mil trabajadores mexicanos para trabajar los campos y los ferrocarriles en territorio estadounidense y aliviar la escasez de mano de obra.

Tras los hundimientos de los buques de petróleo en el Golfo de México, el presidente Manuel Ávila Camacho finalmente se vio obligado a declarar la guerra al Eje el 22 de mayo de 1942.

Tras una modesta ceremonia de despedida para los jóvenes en la Ciudad de México, los integrantes del escuadrón salieron de México en tren y llegaron a Nuevo Laredo, Tamaulipas, México, el 25 de julio de 1944 donde recibieron una cálida bienvenida de la gente y fueron ovacionados mientras marchaban por el pueblo.

Las islas Filipinas

Reynaldo Pérez Gallardo señala que partieron hacia Filipinas el 27 de marzo de 1945.

“Viajamos principalmente durante la noche, tomaron muchas precauciones durante el día debido a la amenaza submarina que estaba presente en la costa de California. Pasamos unos 30 días en el mar”, indicó.

Señaló que había desconfianza hacia los pilotos mexicanos por parte de los estadounidenses pero una vez que entraron en combate, esos sentimientos terminaron.

“Recuerdo uno, que en mi opinión fue de gran importancia. La Fuerza Aérea estadounidense había decidido destruir el puente sobre el río Marikina. Esto detendría el avance de las fuerzas japonesas a través de la isla. Así que intentamos destruirlo. Como era de esperar, los japoneses hicieron un gran esfuerzo para defenderlo. Tal vez fue la suerte, o tal vez el destino lo que me dio la oportunidad de lanzar una bomba sobre él”, menciona.

El 18 de noviembre de 1945 regresaron a sus hogares y una gran celebración en México. Desfilaron por la avenida Madero y se reunieron con el presidente en el Zócalo, el palacio nacional de México.

“Toda la Ciudad de México, que es muy grande, estaba parada en las calles”, dijo. Estaban emocionados y ansiosos por vernos. Estaban orgullosos y felices de vernos regresar.

“Nos sentimos muy orgullosos”, recordó.

Antes de regresar a México, los hombres del Escuadrón de Cazas Mexicano 201 construyeron un monumento en honor a los siete miembros de su grupo que murieron en cumplimiento de su deber.

El testimonio de Reynaldo Pérez Gallardo nacido en 1923 y fallecido en el 2010, fue recopilado por el Centro Voces de Historia Oral de la Universidad de Texas en Austin.

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(FUENTES DE CONSULTA:Escuadrón 201, Documental de Agave Producciones; Escuadrón 201, en SEDENA. gob.mx; México en la Segunda Guerra Mundial. Historia de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana. SEP Veracruz.)

Las Águilas Aztecas del escuadrón 201

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