Relatos de víctimas exhiben las entrañas de los tratos inhumanos o degradantes a los que fueron sometidos por agentes estatales


En 12 años, la tortura ha dejado 2 mil 422 víctimas en Chihuahua, la mayoría de ellas acusan a elementos de la Fiscalía de Chihuahua, instancia que a la fecha no ha logrado la sentencia de ninguno de sus agentes por este delito

Una banda de extorsionadores

Dos días después de haber ingresado lo sacan, no le dicen a dónde va, atraviesa los pasillos de la Fiscalía hacia la planta baja, entra a un cuarto lleno de reporteros de diversos medios de comunicación, es la sala de prensa, ahí ve a sus hermanos, encandilados frente a las luces de los flashes de las cámaras.

Y aunque todo se trate de una gran mentira gran parte de la sociedad se enterará de lo que reproducen los medios de comunicación, la historia en la que estos tres hermanos y su vecino conforman una peligrosa banda de extorsionadores que tenían bajo amenaza a más de 30 comerciantes que les entregaban una cuota semanal. Que Alan es el líder.

La imagen de los tres hermanos detenidos se repetirá una y otra vez en televisores, periódicos y páginas digitales de los medios locales y estatales.

Reproducirán el nombre completo de cada uno, sin importar que uno tenga 14 años, para ellos no habrá presunción de inocencia cuando los medios cuenten la historia de los tres hermanos que asolaban comerciantes, que reunieron más de un millón de pesos en seis meses, se aventurarán a decir.

A cada uno le pondrán un apodo y el apodo de Alan será el nombre de la banda. Habrá quienes publiquen incluso que el dinero que ganaba Alan lo gastaba en mujeres y cerveza.

A los tres hermanos y su vecino los detuvieron los agentes ministeriales:

David Cristóbal Rodríguez Castellanos. Quien hasta septiembre de este año aparece como agente de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal a donde llegó luego de abandonar la FGE en 2018, de acuerdo con los registros de la última actualización en Plataforma Nacional de Transparencia.

José Manuel Castillo Perales, que sigue activo dentro de la Fiscalía Zona Norte, adscrito como policía de investigación.

Miguel Ángel Torres Camacho, en aquel momento agente ministerial.

Juan Manuel Molina García, también agente ministerial entonces.

Y Rosaura Luna de la Rosa, agente ministerial activo en la Fiscalía Zona Norte, quien cuenta con una Maestría en Derechos Humanos y Perspectiva de Género por la Escuela Estatal de Policía.

Todos ellos a cargo de Miguel Ángel Luna López, coordinador de la Fiscalía Especializada en Operaciones Estratégicas, de acuerdo con la última actualización de la Plataforma Nacional de Transparencia.

En 2017 se hizo público un video en el que aparece Miguel Ángel Luna López interrogando a dos detenidos que se encuentran hincados en el piso, esposados con las manos hacia atrás y con vendas que cubren completamente su rostro y cabeza. Se trataba de José Manuel Amador Cháirez y José Alfredo Castañeda a quienes se sentenció a prisión vitalicia acusados de extorsión. José Alfredo murió en prisión antes de que el video saliera a la luz pública.

Miguel Ángel Luna López fue suspendido de su cargo; sin embargo, fue restituido a pesar de que la ONU incluyó su caso en su Informe 2017 sobre tortura.

Después de sufrir la tortura por parte de los agentes ministeriales Alan pasó con Marisela Sáenz Moriel, que entonces era la coordinadora de la Defensoría de Oficio en la Fiscalía Especializada en Investigación y Persecución del Delito, para rendir su declaración autoincriminatoria.

Luego lo revisó la médico legista María Isabel Luna Salas. Y después fue presentado ante los medios de comunicación como culpable.

Luego los trasladan al Cereso Estatal 3, donde por protocolo debe revisarlos otro médico para establecer las condiciones en que ingresan los detenidos. De Alan el examen médico indicará que solo tiene una excoriación en la cara interna del codo derecho y una excoriación en la rodilla derecha. Consistente con lo que dice el imputado, es por jugar futbol. El médico no firma el examen con su nombre sino con el número de su cédula profesional, número a fin de cuentas, además, ilegible.

“La Ley General para la Tortura establece una responsabilidad penal para las personas que conocen de hechos de tortura y que son partícipes a pesar de que quizás no tengan un papel activo, pero que sí lo permitan, que sí omitan el dar aviso a las autoridades. Es toda una cadena que conecta a muchas partes”, dice la abogada Carla Palacios, defensora en el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte.

Los nombres de las víctimas de tortura fueron cambiados por razones de seguridad. Mientras que los funcionarios públicos que se mencionan atraviesan uno o varios procesos de investigación dentro de la misma Fiscalía que no han concluido por lo que se presume su inocencia hasta que un jurado no dictamine lo contrario.

El relato se armó con base en los testimonios vertidos en el Protocolo de Estambul que se practicó en 2013, así como las diversas pruebas integradas en la carpeta de investigación a través de lo que se logró establecer la existencia de la tortura y la concordancia entre los hechos relatados y los resultados de los protocolos de Estambul lo que derivó en la liberación de los acusados. A casi diez años, las víctimas de tortura aun no reciben la indemnización que el Estado se encuentra obligado a entregar ni ven justicia ya que no se ha sentenciado a ningún agente involucrado en su tortura.

“Una persona torturada no tiene las mismas condiciones de acceso a la justicia. Y la violación de un derecho a cualquier persona es la violación de ese y otros derechos a otras personas porque van unidos, debemos luchar por todos los derechos para todas las personas”, señala Carlos Gutiérrez Casas, un abogado que fue visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos desde donde se emitieron recomendaciones contra la Fiscalía por tortura.

El Protocolo de Estambul es un manual de lineamientos internacionales para investigar y documentar los incidentes de tortura y otros tratos inhumanos o degradantes.

Una banda de secuestradores


Fachada de las oficinas de la Fiscalía General del Estado (2011), víctimas señalan a estas oficinas como el lugar en donde fueron torturados. Foto: Alicia Fernández


Acceso al segundo piso de las oficinas de la Fiscalía General del Estado (2022), víctimas describen este camino previo a ser torturados. Foto: Alicia Fernández


Presentación de detenidos (2011) ante los medios de comunicación. Foto: Alicia Fernández


Presentación de objetos presentados como incautados a detenidos (2011) ante los medios de comunicación. Foto: Alicia Fernández