Mamás provenientes de distintos lugares y realidades, escribieron su experiencia del encierro, el cuidado y el trabajo durante el confinamiento por la pandemia. Las 48 historias, que fueron reunidas por las periodistas Cynthia Rodríguez y Olimpia Velasco, son la evidencia de cómo el Estado recarga en los hombros de las mujeres el cuidado y el sostén de la vida
Texto: Daniela Rea / Pie de Página
Un libro que acoge la historia de 48 mujeres que podrían ser las historias de muchas mujeres: encierro, trabajo, maternidad, cuidado de la casa, cuidado de los hijos, escuela de los hijos, estrés, agotamiento, soledad.
Mamás en cuarentena, editado por las periodistas Cynthia Rodríguez y Olimpia Velasco, son los relatos en primera persona de mamás que, a través de su palabra y su experiencia, salen de casa o quizá sería mejor dicho abren su casa para recibir, para encontrarse con otras como ellas en busca de un acompañamiento, de un “no estás sola” y un gesto de sororidad colectiva en esta pandemia.
Estos relatos, que hablan desde distintas geografías y realidades -un hijo o más, desde el empleo o el desempleo-, “logra contar una historia sobre el miedo, el desconcierto, la inseguridad, el remordimiento, la culpa, el hartazgo, la esperanza, el aprendizaje, el amor y el espíritu de lucha de quienes compartieron su historia desde lo más íntimo de sus hogares y que podrían reflejar la voz de millones de madres”, dice María Luisa Díaz de León, periodista que también es coautora de esta antología.
Sí. Los relatos que hay aquí son relatos de ternura, de agotamiento, de dolor y frustración. Porque, como escriben las editoras en la introducción: “las mamás llevan la peor parte de la pandemia de coronavirus”.
La carga laboral, la violencia
Unos datos que presenta la periodista en la introducción:
En México, según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 15 millones de mujeres tienen sobrecarga de trabajo, multiplicada por la labor doméstica y la de cuidado y crianza. Con la pandemia la situación empeoró: menos horas de sueño, más trabajo.
En Italia, uno de los países más afectados por la COVID-19, el 35 por ciento de mujeres con hijos de 0 a 14 años tuvo que renunciar a sus trabajos para poder hacerse cargo de ellos por el cierre de escuelas.
Niños, niñas y adolescentes, que requieren tutoría en las clases, ayuda para hacer las tareas, diálogo para asegurar el aprendizaje y refuerzo para afianzar y aplicar el nuevo conocimiento, multiplicaron la tarea para las madres de familia trabajadoras, que no es una cifra menor: 14.8 millones de mexicanas.
En cuanto a la salud mental: las editoras citan a Gary Barker, especialista de Promundo-US, quien advirtió que sin cuarentena padecía estrés una de cada 20 personas y durante el confinamiento la cifra aumentó a una de cada cuatro.
A esa multiplicación de problemas se añadió la violencia doméstica -incentivada por el encierro y los problemas antes mencionados- la Red Nacional de Refugios dijo, en la última semana de julio, que aumentaron 81% las agresiones contra mujeres, niñas, niños y adolescentes en confinamiento.
En México, el Consejo Nacional de Población (Conapo) prevé 145 mil 719 embarazos excedentesentre 2020 y 2021, debido a que las mujeres no acudieron a recibir métodos anticonceptivos por temor al contagio de COVID-19; de esos embarazos 21 mil 575 serán de adolescentes y jóvenes de menos de 19 años de edad, un 20% más de lo que se reportó durante el año pasado.
“Esta pandemia ha cambiado al mundo, en ese sentido debía también cambiar la posición de las mujeres: promoviendo la igualdad, el respeto a sus derechos, recibiendo apoyos que deben formalizarse en políticas públicas que transformen y formen la vida de las niñas, con acceso a educación y cuidados. Una vida en general para las mujeres: ‘Más solidaria, justa, feminista e igualitaria’”, escriben.
Pensar, compartir las vidas que queremos
Nashieli Ramírez, titular de la Comisión de Derechos de la Ciudad de México, y con una amplia experiencia de trabajo en la atención a infancias y mujeres, prologó el libro Mamás en cuarentena.
En el libro Nashieli encontró historias que se entretejen y que “construyen una conciencia colectiva de un pensamiento presente desde que este encierro comenzó para todas las personas y nos atrajo a las dinámicas domésticas en las que cada día, cada hora, es una labor continua para nutrirnos de cuidados, de alimentos, de emociones, de resoluciones claras y sostenibles de conflictos, de gestión de temores y de motivación de alegrías”.
Y afirma que, aunque hay realidades y condiciones distintas, también hay un punto de encuentro: la incertidumbre por lo que viene.
“Compartimos la preocupación por el mundo que habitarán nuestras hijas e hijos y la adaptación de las sociedades en las que se desenvolverán, por cómo perfilará sus vidas y las nuestras este contexto global. La pandemia por COVID-19, el encierro, nos ha hecho sentirnos vulnerables, precarias y, sobre todo, recordar que lo somos”, escribió Nashieli Ramírez.
La realidad sobre las precarias redes de cuidado, que se reflejan en las historias, “debe contribuir a armarnos sistemas institucionales funcionales para los tiempos precarios que vivimos y viviremos”.
Cecilia González, periodista y escritora, ve también algo luminoso en compartir estos relatos.
“Hubo llantos, risas, culpas, hartazgo, abrazos, peleas, clases virtuales, desorden de espacios y horarios; fastidios, miedos, esperanza, orgullo, dudas. Alivio por recuperar momentos familiares simples, pero reconfortantes, que habían pasado a la historia. La rica diversidad de voces femeninas plasmadas en Mamás en cuarentena… nos demuestra que no hay fórmulas únicas para establecer un vínculo primario que, en estos relatos, está basado, sobre todo, en mucho amor. Y eso hay que celebrarlo”, afirmó.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.