Desarrollo urbano se ‘traga’ reserva verde de Ciudad Juárez, en 16 años perdió 65 por ciento de las casi 72 mil hectáreas que había en 2003, revelan datos del IMIP
Martín Orquiz
La Verdad / Especial para El Diario
Rosalinda toma aire y lo exhala con fuerza, luego dice con un tono que refleja profunda nostalgia: “el mundo que yo conocí ya no existe”.
Ella y su familia viven en una de las pocas casas rurales que quedan en el ejido Salvarcar, ubicado al oriente de Ciudad Juárez, donde los sembradíos de algodón quedaron cubiertos por el concreto de cientos de fraccionamientos construidos en esa zona en los últimos 20 años, indican sus cálculos.
A los lados de la calle Pascual Ortiz Rubio, donde está la casa en la que nació y que fue habitada por sus padres desde la década de los 60, se extienden construcciones nuevas que contrastan con algunas de adobe en ruinas y algunos sembradíos todavía vivos, “pero ya no es lo mismo”, declara.
Aunque su percepción se limita a lo que fue alrededor de su hogar, Rosalinda no se equivoca. El desarrollo urbano provocó que el oriente de la ciudad –hacia el valle de Juárez– dejara de tener esa categoría de área de conservación ecológica, por lo que la zona verde se encuentra al borde de la extinción.
Datos del Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP) establecen que en 16 años esa zona verde perdió 47 mil 038.44 hectáreas. Ese quebranto representa el 65.45 por ciento del territorio que se consideraba como reserva ecológica en el 2003.
En ese año, de acuerdo con el IMIP, el Municipio de Juárez contaba con 71 mil 868.56 hectáreas de área de conservación ecológica, para el 2016 esa cantidad disminuyó hasta 24 mil 830.12 hectáreas.
Antes “todo era verde y blanco” recuerda Rosalinda, casi no había personas y menos viviendas, la carretera era estrecha y su vida era de campo, pero “mataron la siembra y ahora es ciudad”.
El mapa de Conservación y Preservación del 2003 contempla áreas ecológicas en el poniente (sierra de Juárez), sur (médanos de Samalayuca) y oriente (valle de Juárez) con relación a la mancha urbana.
El gráfico del 2016 marca que existe esa categoría únicamente en el poniente y el sur, ya no en el oriente.
Urbanización se ‘come’ reserva
“Nos hemos venido comiendo al valle de Juárez”, declara Roberto Mora Palacios, director del IMIP.
Esa región se ubica al suroriente del Municipio de Juárez y contiene a las poblaciones de Zaragoza (que está conurbada con Ciudad Juárez), San Isidro, Loma Blanca y San Agustín.
En los años recientes esa zona fue la más castigada: “totalmente, es hacia donde se fue el desarrollo, geográfica y espacialmente no nos queda de otra, no podemos crecer al norte, no al poniente por la sierra, la única forma es el suroriente”, da a conocer en entrevista.
María de Lourdes Romo Aguilar, profesora e investigadora, además de directora general noroeste del Colegio de la Frontera Norte (Colef) y adscrita al Departamento de Estudios Urbanos y de Medio Ambiente, explica que el valle de Juárez perdió su categoría ecológica a través de planes parciales.
“Lamentablemente así ha sido, toda esa parte del valle de Juárez y la colindante del río Bravo, lo que es la primera terraza, en algunas ocasiones hasta la segunda, estaban declaradas como reserva ecológica dentro del Plan de Desarrollo Urbano”, recuerda.
Después, sin embargo, hubo modificaciones a la reglamentación para autorizar que se fraccionara y se desarrollará vivienda alrededor de esa área, para justificar el hecho le agregaron a algunas de esas unidades habitacionales la palabra “eco”.
“Desde mi punto de vista, esto fue una simulación para el área designada como reserva ecológica pues no tiene ese uso como tal, para lo que califica como desarrollo urbano, le quita todo lo ecológico”, agrega.
La frontera agrícola que formaban los campos algodoneros, se recorrió y tomó gran parte de lo que era el valle de Juárez: “realmente hay mucho desarrollo privado en esa zona, la cuestión agrícola migró y se fue recorriendo cada vez más y más”.
En opinión del ingeniero ambiental Víctor Herrera lo ideal es que el desarrollo se realice en las áreas donde haya menos vegetación.
“Si quitas el valle de Juárez y urbanizas, en lugar de urbanizar hacia el sur donde hay menos vegetación y más desértico, estás quitando la vegetación y te quitan toda esa oxigenación”, comenta, “es una mala idea”.
En muchas partes del mundo, afirma, se trata de liberar parques y ríos para favorecer un entorno más saludable, pero en Juárez se va en sentido contrario.
“A las pocas zonas de vegetación que tenemos en el valle de Juárez les estamos dando ‘en la torre’ para construir, lo estamos haciendo al revés, contrario al beneficio de las personas”.
Mora Palacios dice que, para detener esa tendencia, ahora se trata de que el crecimiento urbano se dé dentro de la ciudad, al interior del área que conforman la avenida Juan Pablo II al norte, el bulevar Independencia al oriente y sur, así como el Camino Real al poniente.
El desarrollo que se extendió al valle de Juárez, agrega, ocurrió porque a pesar que existen reglamentos que protegen las zonas ecológicas gobiernos estatales anteriores los desdeñaron y autorizaron construcciones en esa área; el ejemplo más claro es el complejo de fraccionamientos Riberas del Bravo.
Protección, solo en el papel
El crecimiento expansivo de la ciudad, la fragmentación urbana, se da sin orden, sin contención, lo que genera que se acaben los ecosistemas que están alrededor de la mancha urbana, expone Néstor Acosta, director de Juárez Limpio, una asociación civil con fines en pro de la ecología.
“Cambian usos de suelo, se hacen fraccionamientos, entonces la reserva termina desapareciendo, como Riberas del Bravo, que es una zona de inundación porque se ubica en un punto bajo y por ahí se alimentaba el río Bravo”, añade.
En Ciudad Juárez históricamente la protección a áreas naturales queda de lado, a pesar de que existen proyectos de planeación urbana del IMIP, de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) o el Colef no se llevan a cabo en la práctica.
Las autoridades en turno, señala Acosta, modifican los usos de suelo, van de acuerdo con su visión, lamentablemente aquí siempre se centra todo en la economía, pero lo que tienen que entender es que que lo que sostiene a la comunidad y a la sociedad es el medio ambiente.
“Las ciudades siempre tienen que estar creciendo, pero el problema es que no se está haciendo de manera sustentable, es demasiada la urbanización, hay muchas casas con mucho concreto, están desapareciendo las áreas verdes”, advierte.
Para Romo Aguilar aunque existe ley para salvaguardar las áreas ecológicas, simplemente no se actúa.
Cuando se elabora un Plan de Desarrollo Urbano y se publica en el Periódico Oficial del Estado (POE), todas las autoridades y los ciudadanos están obligados a darle cumplimiento, pero en algunos casos no se cumple.
“Si en un Plan de Desarrollo Urbano se designa un área como reserva ecológica, pero luego presentan otro plan parcial y se aprueba, el uso de suelo se modifica, en otros estados esto no pasa, pero aquí sí porque la ley lo permite en algunos casos”, advierte.
La investigadora del Colef rescata que aquí, normativamente, existen cosas positivas, el problema son las modificaciones que se realizan desde hace unos años para acá.
“De todos los Municipios de la frontera norte sólo Mexicali y Juárez tienen un Programa de Ordenamiento Ecológico Territorial del Municipio, indica en todo Municipio la política ambiental de cada superficie”, da a conocer.
Varios organismos, recuerda, realizaron recomendaciones ecológicas para el interior de la parte urbana y el IMIP los incorporó en su Programa de Desarrollo Urbano Sustentable en el 2016, que es la reglamentación más actual.
Para el ingeniero ambiental Herrera, ese documento es incumplido.
El IMIP, en su planeación urbana, etiquetan ciertas zonas como reserva ecológica, como que es preferible mantenerla natural a urbanizarla, pero es un catálogo de buenas intenciones porque no existe la obligatoriedad jurídica de respetarlas.
“Debe haber contención, el IMIP intenta hacerlo, pero no puede hacerlo de forma legal”, señala.
Por ejemplo, los fraccionamientos que están en la zona de Sendero se construyeron en un punto que era considerado como zona ecológica, incluso se elaboró un plan parcial para desarrollarla lo mejor posible y ponerle una serie de candados para establecer qué es lo que se podía hacer bien.
Pero, repite, más que nada fueron buenas intenciones, los ejidatarios venden y las constructoras compran, se hace cambio de uso de suelo, de densidad y no pasa nada.
A pesar de que se elaboran dictámenes para establecer si es correcto construir un proyecto, aunque salga contrario se da luz verde porque se trata solo de sugerencias. A veces lo agradecen, pero lo ignoran: “Yo pensaba que el dictamen debía salir a favor del proyecto, pero no”.
Lo que se está haciendo ahora con los planes directores y con el trabajo que hace personal de la Dirección Municipal de Desarrollo Urbano y el IMIP es ordenar este crecimiento, ataja Mora Palacios.
Se procura que haya un control y que la mancha urbana no se expanda simplemente por el hecho de hacerlo, sino que vaya teniendo un orden y ya no ir creciendo sin control en ese sentido.
“Tenemos muchos lotes baldíos dentro de la mancha urbana, el actual plan –que data del 2016– habla de incentivos para la gente que desarrolle dentro del área consolidada, que es la zona que está dentro de la ciudad para fomentar el desarrollo porque se tienen los servicios”, declara.
Acosta coincide con la crítica hacia la falta de regulación efectiva, el Programa de Ordenamiento Ecológico Territorial, desde su perspectiva y experiencia, contiene solo recomendaciones.
El documento contiene ciertas reglas, pero es muy permisible, no define criterio para medir las violaciones, no contiene castigos ejemplares.
“Los proyectos ambientales que existen no tienen respaldo jurídico, el medio ambiente está indefenso ante el desarrollo, tanto en Ciudad Juárez y en el mundo, siento que está indefenso, no hay proyectos reales de adaptación o investigación al cambio climático”, se queja.
Acotan zona ecológica en área semidesértica
Romo Aguilar da a conocer que aquí existe un área natural protegida a nivel federal de flora y fauna endémicas, que son los Médanos de Samalayuca, un logro que considera muy importante. Otro espacio, que no está decretado normativamente como espacio ecológico, pero así se le considera nominalmente, es la parte norte de la sierra de Juárez.
Mora Palacios complementa: “Hay zonas muy específicas que difícilmente podrán desaparecer como zonas ecológicas, como es la sierra de Juárez, porque simplemente ahí no se puede desarrollar nada”.
Aunque esa área podría considerarse segura para la ecología, no existen programas para reforzar ese hecho, opina el director de Juárez Limpio.
“Hay programas de ordenamiento ecológico territorial en el Municipio de Juárez en los que habla de ciertos puntos que son importantes en cuanto la ecología, tienen cierta vigencia y a partir de ellos se deben hacer políticas públicas”, añade Acosta.
Se considera a la sierra de Juárez como uno de los ejes ambientales para la región, así como el río Bravo, la sierra de Presidio y Samalayuca, que son puntos importantes que se deben conservar.
“En el Programa de Ordenamiento Territorial varias zonas de la sierra de Juárez están consideradas como áreas de preservación y conservación ecológica, pero no se está haciendo algo al respecto para mantenerlo, no hay planes ni a corto ni mediano plazo para convertirlo en un parque ecológico municipal o estatal, o un monumento nacional por su valor ecológico”, explica.
Carga salud con peso de la ciudad
Carecer o limitar las áreas verdes en una ciudad tiene un impacto negativo en varias dimensiones y varios ámbitos en la cuestión urbana, sentencia Romo Aguilar.
“Estamos hablando de la salud urbana, un espacio verde trae beneficios a la salud mental y física, a la cuestión ambiental porque limpia el aire y, en cuestión social, cuando hay espacios verdes hay posibilidades de interactuar por parte de la sociedad, de las personas, de los jóvenes en lugares recreativos y lúdicos, se fortalece la adhesión social”, explica.
Herrera coincide con la directora del Colef: “lo malo de urbanizar es que se pierde cobertura vegetal, en lugar de tener un sembradío cerca de la ciudad, se tienen más fraccionamientos”.
El valor ecológico que representa crecer junto a un sembradío, por ejemplo, es invaluable para la salud ya que se tiene una mucho mejor oxigenación.
“Juárez tiene un muy mal medio ambiente, se ve reflejado en los constantes padecimientos de vías respiratorias, de las alergias, de todos estos padecimientos, no es más que el exceso de contaminación debido al alto flujo vehicular que tenemos”, explica.
La vegetación, continúa, mitiga esos efectos, captura los contaminantes y cambia dióxido de carbono por oxígeno: “Si vives en un lugar en el que tienes vegetación cerca, tendrás una mejor oxigenación, aire más sano, respirable, si impacta de esa forma”.
laverdadjz@gmail.com