Alejandro Páez Varela*
Ciudad de México – Hemos dejado de conversar. Hemos dejado de mediar con el intercambio inteligente. Nos hemos enfrascado en una campal y en consecuencia, por la trifulca, perdemos perspectiva y dimensión de quién es quién y qué es qué. Soltamos puñetazos con los ojos cerrados y no discriminamos. Confundimos todo. Dejamos de leer para opinar de todo. Gana el de la lengua más larga y el del garrote más pesado. Se apuran conclusiones con una línea de texto y una repasada al timeline. Se lanzan veredictos con una vista apresurada de un video editado y una puntada de alguien más. Eso es, en gran medida, lo que pasa hoy en las redes sociales, el foro “de discusión” por excelencia en nuestros tiempos. Hemos apartado la posibilidad de las palabras para enfrentarnos con gruñidos.
Sólo un idiota descalificaría la herramienta. No, no es la herramienta: somos nosotros. Encontramos en Twitter y el Facebook el espacio perfecto para odiar, para menospreciar los argumentos o para dejar de escuchar. Recorremos la red, las redes, con ganas de participar en la turba; con ganas de linchar. Esa impresión tengo. Y me parece que caemos, con una facilidad impresionante y por la falta de reflexión, en manos los que buscan llevar agua a su molino. Les servimos. Las fake news son exitosas por eso: por la falta de reflexión. Somos presas fáciles de los que odian y quieren generar odio; de los que ven todo mal o todo bien porque les conviene. Nos compramos o rechazamos argumentos por quienes los emiten, sin considerar la posibilidad de cuestionarlos. Somos simples cajas de resonancia y a veces, lamento decirlo, de las peores causas.
El odio es una de esas peores causas.
Y pongo tres ejemplos de los últimos días.
Con todo lo polémico que pueda resultar, yo no creo que Brozo sea “el enemigo público número 1” que algunos quieren vender. Es un individuo que ha demostrado independencia y ha enfrentado a algunos poderes (lo hizo con Enrique Peña Nieto) desde cualquier foro, incluso desde Televisa. Pero ahora es “chayotero” “mentiroso”; un ojete porque no se inclina del lado del que nosotros nos recargamos.
No es Claudia Sheinbaum la culpable de la contaminación en la capital, aunque tenga la responsabilidad de crear condiciones para una ciudad limpia. La gran mayoría de los incendios que provocaron la actual crisis en el Valle de México están en Edomex (cuyo Gobernador priista, Alfredo del Mazo, se esconde en la bruma). Sheinbaum no decide sola qué se respira: los municipios aledaños y las entidades vecinas son parte del problema de la Ciudad de México. Pero ya se ha dictado una sentencia: por lo que sea, es culpable.
Algunos le achacan a Andrés Manuel López Obrador que “llevó a México a una crisis económica”. Tuits y listo: es culpable. No hay análisis. No hay reflexión. Nadie recuerda qué hemos vivido en este país, sexenio tras sexenio.
Hay una baja en el crecimiento y hay un chipote en el desempleo; por un lado el decrecimiento es global (por culpa de Washington-Beijing) y por el otro, estacional: los arranques de sexenio suelen aletargar el gasto productivo. Pero en la trifulca no vemos que el tipo de cambio está volátil y aún así el peso se desempeña bien; que nunca antes una campaña contra la corrupción detuvo, de golpe, el saqueo de bienes nacionales: eso sucedió con el robo de combustible: se solucionó en tiempo récord. Pero ya “estamos en crisis” y “esto se va a poner peor”. Blanco y negro. Los argumentos de la turba ganan.
Espero que pronto, antes de seguir haciéndonos daño, empecemos a darlos cuenta que la defensa ciega de un proyecto no le ayuda nadie; ni a nosotros mismos, ni a una causa. Que participar en la vida cívica del país requiere más responsabilidad y que una mayor reflexión y prudencia permite tener mayor incidencia en los otros.
Hemos dejado de conversar cuando eso, conversar, es compartir conocimiento. Hemos dejado de mediar con el intercambio inteligente porque nos enamoramos del que gruñe. Nos apuramos en aceptar conclusiones en una línea de texto y una repasada al timeline porque es más fácil que pensar. Y entonces nos destruimos. Y entonces le hacemos gordo el caldo al que sí razona su odio: lo lanza, porque le interesa colocarlo para sacar ganancias.
Me parece que la irreflexión de estos días nos llevará a tomar malas decisiones y a la frustración. Me parece que la conversación pública en México debe transitar de los ladridos a los argumentos inteligentes. Para eso se necesita que todos pongan algo de su parte.
Pero, por desgracia, no veo cuándo empezaremos a escucharnos; no veo cuándo podremos argumentar si todos estamos apurados en arrebatarnos la palabra, a gruñidos.
Hasta aquí mi columna.
Hago un agregado. Me manda una carta el Alcalde de Mazatlán a propósito de mi texto (dar clic) “Mezquindad”, que publiqué aquí. Repite argumentos que ha dado en otros lados; es una edición de su comunicado de prensa.
Después de leerla, no hago una sola corrección a mi texto. Sigo pensando exactamente lo mismo que pensaba al escribir “Mezquindad”, texto que invito a volver a leer. Sin embargo, sí me alegra que las acusaciones que escuché de él contra Luis Alonso Enamorado sean atemperadas en su escrito.
Ahora sigue que “El Químico” Benítez aclare, de cara a la sociedad, sin enojos, sin venganzas, con las pruebas que ameritan casos tan serios, las acusaciones de presunta corrupción y nepotismo que existen sobre su administración (que, por cierto, vienen desde una parte de Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador). Benítez ganó por Morena y si el tema de la transparencia es importante para él –también me alegro que así lo diga en voz alta–, debe argumentar fluido sobre estas acusaciones, que de comprobarse (el Órgano Interno de Control ya está trabajando, leo, en eso) son contrarias a los postulados del Presidente.
En fin. Porque es su derecho y su derecho lo defenderé hasta con mis huesos, va el texto del Alcalde. Copy paste al final. Antes, una entrevista con el Premio Mazatlán de Literatura 2019, Guillermo Fadanelli, realizada la semana pasada por la agencia del Estado mexicano, Notimex, a propósito del tema que abordé en “Mezquindad”:
Mazatlán, Sinaloa 14 de Mayo 2019
Apreciable Alejandro Páez Varela:
La presente es para fijar mi postura sobre lo escrito por usted en su columna titulada “Mezquindad”, publicada en www.SinEmbargo.mx el pasado lunes 13 de Mayo, de la cual agrego el link a manera de referencia: https://www.sinembargo.mx/13-05-2019/3579496
Como usted menciona en el décimo párrafo de su columna, siendo Alcalde electo, ofrecí todo mi apoyo para que la Feliart se realizara de nuevo en Mazatlán, luego de varios años de que el evento desapareciera.
Mi intención desde ese momento fue cumplir mi promesa de campaña y una vez que tomé posesión del cargo que hoy desempeño le di seguimiento personalmente a la organización de la Feliart, apoyado por diversas áreas del Ayuntamiento de Mazatlán y en conjunto con Luis Alonso Enamorado.
Sin embargo, luego de más de diez reuniones en las que se analizaron los requerimientos para la Feria del Libro y las Artes, el programa del evento y el presupuesto para llevarla a cabo, el coordinador no presentó un plan para el manejo del recurso que aportaría el Ayuntamiento, acordado en dos millones de pesos; así como tampoco logró concretar los apoyos económicos y en especie acordados con el Fondo de Cultura Económica y la Secretaría de Turismo de Sinaloa.
Ante este panorama incierto, pedí a Luis Alonso Enamorado posponer la realización de la Feliart, como lo he expresado anteriormente, no puedo cancelar un evento que prácticamente ya no existía en Mazatlán y que a pesar de los esfuerzos que involucraron a un grupo de personas, incluyéndome, no logró concretarse. En ningún momento esquivé mi compromiso, simplemente traté de darle tiempo al coordinador para “amarrar” los apoyos, como usted mismo lo menciona en su columna.
El tema de la transparencia es muy importante para mí, yo tengo la responsabilidad de manejar el recurso público del municipio de manera correcta.
Efectivamente declaré ante los medios de comunicación que el coordinador no cumplió con presentar un plan para el manejo de los recursos que el Ayuntamiento aportaría para la Feliart, no mencioné que él pretendiera cobrar por organizar el evento, pero lo cierto es que ante la falta de apoyo del Fondo de Cultura Económica y la Secretaría de Turismo de Sinaloa, Luis Alonso
Enamorado pretendía que el Gobierno de Mazatlán absorbiera otros gastos no estipulados desde un inicio, como pasajes de avión y habitaciones de hotel, lo que complicó aún más la concreción del evento.
Tampoco he hablado de que Luis Alonso Enamorado y su grupo de colaboradores quisieran “millones de pesos” y pretendieran gastarlos ellos, pero afirmo que al no tener un plan para el manejo del recurso, se podría dar un manejo discrecional del mismo, que insisto, hubiera salido del erario público.
Por otro lado, sobre lo que usted señala como un “gran escándalo interno” y los treinta y tres nombres de personas (empleadas del Ayuntamiento) emparentadas conmigo, puedo afirmar que es totalmente falso, sin embargo, el Órgano Interno de Control tiene la obligación de revisar cada caso, dar una respuesta y emitir sanciones de ser necesario.
Para finalizar, efectivamente el recurso que se supone sería destinado a la Feliart no se liberó y reitero el motivo, nunca hubo un sustento para el manejo que se le daría al dinero público de Mazatlán.
No acuso a nadie del manejo de un recurso que no se liberó, simplemente cumplo con mi responsabilidad al evitar que se destine el recurso público a un evento que no garantiza su aplicación adecuada y transparente.
Lamento que mi actuar, en busca de proteger lo que le pertenece a la ciudadanía mazatleca y con el único afán de garantizar que en mi municipio se realicen eventos culturales de calidad y con transparencia, le parezca a usted un acto ruin y mezquino, finalmente considero que es simplemente cuestión de enfoques.
Sin otro particular por el momento, agradezco su atención y quedo a sus órdenes.
Atentamente
Luis Guillermo Benítez Torres
Presidente Municipal de Mazatlán
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Alejandro Páez Varela. Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx