Nueve años después del asesinato de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, el gobierno aún no puede garantizar la seguridad de las personas que visitan el municipio. Organizaciones y albergues tuvieron que cancelar la conmemoración de la peor masacre de migrantes cometida en México
Texto: José Ignacio De Alba
Fotos: Duilio Rodríguez
Pie de Página
San Fernando, Tamaulipas –Nadie recomienda visitar el memorial que recuerda los 72 migrantes asesinados en San Fernando. El pequeño monumento está en el mismo bodegón donde hace nueve años los Zetas mataron a los indocumentados.
El viaje se hace sobre advertencia de la presencia de gente armada. El camino para llegar al rancho El Huizache es largo y solitario. Nueve años después parece que nada cambió en este lugar, donde sólo queda el memorial que un grupo de defensores de derechos humanos colocó el año pasado.
La cruz, con sus 72 pequeños crucifijos, reposa solitaria en el bodegón. Este 22 de agosto no hubo ninguna autoridad que se acordara de lo que sucedió en 2010.
Apenas el año pasado, ciudadanos y religiosos instalaron la cruz en el predio, como un recordatorio de lo que pasó. Ahora, el memorial se encuentra rodeado de pastos altos, las avispas hicieron un panal en uno de los brazos de la cruz, y una lechuza vive en el bodegón. Es evidente que nadie ha vuelto desde entonces.
En ese momento se propuso que cada año se realizara en el sitio una misa, pero este año ninguna autoridad quiso acompañar a la caravana para hacer la celebración, asegura el padre Pedro Pantoja, uno de los organizadores del evento.
“El gobierno sigue siendo incapaz de proteger a las personas que pasan por Tamaulipas, aún con la Guardia Nacional”, aseguró el religioso.
El camino de terracería que lleva del ejido está bordeado de sembradíos de sorgo, pero la cosecha está recién levantada, los pastos son cortos y secos. El viento levanta nubes de tierra sobre el camino, pueden pasar horas antes de ver a algún granjero o peón que saluda con recelo desde su tractor o camioneta.
Ni siquiera la presencia de extraños en el lugar altera el ambiente.
En San Fernando no hay presencia de policías, militares o la recién estrenada Guardia Nacional. Aunque pasó casi una década desde la matanza, el gobierno mexicano ha sido incapaz de identificar 9 de los 72 cuerpos hallados y de regresar a la normalidad esta región. Tampoco la violencia ha menguado en Tamaulipas, sólo en este año se ha reportado el secuestro de autobuses de pasajeros donde había indocumentados.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en marzo pasado: “vamos a seguir con la investigación, no queremos que pase lo de San Fernando”.
La historia
En 2010, los Zetas y el Cártel del Golfo protagonizaron una cruenta batalla por dominar el estado fronterizo de Tamaulipas.
El 22 de agosto, en este bodegón fueron asesinados a sangre fría 72 indocumentados; uno de los tres sobrevivientes a la masacre logró huir y caminó 18 kilómetros con una herida de bala, hasta encontrar una base de la Marina. El migrante herido Fredy Lala relató lo que había pasado y dio la ubicación del lugar.
Las fotografías sobre lo sucedido le dieron la vuelta al mundo: decenas de hombres y mujeres maniatados con los ojos encintados y con tiro de gracia. Nueve años después, los zetas han sido eliminados de San Fernando, pero los cárteles siguen teniendo el control de la región.
La inseguridad que vive Tamaulipas provocó que diversas organizaciones no pudieran conmemorar el noveno aniversario de la matanza de 72 migrantes en el municipio de San Fernando. Ninguna autoridad pudo garantizar la vista de diversas organizaciones al sitio donde se cometieron las ejecuciones. El memorial, puesto el año pasado, permaneció en el peligroso paraje.