Que el feminismo como concepto se torne cada día más mainstream está jodido. Pero podríamos detectar pequeñas ventajas en esa masificación del discurso sobre asuntos de las mujeres y al mismo tiempo no permitir se nos despoje incluso de lo que defendemos
Celia Guerrero
Twitter: @CeliaWarrior
Antes de que el performance “El violador eres tú” de las chilenas Las Tesis rompiera internet y se volviera un fenómeno mundial replicado en diversas geografías e idiomas, las argentinas de la colectiva artivista ARDA hicieron una acción semejante, en abril de 2018, que también implicaba a un grupo de mujeres realizando movimientos repetidos, especie de tabla gimnástica, mientras manifestaban un poderoso mensaje feminista:
Estamos presentes, estamos acá.
¿Y en dónde estuviste guerrera?
Estuve escondida. Estuve esperando por ti, por vos, por mí, por vos.
Por nuestras ancestras, estamos acá.
Por nuestras hermanas, estamos acá.
Y por nosotras, estamos acá.
Estamos en lucha, estamos acá.
Con fuego y con rabia, estamos acá.
Con furia y amor, estamos acá.
Por la que despierta. Y por las dormidas. Para despertarlas, estamos acá.
Abriendo caminos, estamos acá.
Esas mismas líneas fueron repetidas por un grupo de mujeres, la mayoría de Guadalajara, México, durante el último día del segundo Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan en Chiapas, casi dos años después de que las argentinas realizaran la acción en las calles de Buenos Aires.
Para quien aún no se haya enterado, del 27 al 29 de diciembre hubo un encuentro de mujeres en Chiapas —el segundo convocado por las zapatistas— al que asistieron unas 3 mil 250 visitantes de más de 49 países, según dijeron las organizadoras; más otras miles de mujeres de las bases de apoyo del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que sostuvieron la logística, seguridad, limpieza, alimentos, etcétera, para todas las presentes en el evento.
A diferencia del primer encuentro en donde algunas de las zapatistas participaron en las discusiones, esta vez se mantuvieron al margen, tampoco definieron las actividades, sino que dejaron la organización a las visitantes. Únicamente establecieron una temática: violencia contra las mujeres, un día para compartir denuncias a micrófono abierto, otro para discutir propuestas para pararla y otro para presentar actividades artísticas y culturales. Ya en la práctica, las denuncias eran tantas que se extendieron a lo largo de los tres días.
Ese evento, el último de un año en el que se habló mucho de las luchas de las mujeres en el mundo entero, ejemplifica la enorme necesidad de catarsis, organización y sanación de un grupo —nada más y nada menos que la mitad de la población del planeta— violentado, relegado, silenciado, durante mucho tiempo. Pero simboliza mucho más.
Por lo menos en México, durante todo el 2019, las mayores convulsiones sociales del año las dieron las mujeres, aunque a muchos los ciegue el machismo y les cueste trabajo reconocerlo. Hubo una serie de explosiones en redes sociales que trascendieron al ambiente real de discusiones alrededor de la violencia contra las mujeres, la perspectiva de género y el movimiento feminista, a un nivel suficientemente alto como para despertar el interés del público masivo en esos temas. Ejemplo perfecto es la existencia de esta columna que nació feminista, en mayo de 2019.
Y si esto sucedió fue gracias a la intensidad, creatividad y empuje de las más jóvenes. Porque no es como si de un día para otro el sistema volteó y notó que existen un montón de mujeres reclamando derechos y organizándose políticamente para resistir la embestida patriarcal que inició ayer. Nada de eso. Nos ignoraron hasta que ya les convino más montarse a la discusión [no tengo pruebas, pero tampoco dudas].
Hay que reconocer que los temas al rededor de la violencia contra las mujeres, que tantos ignoraron, minimizaron y echaron a un lado por años, tomaron relevancia social y —aunque la mayor parte de la sociedad continúa sin importarles del todo— ese empuje puede ser positivo.
Que el feminismo como concepto se torne cada día más mainstream está jodido, ya sé, muchas saben que siempre hay quienes jalan el agua para su molino y por las mujeres realmente nunca se han preocupado. Pero podríamos detectar pequeñas ventajas en esa masificación del discurso sobre asuntos de las mujeres y al mismo tiempo no permitir se nos despoje incluso de lo que defendemos.
Hay mucha confusión de términos, pero también mucha energía intelectual y política dirigida; hay mucho desgaste, pero también un relevo generacional importante; hay muchas posturas encontradas, pero también muchas confrontaciones fructíferas que pueden encaminar a nuevas veredas; hay mucha violencia que nos sobrepasa, como nos sobrepasan las denuncias por fin pronunciadas, pero quien extrañe el silencio será tan solo porque algún privilegio o abuso le es señalado.
El encuentro en Chiapas también nos recuerda que hay etapas por las que las luchas —y más importante aún, quienes las empujan— van transitando. En las luchas de las mujeres y los feminismos, para algunas aún es tiempo de seguir rompiendo el silencio impuesto; mientras para otras parece más urgente encontrar alternativas y trascender de la denuncia. Y habrá otras que ya tengan una postura definida y necesiten encontrar más que soluciones comprobadas, maneras de accionar. Mientras, seguramente también exista quien haga altos en el camino para replantear rutas y cuidarnos porque no podemos olvidar que en el centro de todo estamos las mujeres.