En esta conversación, Clemencia Correa, directora de la organización Aluna, busca ponerle nombre a lo que estamos exclamando en redes sociales, lo que experimenta el cuerpo, y entender cómo se está viviendo la pandemia a nivel colectivo
Texto: Jade Ramírez Cuevas / Pie de Página
Aluna Atención Psicosocial es una asociación civil mexicana que se creó hace siete años. Acompaña y atiende con trabajo psicosocial en el contexto de violencia en México, a personal del área de salud mental, personas defensoras de derechos humanos, movimientos sociales y periodistas. Se ha convertido en una caja de resonancia y herramientas para ordenar o entender lo que impacta la vida de cada persona que se involucra en un movimiento social, en una lucha, una demanda de justicia o como organización defensora de derechos humanos.
Cada año las y los periodistas acomodamos diferentes panoramas sobre el país, que nos resultan desoladores cuando plasmamos en reuniones de evaluación lo que terminamos de digerir que nos tocó reportear, cómo continuarán las injusticias o contextos colectivos para perfilar una agenda social desde el enfoque de los derechos humanos. Justo ahora con la crisis global provocada por la covid-19, charlar con Clemencia Correa directora de Aluna tiene un doble sentido: ponerle nombre a lo que estamos exclamando en redes sociales, lo que experimenta todo el cuerpo, y entender cómo se está viviendo la pandemia a nivel colectivo.
Cuáles son los retos ante el distanciamiento social al verse modificada la vida y las libertades y qué hacer con las resistencias civiles que sí han podido sostenerse a lo largo del país en la exigencia de justicia. Esto es justo por la articulación de luchas que dan una sola fuerza. Aprovechamos, desde luego, para entender el papel que las y los periodistas en esto que nos toca llevar.
Jade Ramírez: Clemencia, ¿cómo dimensionamos todo lo que nos está alterando y modificando esta pandemia al obligarnos, principalmente, al aislamiento social? Muchas generaciones nunca habíamos vivido algo así, quizá hemos escuchado recuerdos de algunas guerras o del exilio hacia México y fuera de, pero vivir bajo esta condición de distanciamiento físico, quizá es la primera vez.
Clemencia Correa: Gracias, Jade, también es una buena oportunidad de poder compartir con ustedes -valoramos mucho el trabajo que siempre están haciendo, la perspectiva que tienen-. El foco desde donde estamos mirando nosotros esta pandemia pasa también por un concepto de salud mental, más amplio que el de la OMS o en el Sistema de Salud Nacional. Porque creemos que la salud mental tiene que ver no solamente con la parte física, no solamente lo emocional, sino que esto está basado fundamentalmente en las relaciones de los seres humanos. Y éstos, con el ambiente, no como una labor productiva, para producir en un sistema capitalista. Entonces, es importante tener esta salud mental y que nos permita también ubicar desde el enfoque psicosocial que la pandemia se está sobreponiendo ya en un proceso de existencia de diferentes violencias. Esto es muy importante para entender que se da en una estructura especialmente patriarcal y de violencia sociopolítica, y por lo tanto, eso nos permita ver esta salud mental con las afectaciones a nivel económico, político, espiritual, emocional y psicológico. Cuando estamos hablando desde un enfoque psicosocial: es cómo leer los impactos de una manera integral, mucho más estructural, por lo tanto, hay que saber que a las consecuencias que estamos teniendo ahora en la pandemia todavía le vienen muchas más que aún no alcanzamos a imaginar.
Es la consecuencia de un sistema neoliberal, de un sistema de salud prácticamente colapsado, pero además también de un sistema individualista y una forma de competencia de mercado que nos está trayendo grandes consecuencias en este momento. Entonces, si lo vemos desde ahí, decirles que tenemos que ubicar a la pandemia como un trauma psicosocial es importante. Un daño social que se está generando sobre una emergencia mundial con impactos en diferentes niveles que ya nos afecta. Obviamente a nivel individual quienes viven o vivirán más en directo el coronavirus, pero también en una relación fundamental con la familia, las afectaciones que se están teniendo en las diferentes organizaciones, en las comunidades, en la sociedad en general, y en particular una pandemia que está afectando a la humanidad entera, ahí la complejidad también para poder ver los impactos.
Por otro lado, creo y si lo miramos desde aquí, es un algo desconocido, como tú decías bien, es algo que esta generación no habíamos tenido que vivir, y entonces, un primer elemento fundamental es la confusión que estamos viviendo, si bien decimos, si bien ya podemos nombrar que es el virus, afortunadamente, ya por lo menos hay un avance científico de poder nombrar qué tipo de virus es. El desconocimiento y la incertidumbre que nos implica esto es muy grande en el sentido de que no tenemos elementos suficientes para afrontarlo, entonces este trauma psicosocial lleva obviamente a una confusión, de un cúmulo de angustia, de incertidumbre, pero que también por el otro lado, vamos a decir, el hecho de que no estén las formas de afrontarlo, por lo menos en el sistema de salud, pues nos genera mayor preocupación.
Por otro lado, por lo menos en México hemos estado como en una burbuja, que nos ha permitido prever algunas situaciones, y por lo menos, en el caso de Aluna es importante decir que nos ha parecido bien manejado por el subsecretario de prevención Hugo López Gatell, con la parte preventiva que otros países no tuvieron, y eso creemos es una ventaja para la preparación, lo que no significa que tengamos las condiciones para afrontarlo, porque seguramente el sistema mexicano no está preparado para ello, porque ya venía afectado por la privatización de malas condiciones anteriores. Esto nos va generando mucha más ansiedad y más ahora preparándonos para la fase 3 que nos llevará, posiblemente, a saber de casos más cercanos, nos estaremos enfrentando a procesos de muerte, a procesos de mayor injusticia y a procesos de mayor ansiedad.
La batalla de las otredades en un país desigual
JR: Digamos que todas las emociones van a estar envueltas en esto que ya te mencionaba de la desconfianza hacia a los otros por el temor a contagiarse y estigmatizar: no sé de dónde viene, no sé qué tan salubre es o no, fomentando la separación. Más allá de una “teoría de conspiración”, es claro que se ha sembrado el terror en la sociedad por parte de las autoridades y cuando veamos las muertes más cercanas y la profunda desigualdad en esas muertes, te pregunto: ¿Cuándo será el momento y cómo de recuperar la naturaleza del concepto de comunidad, una forma muy arraigada en nuestra cultura?
CC: Primero decirte que hay impactos diferenciados. Los impactos vistos desde el enfoque psicosocial también dependen de las condiciones para afrontarlo. No es lo mismo quienes podemos en este momento estar aislados y quienes no. Quienes están viviendo situaciones de mayor violencia o de mayor imposibilidad también económica para afrontarlo. Desde esta diferenciación, sí es importante ver cómo el miedo ante lo desconocido puede llevar a varias cosas: a mayor rigidez en la forma de afrontar la situación. Hay países o gobiernos incluso de México, que ubican la oportunidad para el control social a través de la militarización por tratarse de un tema de seguridad pública. Si bien no es la política nacional, porque por lo menos aquí no se está planteando la militarización sumada al sistema de salud, no quiere decir que nos esté pasando.
Juntar el miedo con el odio puede llevar a sistemas totalmente autoritarios y que no dimensionamos las consecuencias. Por ejemplo, estaríamos ante actitudes de mayor xenofobia, que lo estamos viendo ya. O los casos de ataques al personal de salud como enfermeras y médicos, o hasta algunos pueblos que ya están regulando el retorno de quienes vuelven de Estados Unidos a ver a sus familiares. Nos enfrentamos al tema del miedo que hace que la rigidez y el odio pueda aflorar, creyendo que tomando este distanciamiento y estigmatizando a los otros se podrán salvar algunos, cosa que, además, no es cierto. Porque el virus nos está enseñando y abriendo la posibilidad de repensarnos: el coronavirus puede contagiar y afectar a cualquiera y nos sacara, como en otros momentos de situaciones límite, lo mejor y lo peor de la humanidad. Rechazo, xenofobia, discriminación, injusticias, pero también estaremos viendo lo mejor de la humanidad, que pasa por la solidaridad.
Este virus nos está diciendo que no importa norte o sur, oriente u occidente, porque incluso en América Latina estamos viendo lo que está pasando con los europeos. El reto implica cómo esta solidaridad se recrea. Y se reactivan los lazos, los vínculos, la comunidad. Incluso, el concepto mismo seguramente, comunidad o en comunalidad, se tendrá que ir repensando estos días de manera transversal: estaremos ante la construcción de un nuevo sistema, que necesariamente nos tocará repensarnos y pensar en el otro.
Hay una frase de Enrique Pichon-Rivière, un psicoanalista argentino que decía: “en tiempos de incertidumbre y desesperanza, es imprescindible estar en proyectos colectivos, desde dónde planificar la esperanza junto a otros”. Porque es la única manera, queramos o no, estamos fortaleciendo los vínculos aún en aislamiento social. Hemos restablecido los vínculos de otra manera pues tenemos la oportunidad de estar en este momento, en las computadores, hablando más con otros compañeros, con la familia, veamos qué pasa con las comunidades pero este lío nos está poniendo en el reto de repensarnos con otros y no solamente como un proyecto individual, sino como un proyecto de humanidad.
JR: Y mirar estos impactos diferenciados, todos estos perfiles que yo te mencionaba, sobre aquellas personas que están en más vulneración no por quiénes son y por lo que hacen, sino porque el sistema y la estructura les vulnera constantemente sus derechos: mujeres, migrantes, defensoras y defensores del territorio, periodistas, personal de la salud… Desde el enfoque psicosocial, ¿qué es lo que hay que atender o tener claro de esta pandemia que ha venido acentuando la desigualdad y la desventaja entre unas personas sobre otras?
CC: En el caso de las mujeres, nos estamos enfrentando a que se presenta mayor violencia intrafamiliar, pero mayor sobrepeso de actividades, y en particular, mayor desgaste físico y emocional. Ahí hacemos un llamado a que las mujeres fortalezcan la memoria que tienen. Las mujeres de resistencia en diferentes lugares y espacios. Tratar de buscar con quienes pueden hablar, no quedarse en silencio. Después de que pase la pandemia tendremos más cifras que no alcanzamos a visualizar, si pueden denunciar o tienen la posibilidad, salir a los refugios que se están creando para mujeres en este contexto.
Lo que está pasando con defensoras y defensores en México nos preocupa muchísimo. Por ahora, digamos, no hay una visible intención a nivel federal de medidas represivas, excepto lo que ha pasado con la Guardia Nacional contra migrantes. Hay denuncias en el norte del país o en el sur, a través de Fray Matías de Córdoba, sobre lo que está pasando con los albergues. Entonces, cómo las organizaciones visibilizamos también el trabajo que están haciendo quienes acompañan a los migrantes y cómo les acompañamos por el desgaste que están teniendo o las denuncias que ha hecho la Red Nacional de Defensora contra Emilia Pascual en la sierra norte de Oaxaca, por denunciar la precariedad en el sistema de salud, o que continúan las agresiones contra periodistas, como fue el caso del asesinato a María Elena Ferral, en marzo.
Entonces, cómo en medio del coronavirus la violencia va a continuar y uno de los retos fundamentales es cómo seguir denunciando, cómo buscar las vías de denuncia, pero cómo seguir también, obviamente, buscando los mecanismos de la prevención sobre el desabasto de alimentos y la incapacidad de tener un sistema para resolver. Sigue denunciar, porque el coronavirus no puede invisibilizar las violaciones a los derechos humanos.
JR: Como la agenda feminista que venía ocupando espacios de muchos años para debatir los temas de emergencia y que de pronto esta pausa nos llevó a parar un poco la narración, ¿deberíamos crear espacios a manera de repositorio de lo que se ha hecho, de lo que sigue pendiente, de lo que está pasando ahora para dejar en claro que la agenda no está suspendida porque las problemáticas no están resueltas? Agresiones, contextos violentos que no disminuyen…
CC: Aquí hablaría de algunos dilemas y retos a los que nos estamos enfrentando y van a permanecer. Nos tenemos que preparar para esto, Jade, no va a ser fácil. A nivel personal y familiar, lo más importante es hablar porque a veces nos va carcomiendo el miedo. Y el silencio que se va apoderando en nuestra cotidianidad porque hablamos todo el tiempo del coronavirus pero no de lo que estamos sintiendo, y no de los impactos que estamos teniendo. Hay que hablar del temor a que alguien muera. Hablémoslo. Miremos las rutas de lo que se puede hacer. Lleguemos a acuerdos: ¿a qué hospital se puede ir? ¿A quién llamamos? Esto no quiere decir entrar en el terror, esto quiere decir entrar en una forma afrontamiento, porque no sabemos en qué condiciones nos vamos a enfrentar. También, hablar de fortalecer el sistema inmune: cómo nos fortalecemos a nivel individual, familiar, de las organizaciones, dentro de las organizaciones, y asimismo, también con las comunidades. ¿Cómo fortalecer lo que hemos creído hasta ahora, nuestros valores éticos, nuestros proyectos de vida? Vamos a estar enfrentándonos a la muerte, pero también tenemos que estar conectados permanentemente con la vida, si creemos en un acercamiento espiritual, en proyectos políticos, en la meditación. Todo aquello que nos da fuerza a nivel individual, familiar y colectivo.
Éste es el momento, desde esta lucha como humanidad, seguir con las medidas de control social necesarias para prevenir los contagios pero que no se convierta, posteriormente, en una forma de vida, hoy las formas de control son necesarias, pero eso no quiere decir que la humanidad se convierta a un control social por siempre, y especialmente para los periodistas en permanentemente contacto con el dolor, las injusticias, la muerte. ¿Qué necesitamos ver? ¿Es el momento de un acompañamiento psicosocial? Y también, no dejar de recrearnos día a día, con los niños, no dejar de recrear el tema del arte pues aquella idea del arte elitista como los teatros, la música, se está abriendo. Tú decías hace un rato de las abuelas, de los abuelos, o sea, la memoria de nuestros aprendizajes, también anteriores, tenemos que ponerla aquí sobre la mesa. Es ponernos en el pasado, para tener toda la fuerza en el presente y tener la posibilidad de seguir pensándonos en el futuro.
JR: Para cerrar con las recomendaciones después de sobrevivir a la crisis y regresar un poco a los hábitos más estandarizados desde luego con claridad de lo que se vivió, ¿cómo atender la amenaza de la depresión? Si el año pasado la Organización Mundial de la Salud pronosticaba para el 2020 que 350 millones de personas se iban a incapacitar laboralmente por depresión, derivado esto del estilo de vida estructurado por el modelo neoliberal.
CC: La depresión es algo fundamental que hay que abordar. La ansiedad, obviamente, pero que también hay que cuidar que no sea un abordaje sólo patológico que patologiza a las personas. Porque además no va a ser un problema individual, una cosa son los síntomas que podemos tener de bajón, de angustia, eso es normal que lo tengamos, es normal que nos sintamos así, porque la situación como decía Ignacio Martín Baró de este contexto pandemia es anormal, y no lo habíamos vivido y no teníamos ese conocimiento, entonces sí es necesario medicalizarlos, pero que la tendencia no sea esta mirada clínica patológica que, desafortunadamente, tienden a reproducir los sistemas de salud.
Hay que recuperar nuestras fuerzas con las recomendaciones que les mencionaba pues también nos permite prever el sentido de la vida, el sentido de la resistencia, como muchos movimientos sociales lo han hecho en América Latina ante otras situaciones, entonces, eso es cómo sobrevivir y cómo resistir en este momento, frente a situaciones límite que estamos viviendo de muerte, pero que nos permita también a hoy en medio de esta angustia, no perder el sentido de vida que tenemos, digamos que ahí los proyectos políticos, las apuestas son importantes. Pepe Mújica el ex presidente uruguayo ante los embates ante el horror decía: para no perdernos en estas actuaciones de este modelo neoliberal, necesitamos una introspección individual que desde nosotros mismos nos permita ver la humanidad. Parte de nuestro aprendizaje durante esta pandemia es no perdamos la oportunidad de vernos, de ver aquello que ya no queremos ser, y reforzar lo que sí queremos ser.
JR: Sin duda una oportunidad y varias posibilidades para mitigar los impactos y afrontarlos para sostener una mirada crítica de lo individual y lo social.
CC: ¿Sabes qué? Que tengamos la conciencia de que hemos hecho todo lo posible que podíamos hacer en este momento. Tengamos la claridad de dónde estamos periodistas, defensores, madres, padres, hijos. De saber que pudimos entregar el afecto necesario. De saber que hemos dado nuestra potencialidad para ser mejores personas y, antes de arrepentirnos, tener la tranquilidad que hemos hecho lo que hemos podido hacer.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.
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