Médicos del sector Salud en la ciudad exponen su preocupación ante la emergencia por COVID-19, que enfrentan con escasez de equipo y suministros; ‘cada quien se cuida como puede’, dicen
Fernando Aguilar
La Verdad
A medida que se confirman cada vez más casos de COVID-19 en la ciudad, la intranquilidad se extiende de forma generalizada entre el personal médico de las clínicas y los hospitales públicos del sector salud en la ciudad.
La sensación obedece en buena parte a la escasez de suministros médicos, cuya limitada disponibilidad despierta en algunos profesionales sanitarios una sensación de vulnerabilidad al contagio de un virus que día a día infecta a la población mundial.
¿Cómo experimenta el personal de salud la creciente expansión de la pandémica enfermedad en Ciudad Juárez?
Con la condición de no poner en riesgo sus fuentes de trabajo al divulgar información personal, tres médicos contaron a La Verdad la forma en que viven la crisis sanitaria en unidades públicas, a donde, a su juicio, todos los días llegan personas potencialmente transmisoras de la enfermedad que no siempre saben cómo actuar ante la sospecha de padecerla.
“La situación es de total incertidumbre y desamparo para el personal”, comenta un especialista de la Secretaría de Salud que labora en uno de los hospitales administrados por esta dependencia estatal. “En condiciones normales, el material es escaso e insuficiente. Ahorita que nos agarra esta pandemia, es todavía más preocupante porque no hay”.
Mientras esperan que las instituciones públicas de salud resuelvan las carencias, son ellos quienes, en medio de factores como la falta de disponibilidad inmediata y un aumento de precios, deben comprar los materiales con sus propios recursos.
De acuerdo con una especialista que trabaja en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), varios son los médicos que en la unidad a la que está adscrita se han surtido de gel desinfectante, cubrebocas de tres capas, mascarillas especiales, visores, guantes, uniformes quirúrgicos e, incluso, una mica transparente que, sujeta al escritorio, actúa como barrera entre ellos y los pacientes en el reducido consultorio.
De la misma forma en que algunos supermercados los implementaron recientemente en cada una de las cajas para reducir las probabilidades de exponer a un potencial contagio tanto a clientes como empleados, muchos doctores mandaron a hacer altos paneles de un material totalmente cristalino para atender con una seguridad recíproca a las personas que llegan a consulta.
“En el chat de la clínica (en la aplicación de WhatsApp) todos están asustados, pero yendo a trabajar. Cada quién con su dinero compra lo que cree conveniente. Por ejemplo, cubrebocas N95. Entre varios se compró una caja con 20 en mil 200 pesos”, dice.
La especialista refiere haber invertido en su caso más de 3 mil pesos en los insumos necesarios para hacer su trabajo, toda vez que el IMSS falla en proporcionarlos con regularidad.
‘Cada quién anda cuidándose como puede’
Las medidas derivadas del temor al contagio por la escasez de suministros van tan en serio que algunos médicos cuentan que prefieren bañarse en el patio de la casa antes de entrar, lo mismo que guardar cierta distancia respecto a los otros miembros de la familia y dormir en espacios de la casa distintos a la habitación.
Todo lo anterior sucede en medio de una fuerte sensación de vulnerabilidad a contagiarse de la enfermedad e inevitablemente, después contagiarla a sus seres queridos.
Así es como, en muchos casos, los abrazos a los hijos e hijas y el contacto estrecho con ellos han quedado restringidos por el momento. De esa forma se han terminado, por ahora, las visitas a los padres y demás familiares adultos mayores, según una de las narraciones.
“Cada quién anda cuidándose como puede”, dice la médica entrevistada. Nos dieron un N95 a cada uno y ya. No hay guantes. El gel a cada rato se acaba. Hasta las hojas en blanco para las recetas siempre se acaban. No hay cubrebocas para los pacientes que tosen en la consulta”.
En otras unidades de primer contacto del IMSS, la situación no dista mucho de esta narrativa.
De acuerdo con otro doctor que también pertenece al Instituto, en la clínica donde trabaja existe gran inconformidad del personal sanitario porque, asegura, carecen de suficientes insumos para su protección, mismos que, aun cuando existen, son entregados con muchas restricciones.
Una de ellas es, por ejemplo, que sólo los reciben quienes están en contacto directo con pacientes que atienden a personas sospechosas de padecer COVID-19 en áreas designadas específicamente para esa tarea, lo que, a decir de las y los especialistas, descuida otras áreas comunes donde también pueden estar personas incluso asintomáticas.
“Desgraciadamente, es difícil a veces dar la cara y dar la declaración, pero hay muchísima inconformidad. No tenemos ni lo básico. No se nos han proporcionado guantes convencionales, googles adecuados, traje. Estamos totalmente desarmados. Solamente se le está dando material de protección adecuada a quienes están en consultorio donde reciben al paciente sospechoso”, dice.
Desde una perspectiva similar, en la Secretaría de Salud del Estado un médico cuenta que el personal administrativo del hospital donde se desempeña asegura que existen los insumos, pero presuntamente se reservan “para el momento en que se presente la crisis”.
“Creemos que en estas etapas donde hay mucho contagio se debe distribuir más material y tomar las medidas para proteger al personal. No tenemos lockers para guardar nuestras ropas y cambiarnos dentro de los hospitales. Nos hemos estado surtiendo por nuestra cuenta de ‘googles’, cubrebocas N95, caretas, porque no podemos confiar en que nos van a dar el material”, relata.
Como lo exponen los testimonios de los doctores del IMSS, el especialista refiere que las y los médicos de Salud han estado surtiéndose de insumos a partir de proveedores locales en un contexto donde la alta demanda ha producido importantes alzas en los precios de dichos artículos.
A pesar de ser una constante preocupación entre algunos profesionales sanitarios, la falta de suministros ha sido desestimada por algunas autoridades en la materia.
Por ejemplo, el pasado 23 de marzo, cuando ya se habían confirmado algunos casos de COVID-19 en el estado, la Secretaría de Salud de Chihuahua emitió un comunicado oficial donde aseguraba que tanto cubrebocas n95 como guantes estaban “listos para ser utilizados” en las unidades, aunque sin ofrecer ninguna fotografía o alguna prueba de ello.
Días más tarde, el 31 de marzo, si bien no precisó cantidades, el IMSS dio a conocer que al Hospital General Regional 66 –la unidad destinada para la atención de pacientes enfermos de COVID-19– habían llegado insumos como cubrebocas, lentes de seguridad y gel antibacterial, aunque sólo para quienes están en contacto directo con aquéllos.
Más recientemente, este martes, el Gobierno de México informó que como parte de las acciones para atender la emergencia sanitaria habían llegado de China los equipos de protección para el personal de salud, los cuales, dio a conocer, serán distribuidos entre las unidades de las distintas secretarías de Salud de los estados del país.
Fuera de la esfera gubernamental, en un acto de solidaridad y buena voluntad, algunas asociaciones civiles y empresas han podido regalar al personal sanitario caretas hechas a partir de impresoras 3D, mismas que las y los doctores utilizan para su protección al brindar la atención médica.
“Los médicos estamos más expuestos y por lo mismo, temerosos de contraer la enfermedad y contagiarla. Y todavía tenemos que comprar los insumos. Un cubrebocas N95 hasta en 700 pesos te vale cada uno si no tienes contacto vendedor”, lamenta uno de los testimonios.
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