Seguridad

Esperanza, la sicaria




julio 30, 2019

Esperanza N, mesera de cocina de barrio popular, fue la designada para matar a balazos a un peligroso criminal internacional con entrenamiento militar. El caso desenmascaró la presencia de grupos de la delincuencia internacional en la ciudad.

Texto: Arturo Contreras Camero
Foto: Archivo / Duilio Rodríguez
Pie de Página

Ciudad de México – Esperanza, una mesera de barrio popular de Tláhuac, fue la asesina a sueldo de Benjamín Yeshurun Sutchi, un criminal internacional, entrenado en el Mossad, y vinculado al lavado de dinero.

Esperanza, de 34 años, la mujer que participó en los homicidios de dos hombres de Israel el miércoles pasado en la plaza Artz Pedregal, al sur de la Ciudad de México, era una mesera y madre de familia que se podría confundir con cualquier otra joven de un barrio popular. Sin embargo, dijo trabajar como sicaria en Tláhuac. Mató por dinero, dijo. Pero las fuentes de la fiscalía varían: primero, que ella cobró 5 mil pesos por el asesinato; luego que 25 mil.

Según las declaraciones que dio a la procuraduría, Esperanza vive en la colonia Selene, de la alcaldía Tláhuac, colindante con la reserva ecológica de Chalco. Vive muy cerca del bar KM Snack Burger & Beer, un bar que fue administrado por Samantha Pérez, hija de Felipe de Jesús Pérez Luna, líder del cártel de Tláhuac, quien murió el año pasado en un operativo llevado a cabo en esa demarcación por la Marina.

De acuerdo con autoridades, el cártel de Tláhuac controla el trasiego de mercancía ilegal en el sur y oriente de la capital. Y se disputa el control territorial de diferentes lugares en la ciudad con La Unión Tepito y otras varias organizaciones delictivas.

El aparatoso asesinato tuvo lugar el miércoles 24 de julio, en el restaurante Hunan de la plaza Artz Pedregal, en el sur poniente de la ciudad. Alrededor de las 17:15 se levantó de su mesa, caminó con paso decidido y disparó en contra de Azulay Alon y Benjamín Yeshurun Sutchi. Uno murió en el lugar del ataque; el otro, en el hospital.

Un operativo planeado

En el doble asesinato, hubo planeación meticulosa, y un despliegue de violencia calculado. Momentos antes de que Esperanza se levantara de su asiento para disparar, en las afueras del centro comercial llegó un auto. Bajaron dos hombres quienes abrieron fuego, lo que distrajo a los guardias de seguridad de la plaza como a los policías del lugar.

La balacera creó la distracción perfecta para que Esperanza atacara. Ella se encontraba en el lugar con ropa superpuesta y una peluca, para despistar. Según la agencia Notimex, Esmeralda , cuando fue detenida: “Me vengué por una infidelidad”. La versión cambió al poco tiempo: era sicaria.

La Fiscalía de la Ciudad de México, ya identificó a los cómplices “distractores”, aunque no se encuentran detenidos. También se investiga a otro implicado, la persona que guió a Esperanza vía celular, aunque aún no hay más información al respecto.

Sin embargo, los cómplices de Esperanza tenían a la mano el auto para escapar; mientras que Esperanza sólo pudo huir hacia la cocina, y salir del centro comercial a pie. Ahí fue donde la detuvieron.

Sutchi: una máquina de matar

Según las investigaciones reveladas por las autoridades, Ben Sutchi y Azulay Alon tenían una empresa de consultoría legal administrativa que dio servicio al gobierno de Oaxaca. Ben Sutchi, además, tiene vínculos con empresas de lavado de dinero.

Sutchi, quien seis meses antes de su muerte salió de una prisión en Israel, es identificado como un sujeto de alta peligrosidad por sus conocimientos en combate cuerpo a cuerpo así como por su manejo de armas. Hace 13 años, fue aprehendido fue aprehendido en calles de Polanco por el entonces subsecretario de seguridad pública de la ciudad Gabriel Regino.

En aquella ocasión, recuerda Regino, él avisó al Centro de Investigación y Seguridad Nacional, el Cisen, con quienes había coordinado la captura de Sutchi por un asesinato cometido con anterioridad en Tel-Aviv.

Desde el Cisen le ordenaron inmediatamente trasladarlo “a un lugar seguro”, pues, le advirtieron, Sutchi era muy peligroso y él mismo podría liberarse, desarmarlos, o haber desatado un episodio más violento a través de un rescate. Regino obedeció y trasladaron al israelí a las oficinas de la Secretaría de Seguridad Pública.

Una vez ahí, agentes del propio Cisen y agentes de la embajada de Israel en México explicaron a Regino que el detenido era prácticamente “una máquina de matar”, como contó hace unos días Regino una entrevista con la periodista Carmen Aristegui.

Sutchi fue extraditado a Israel, donde cumplió su pena carcelaria. Al parecer, después de haber sido puesto en libertad, regresó a México. Ingresó por el aeropuerto de Cancún bajo una identidad diferente, por lo no detonó ninguna alerta de seguridad migratoria.

Algunas versiones afirman que Sutchi perteneció en algún momento al Mossad, la agencia de inteligencia y espionaje de ese país, aunque esta teoría es refutada por el propio Regino en entrevista telefónica.

“No es que [Sutchi] haya pertenecido al Mossad. Hay que recordar que todos los hombres de Israel tienen una formación militar por parte de esta agrupación, por ley, en algún momento de su vida”: Regino
Lo que sí pasó fue que en México, Sutchi “se encargó de crear una imagen personal de asesor en seguridad. Nadie sabía quién era, cuando al final les resultó que era un bandido de lo peor.”

El móvil del crimen

Hasta el momento no se conoce bien a bien el motivo del ataque. Pero hay teorías. El secretario de Seguridad Pública y Ciudadana del gobierno Federal, Alfonso Durazo, apunta al lavado de dinero.

“Son ajustes de cuentas entre integrantes de bandas del crimen organizado, de interés diverso, disputas, de relaciones con organizaciones, y por disputas de territorio, de lavado de dinero”, dijo Durazo a la prensa un día después del incidente.

Para Julián Andrade, columnista especializado en temas de seguridad, habría dos líneas por investigar: una sería la mencionada por Durazo, la de deudas. La otra es que un cartel de la ciudad quiso frenar el avance de otro grupo rival.

A esta línea de investigación se suma la nota firmada por Antonio Nieto en el portal La Silla rota. Ahí se advierte que una pugna entre los “ántrax” (vinculados al cartel de Sinaloa) y el Cartel Jalisco Nueva Generación.

De lo que no hay duda. es que el ataque dejó al descubierto la presencia de cárteles internacionales en la Ciudad de México, como explica el propio Regino, quien actualmente es un abogado especializado en temas penales.

“Desde siempre ha habido presencia de cárteles internacionales en la Ciudad de México. México no es una burbuja. Es una presencia que ha existido siempre y que se ha querido ocultar”: Regino.

Cuando él fue subsecretario de Seguridad, se reconocía la presencia de la mafia China en la Ciudad de México, porque es un punto clave en el trasiego de mercancías ilícitas a Estados Unidos. También de grupos de Estados Unidos.

“Se puede inferir es que hay muchos integrantes de organizaciones criminales transnacionales operando en México, lo que representa un reto para autoridades tanto locales como estatales”, aseguró.

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