A unos días del inicio de clases, más de la mitad de los alumnos de los siete planteles del Cobach en Ciudad Juárez aún no cubren la cuota de inscripción; temen que abandonen la escuela por la crisis económica desatada por el coronavirus
Rocío Gallegos / La Verdad
A Liliana Jáquez se le va el sueño en pensar qué puede hacer para que su hija Marlene no abandone la preparatoria. No cuenta con recursos económicos para pagar la cuota de inscripción y en unos días inician las clases.
“No sé cómo le vamos a hacer. Ella quiere seguir en la escuela, en el semestre que terminó le fue bien, terminó con buenas calificaciones, no reprobó ninguna”, dice la madre de familia, que pide resguardar su identidad real. Su hija concluyó el cuarto semestre de preparatoria en el plantel número 19 del Colegio de Bachilleres del Estado de Chihuahua (Cobach).
Hasta marzo pasado, la familia tenía un ingreso que permitía costear los gastos escolares de su hija, dice. Ella cruzaba a El Paso, Texas, a limpiar departamentos dos o tres días a la semana y su marido tenía un sueldo seguro ‘en la obra’, como albañil. Además, su hija recibía la beca que el gobierno federal entrega a estudiantes de educación media superior.
Sin embargo, la pandemia por el coronavirus les cambió la vida y los dejó sin entradas económicas. Liliana perdió su trabajo informal debido a que ya no pudo cruzar porque Estados Unidos cerró su frontera con México, en un intento de frenar la propagación del virus; y su marido se quedó sin trabajo y aunque realiza ‘chambitas’, “apenas sale para la comida”. Además, su hija no ha podido recibir la beca por problemas en el sistema.
Sin dinero, el pago de la inscripción de su hija se ha convertido en una preocupación y una carga para la familia.
Aunque ella no es la única que no ha pagado la cuota para continuar sus clases. Al menos más de la mitad de los 16 mil 963 alumnos de los siete planteles del Cobach en Ciudad Juárez se encuentra en esa situación, se informó. En algunos, como el número 5, ubicado en la avenida Valentín Fuentes, y el 19, en El Chamizal, se dio a conocer que la cantidad de estudiantes que aún no cubren su matrícula se eleva hasta el 60 por ciento.
“Ahorita no contamos con dinero para soltar así de un ‘fregazo’ los casi dos mil pesos de la inscripción, más aparte (pagar) libros y todo eso, pues si es muy difícil”, dice Liliana, de 38 años, al enumerar los gastos que debe realizar en el arranque del próximo semestre de su hija y que suman mínimo casi dos mil 800 pesos, sin considerar la compra de uniformes.
“Muchos no han podido cubrir con este compromiso (de la inscripción) por la situación económica que estamos viviendo, por el tema de COVID, de la pandemia… pero es importante que hagan el esfuerzo de pagar”, comenta Eduardo Limón Alonso, coordinador de Bachilleres en la zona norte, sistema que concentra la mayor cantidad de alumnos del nivel de educación media superior en la ciudad.
Limón Alonso explica que el periodo de inscripción inicia con la entrega de calificaciones, que en esta ocasión se llevó a cabo el 19 de junio, y que concluye cuando en los planteles inician vacaciones, que esta vez fue el 3 de julio. En ese plazo la mayoría realizaba el pago, ahora no ocurrió así.
Debido a ello, al retomar las actividades en los planteles comenzaron a enviar mensajes a los padres de familia donde les piden que paguen y les informan que la mayoría de la comunidad estudiantil no ha cubierto la cuota de inscripción.
Fernando Mendoza, de Comunicación Social del Cobach, dice que el pago de la inscripción es necesario, el dinero recaudado se “usa para muchas cosas, no solo para cuestiones físicas, como construir aulas o mantener las aulas bien equipadas, sino también para el equipo que utilizan los propios chavos en laboratorios”.
Pero debido a que las clases se iniciarán de manera virtual, por internet, como ocurrió desde mediados de marzo durante el semestre pasado, los padres de familia cuestionan el cobro de la matrícula por considerar que sus hijos no utilizarán la infraestructura de los planteles escolares.
“No entiendo porque están cobrando la inscripción si todo va a ser en línea, ni irán a la escuela”, dice Liliana. “Se supone que nosotros somos los que tenemos que pagar por servicios en casa, como el internet, para que nuestros hijos se conecten a sus clases”.
No deberían de cobrar, la situación está muy difícil, dice la madre de familia.
Asegura que en marzo pasado, cuando las clases del Cobach migraron de lo presencial a lo virtual, en su casa tuvieron que contratar el internet por unos meses para que su hija terminara el semestre. Lo hizo a través de un celular, porque no tiene computadora.
Mendoza comenta que se entiende la situación de muchos alumnos en estos momentos por la pandemia, pero cuando se vuelva a clases normales va a ser necesario que se tenga el equipamiento necesario para sus clases en los planteles.
Tanto Limón como Mendoza piden a los papás y mamás que no han podido cubrir el pago de la matrícula que se acerquen a los planteles donde van sus hijos para analizar su situación.
“Si de plano no pueden pagar, les pedimos que se comuniquen a los planteles para que se les haga un estudio socioeconómico, el resultado arrojará cuánto es lo que necesitan de condonación, si es el 100 por ciento de la inscripción o un porcentaje”, dice Mendoza, “Hay gente que no puede pagar ahorita, pero si puede dar una parte en octubre, otra en diciembre, el Cobach está abierto a recibir propuestas”.
“Queremos que los jóvenes sigan estudiando, entendemos que estamos en tiempos de pandemia”, afirma Limón.
Alerta el abandono de estudios
La cantidad de alumnos que aún no ha cubierto el pago de su matrícula encendió una alerta en las autoridades educativas, debido a que en la ciudad el bachillerato es el de mayor deserción de los niveles educativos que son obligatorios.
En el ciclo 2017-2018 su eficiencia terminal alcanzó el 61.75 por ciento, de acuerdo con la Radiografía Socioeconómica del Municipio de Juárez, Así comenzó el 2020, que elabora el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP), con datos oficiales. En la primaria, terminaron su escuela el 100 por ciento de los alumnos, en tanto que en la secundaria concluyeron ocho de cada 10.
Limón dicen que por ahora es muy aventurado estimar el número de alumnos que abandonarán la preparatoria en medio de la pandemia.
Comenta que el semestre pasado, cuando se migró del sistema presencial al virtual, aproximadamente un nueve por ciento de los 16 mil 963 alumnos en Ciudad Juárez, es decir mil 527 estudiantes, no pudieron terminar sus clases, principalmente porque no tuvieron conectividad o no tuvieron computadora en casa.
Aunque asegura que directivos y maestros se dieron a la tarea de ubicarlos para ofrecerles una oportunidad de regularización y se les ofreció la opción de un examen extraordinario.
Hasta tener resultados de ese proceso, dice, se sabrá el porcentaje de reprobados o de deserción del semestre pasado, que fue totalmente inusual debido a que los planteles cerraron y sus alumnos fueron enviados a seguir las clases desde su casa debido al COVID-19.
Esa situación no fue el caso de Marlene –ella aprobó todas sus materias– pero la posibilidad de que no pueda continuar sus estudios mantiene a sus padres en la incertidumbre.
“Yo le dije a ‘mija’: no sé cómo le vamos a hacer con lo de tú escuela”, afirma Liliana, “Ella me dice: yo no quiero quedarme sin escuela”.
Si no consigue la beca o un apoyo en su plantel, añade, será difícil que siga sus estudios… “no tenemos dinero ahorita para pagarlos, aunque quiera, no tengo”.
Su marido apenas tiene un mes con trabajo todos los días, pero sus ingresos son de apenas mil pesos a la semana, asegura. Para cubrir el costo inicial de los estudios de su hija en el siguiente semestre requiere mínimo más de dos mil 700 pesos, entre el pago de la cuota al plantel, libros, aportación a la sociedad de alumnos y el Prevee, el sistema de comunicación que conecta a alumnos, padres y docentes.
La situación la obligó a salir a buscar empleo en la maquiladora, pero dice que por el COVID no ha sido fácil colocarse en un trabajo, le piden muchos requisitos. Ella lo atribuye a las restricciones con las que operan las fábricas por la emergencia sanitaria.
Dice que su hija le pide que vayan a la escuela para arreglar lo de su beca o pedir que le den tiempo para pagar, lo que contemplan hacer en los próximos días.
“Ahorita, pagamos la escuela o compramos comida”, dice la madre de familia que tiene otras dos hijas mayores que Marlene, quienes tampoco continuarán sus estudios.