El optimismo priista contrasta con la realidad: el repudio generalizado de la sociedad mexicana en contra de los gobernantes emanados del PRI y en el Estado de Chihuahua lo convirtió en un nuevo minipartido incapaz de ganar elecciones por sí solo
Gerardo Cortinas Murra
En un comunicado de prensa, el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, señaló que “las reformas que se aprobaron a los estatutos ponen al instituto político a la altura del México de hoy, como un partido moderno, democrático, plural, abierto y listo para el 2021… (lo que) permitirá que seamos un partido más competitivo y regresar a ganar elecciones”.
“Alito” afirmó que uno de los propósitos de esta reforma estatuaria será que el PRI “pueda aliarse con todas las fuerzas políticas que le garanticen el triunfo de sus candidatos”; así como también que todas las candidaturas plurinominales “sólo serán para militantes”.
De esta manera, “estamos construyendo hoy el partido más moderno y más transparente de México”… (pero) los candidatos postulados por el PRI deberán firmar un documento donde protesten lealtad al partido y se comprometan a no abandonar las bancadas”.
Recordemos que la supuesta modernidad del PRI ha sido motivada, en algunos casos, por la pérdida del poder político (2000); y en otros, para apoyar las políticas públicas del gobierno federal (reformas estructurales promovidas por Peña Nieto).
Así, por ejemplo, en el año 2007 (un año después el triunfo electoral de Felipe Calderón) el PRI aprobó reformas a los estatutos del Partido, para otorgar mayores facultades a la Comisión Política Permanente para que pueda adicionar o modificar los distintos reglamentos que ordenan la vida interna de ese instituto político”.
Posteriormente, en el año 2013, con la asunción al poder presidencial de Peña Nieto el PRI modificó, de nueva cuenta, sus estatutos para avalar las reformas estructurales. Al respecto, Peña Nieto fue enfático al declarar que:
“Mi responsabilidad es lograr que México despliegue todo su potencial. No hay intereses intocables. El único interés que protegeré es el interés nacional. Tomaré las decisiones que exige la transformación del país. El éxito del PRI depende del éxito de México”.
La Asamblea Nacional –con votación a mano alzada y por unanimidad– se aprobó otra modificación a los Estatutos del Partido; en especial, los preceptos que prohibían a sus militantes apoyar la aplicación del IVA en alimentos y medicinas y la colaboración de Pemex con la iniciativa privada. Dos propuestas a las que el priismo tradicionalmente se había opuesto.
En un exceso de pragmatismo político, Peña Nieto declaró que “con un nuevo programa de acción, el PRI cuenta con una guía para atender los retos y necesidades del país… con pragmatismo y sin dogmas, el PRI se transforma para poder transformar a México”.
Ahora, en el año 2020, el PRI reforma sus estatutos con el propósito de “formar alianzas con partidos políticos de distinta ideología y permitir a los priistas ocupar cargos en gobiernos emanados de otros partidos sin tener que renunciar al Partido, al quedar suspendida su militancia de forma provisional”.
En efecto, el PRI ha anunciado una alianza a nivel nacional con el PRD, “pero no ha descartado la formación de un bloque amplio que incluya al PAN y replicarlo en los estados para las elecciones locales”.
Sin conocer el contenido de las reformas aprobadas, haré referencia a las notas publicadas por diversos medios periodísticos en las que se afirma que esta reforma plantea “conocer y acordar las propuestas para concertar convenios para constituir frentes, coaliciones y distintas formas de alianza con otros partidos”.
Asimismo, “se contempla permitir a los priistas ser parte de un gobierno de otro partido sin tener que abandonar el tricolor y autorizar a los militantes para “solicitar, en caso de aceptar un encargo o empleo en un gobierno emanado de las filas de otro partido con el que no haya existido coalición o alianza, licencia provisional del ejercicio de su militancia”.
También se incluyen reformas excesivamente inconstitucionales, como la siguiente: “para ser candidato a una senaduría, diputación, o regiduría plurinominal, se deberá firmar una carta donde el aspirante se comprometa a abandonar el cargo si renuncia al PRI o abandona el grupo parlamentario”.
A pesar de ello, “Alito” celebró que “se haya establecido que las candidaturas plurinominales sean para la militancia, porque es un acto de justicia para que quienes se han mantenido leales en las buenas y en las malas, y sean quienes nos representen… (porque) contra los pronósticos negativos, este PRI está de regreso y listo para enfrentar los comicios del 2020 y 2021”.
Por desgracia, el optimismo del líder nacional priista contrasta con la realidad: el repudio generalizado de la sociedad mexicana en contra de los gobernantes emanados del PRI. Lo que ha convertido a este partido político, en el Estado de Chihuahua, en el nuevo minipartido incapaz de ganar elecciones, por sí solo.
A mi parecer, no hay otra explicación para que el PRI hubiese modificado sus estatutos, más que la urgencia de poder coaligarse con otros partidos para incrementar su votación y, con ello, obtener más financiamiento público que le permita subsistir de una manera más decorosa.