No vamos a pedir ni perdón ni permiso por abortar. Pero el tema de la legalización toma relevancia cuando somos conscientes de que la penalización del aborto existe para inhibir nuestros deseos, toma de decisiones y autonomía en general como mujeres
Celia Guerrero
@celiawarrior
Ciudad de México – Han sido semanas movidas con respecto a la despenalización del aborto en México: Oaxaca se convirtió en el segundo estado del país en aprobar la interrupción legal del embarazo, hasta la semana 12 de gestación; unos días antes de que sucedieran las manifestaciones que demandan desde hace 30 años en Latinoamérica, y recientemente en otros países, el derecho al aborto legal, seguro y gratuito; aunque luego el Congreso en Puebla aprobó la propuesta del gobernador Miguel Barbosa de mantener la irrupción del embarazo como un delito en el código penal local.
Todo en las últimas dos semanas.
Este escenario convulso es tan sólo reflejo de una lucha de poder [nadie dijo que no lo fuera] por la posibilidad de desear siendo mujer. Y es importante ponerlo en esas palabras: la maternidad obligatoria, la no elegida, es un castigo que quisieran imponernos por atrevernos a desear. Y me refiero al ‘deseo’ que implica anhelo o aspiración del disfrute de algo [algo así como ¡nuestra propia vida!], no solo a la acepción de la palabra que se refiere a la apetencia sexual.
Tan evidentemente injusta es la sociedad patriarcal en las vivimos que las mujeres necesitamos pelear la posibilidad de desear sin ser castigadas por ello. Porque, aún formando parte de sociedades que se dicen democráticas, nos restringen y castigan el poder de decisión sobre nuestras propias vidas y cuerpos.
Para muchas feministas la decisión de gestar o no es una que hemos valorado y no permitiríamos que ninguna autoridad, normativa o juicio moral nos la arrebatará. En pocas palabras, no vamos a pedir ni perdón ni permiso. Sin embargo, el tema de la legalización toma relevancia cuando somos conscientes de que la penalización del aborto existe para inhibir nuestros deseos, toma de decisiones y por lo tanto autonomía en general como mujeres. Además de que la criminalización afecta principalmente a las empobrecidas, que vivieron o viven violencia sexual y acumulan otras vulnerabilidades.
En medio de varias discusiones que emergen al rededor del aborto [la intromisión de fobias, intereses y doble moral religiosa en asuntos del Estado; la necesaria distinción entre despenalización, legalización, interrupción legal del embarazo (ILE) e interrupción voluntaria del embarazo (IVE); las restricciones de gobiernos que deberían ser responsabilidades para respetar los derechos reproductivos de sus ciudadanas; las mujeres que han creado redes autónomas y prescinden de la venia de cualquiera que se piense con derecho sobre nuestros cuerpos y vidas] quiero retomar un suceso importante, también sucedido hace poco.
En agosto, la Suprema Corte desechó dos proyectos que buscaban invalidar la NOM-046-SSA2-2005, lanzó un tuit y por un momento colocó la discusión en la obligación del Estado mexicano de garantizar el acceso al aborto legal en caso de violación. Si revisan el tuit, podrán notar que tuvo una graaaaan aversión de los anti-derechos. Les dolió que difundiera la información desde una institución como la Suprema.
Sucede que aunque hubo estados como Baja California y Guanajuato que intentaron oponerse a la modificación de la norma, la mayoría de ministros dijeron nel, esta norma está chida, respeta la Constitución y —más importante aún— aplica para todo el territorio mexicano: las instituciones de salud pública deben prestar el servicio de interrupción voluntaria del embarazo a las mujeres que expresen estar embarazadas producto de una violación.
Así que, como lo parodió Malena Pichot: ¡a abortar amigas, estén embarazadas o no!
Otras cuestiones importantes que establece la NOM-46 para no olvidar y difundir:
–No es requisito levantar una denuncia por el delito para recibir el servicio de interrupción. Basta con solicitarlo al personal médico, que no está obligado a verificar si fuiste o no violada.
–Si eres adolescentes mayor de 12 años de edad, puedes hacer la solicitud tú sola, aún sin la mayoría de edad.
–Si el personal médico que te atendió se niega a realizar el procedimiento por la llamada “objeción de conciencia”, el hospital o clínica debe llamar a otros que sí atiendan tu solicitud. Y deben darte la información necesaria para presentar una denuncia formal.
Coincido con las amikas feministas en que no es benevolencia que nos condicionen el derecho a decidir sobre nuestras vidas y cuerpos a haber sido víctimas de violación. Tampoco es precisamente interrupción voluntaria del embarazo (IVE), como nos lo quieren vender. Pero éste es el triste escenario en el que estamos. Nos toca construir otro en donde no tengamos cancelado atrevernos a desear.