Rodeados de migrantes y fieles, Obispos de Ciudad Juárez, El Paso, Texas y Las Cruces, Nuevo México, celebran misa binacional sobre tramo seco del río Bravo, desde donde se pronuncian contra políticas migratorias de Estados Unidos.
Rocío Gallegos
La Verdad
Ciudad Juárez – Sostenidas en manos de desplazados y migrantes, las banderas de México, Colombia, Honduras, Brasil, El Salvador, Guatemala y otros países latinoamericanos hondearon frente a la valla metálica con la que Estados Unidos mantiene cercada su frontera con México.
Justo ahí, sobre un tramo seco del cauce del río Bravo, los obispos de Ciudad Juárez, Chihuahua, El Paso, Texas y Las Cruces, Nuevo México se reunieron para orar por los migrantes que murieron en búsqueda de una mejor vida.
Hasta ese lugar llegaron migrantes y desplazados de Michoacán, Zacatecas, Guerrero y del Estado de México que permanecen en Ciudad Juárez, en la espera de cruzar al vecino país del norte. En esta ocasión los mexicanos fueron mayoría.
“Nosotros estamos aquí porque queremos cruzar” dice José María, a quien por un momento le tocó alzar la bandera de México durante la misa fronteriza. Él salió de Tultitlán, en el Estado de México junto a su esposa y dos niños.
Llegaron desde agosto pasado y se apostaron en la zona aledaña al puente internacional Zaragoza, pero hace nos días se trasladaron a la Casa del Migrante, donde se alojan mientras esperan su turno para entrar al territorio estadunidense.
Dice que apenas hace unos días se enteró de esta misa y decidió aceptar la invitación para llegar a orar a este punto de la frontera, la que buscan cruzar para “llegar hasta donde nos dejen”.
“No nos dan mucha esperan, pero tenemos fe de que vamos a llegar hasta allá” dice a su vez Lucy, una mujer de 18 años, que durante la misa permaneció sentada en el bordo sosteniendo con sus rodillas una cruz blanca en memoria de los migrantes fallecidos.
Desde ese punto escuchaba a los líderes religiosos de las tres comunidades fronterizas quienes oraban por una frontera donde brille la caridad, la justicia y la paz.
Los líderes religioso también se pronunciaron – en español e inglés – porque todo hombre, mujer y niños tengan la libertad de emigrar, así como en contra de las políticas migratorias que separan familias, detienen a niños, que permiten el retorno a México a quienes solicitan asilo político y el racismo.
“Una vez más nos reunimos aquí en este lugar significativo, el canal (del río Bravo) que nos separa, pero no nos divide” dijo Mark Seitz, obispo de El Paso, Texas, quien encabezó la homilía.
“Es muy importante mostrar nuestra unidad, pero también es muy importante trabajar para cambiar esas políticas (migratorias) y cuidar a los necesitados, si no salimos de aquí con este compromiso esta misa no se significa mucho”, dijo durante el servicio religioso en el que también participaron José Guadalupe Torres Campos, obispo de Ciudad Juárez, y Peter Baldacchino, obispo de Las Cruces.
Desde ese lugar, entre tierra húmeda junto al caudal del Bravo, los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles de sus comunidades en ambos países, cantaron alabanzas, imploraron a Dios por los migrantes muertos y por las 22 víctimas de la masacre de Walmart del pasado 3 de agosto.
También mostraron los símbolos, que dijeron, representan el caminar de los migrantes: la cruz, banderas, una mochila, guaraches, agua, comida, entre otros.
Las banderas son símbolos patrios y de identidad cultural que nos recuerdan nuestras tradiciones y nos llaman a compartir lo que somos en la diversidad y solidaridad entre los pueblos, se leyó durante la procesión de los símbolos.
La celebración de una misa en la frontera entre Estados Unidos y México comenzó hace 22 años. Aunque el año pasado se celebró en las inmediaciones de la frontera de Anapra y Sunland Park. Este sábado regresó al cauce del río Bravo, a unos metros de la estructura del puente internacional Paso del Norte.
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