El consumo de drogas sintéticas causa cada vez una mayor adicción y provoca más violencia por la guerra que mantienen los cárteles por ese mercado, ante un gobierno federal que simple y sencillamente hasta ahora no ha logrado ser un contrapeso para frenar ese liderazgo criminal
Javier Cruz Aguirre
Entre los años 2010 a 2020, el consumo de drogas sintéticas en México se triplicó, siendo la principal causa de muerte entre los jóvenes de nuestro país.
Destaca el caso del fentanilo, una substancia que es 100 veces más tóxica que la morfina y 50 veces más que la heroína, según aceptó en febrero de este año el subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía Berdeja.
Otros especialistas de México y Estados Unidos en el tema de las drogas sintéticas, específicamente Ricardo Márquez y la propia Drug Enforcement Administration (DEA) en su informe de evaluación para Estados Unidos: 2019 National Drug Threat Assessment, indican que nuestro país está en camino a convertirse en el principal procesador de esta nueva droga, derivada del opio, debido a que, previo a su tráfico a Estados Unidos, las organizaciones criminales lo combinan con otras drogas sintéticas.
Específicamente, en el caso del fentanilo, los informes indican que “como es un nuevo producto, tienen que empezar la introducción con otros ya existentes; entonces, para enviarlo al mercado estadounidense, se mezcla con droga sintética, y esa mescolanza se está haciendo con mayor frecuencia en México”, afirmó el especialista.
Para entidades norteñas como Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, centro de Chihuahua y Baja California, así como la frontera de Coahuila con Texas, la presencia de esta peligrosa, adictiva y productiva droga sintética es ya común y son los cárteles de Sinaloa (Pacífico) y Jalisco Nueva Generación (CJNG) las dos mega organizaciones criminales las que dominan el mercado de éste y otros nuevos productos.
El potencial económico que el fentanilo ofrece a los grandes narcotraficantes en los Estados Unidos –su precio es similar a la heroína (5 mil dólares el kilo), pero al ser adulterado se puede aumentar 20 veces el valor– es de tal magnitud, que llamó la atención a la DEA cómo estos dos cárteles rivales en México hay firmado una tregua en Estados Unidos para respetar sus respectivas áreas de operación, evitar incrementar la violencia y no atraer la atención de las autoridades sobre sus actividades.
Ese “vivir en las sombras” –afirma la DEA– es completamente contrario a lo que sucede en México, donde la guerra entre ambos grupos criminales y sus grupos afiliados está provocando el continuismo en homicidios dolosos porque el nuevo gobierno federal simple y sencillamente no ha logrado ser un contrapeso a su liderazgo.
Los hechos hablan por sí mismos. De acuerdo con el informe de la DEA, los embarques del fentanilo se despachan a Tijuana y Mexicali, en la frontera con California, para introducirlos a Estados Unidos usando el vasto territorio de Ensenada y el Mar de Cortez para su tránsito, camuflados como mercancías ordinarias a través de empresas de mensajería y paquetería, embarcaciones de pesca, vehículos particulares, autobuses, transporte de carga y avión.
Hasta hoy se sabe en la Fiscalía General de la República (FGR) que el fentanilo es procesado con otras sustancias, como la heroína, cocaína y la metanfetamina, lo que le da un grado de adicción más potente.
Al mismo tiempo, las autoridades mexicanas han dicho que el consumo de “nuevas” drogas sintéticas causarán una mayor adicción y daños más severos al sistema nervioso.
Se sabe que son producto de una serie de combinaciones que los consumidores han ido experimentando a través del consumo de varios fármacos a la par.
Su uso se ha popularizado entre la juventud tanto estadounidense como mexicana y reciben nombres tan sugestivos como china white, polvo de ángel, cristal, lsd, la droga del amor y la ketamina, mejor conocida como special “k”.
Sin embargo, el fentanilo merece mención especial porque si bien se conoce que los insumos para crearlo se importan de Singapur, Hong Kong y China, para mezclarlos finalmente en México, cada vez es más frecuente que lleguen directamente a México, sin pasar por Estados Unidos, lo que provoca que al haber una mayor disponibilidad de la droga en los estados de la república, especialmente en la franja norte, “se va a quedar para su consumo en México”, según el especialista Márquez.
De momento, la DEA identificó que los dos principales cárteles utilizan al menos 13 rutas en el centro y occidente del país para el traslado de esta novedosa droga, e identifica a 12 estados del país y a la capital como centros de envío del opiáceo que se vende como un falso analgésico para el dolor.
La respuesta del gobierno una vez más parece insuficiente: Una campaña publicitaria para convocar a los jóvenes a no caer en manos de los traficantes de drogas, becas para que estudien o trabajen y ofensivas contra los laboratorios que sintetizan el fentanilo en los puertos de Manzanillo, Colima y Lázaro Cárdenas, Michoacán, adonde llegan grandes cantidades de precursores químicos.
¿Quién ganará? ¿En cuánto tiempo tendremos resultados objetivamente confirmados? La respuesta –desafortunadamente –muchos mexicanos la conocemos y la padecemos.
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Javier Cruz Aguirre. Es Periodista y director general del portal periodístico www.4vientos.net en Baja California. Pasante de la Licenciatura en Periodismo de la Escuela Carlos Septién García. Desde 1978 ha trabajado en medios como Noroeste, La Voz de la Frontera, Semanario Zeta, Excélsior, La Jornada BC, Semanario Unión Hispana (Los Ángeles, California), Radio Cadena Enciso, el portal Sin Embargo y la Agencia Apro. Desde 1990 ejerce de manera independiente. Fue fundador y director de la Escuela Técnica en Periodismo Flores Magón.