Los comicios 2020 tendrán un gasto más del 50 por ciento mayor al que representó el proceso de 2016, cuando entre la elección presidencial y las del congresistas y senadores se gastaron 7.02 mil millones de dólares
Itzel Ramírez / La Verdad*
Las elecciones del próximo 3 de noviembre en Estados Unidos se encaminan a ser las más caras en su historia, con un aproximado de 11 mil millones de dólares provenientes, de acuerdo con el Centro para Políticas Responsables (Center for Responsive Politics).
Según la organización, este proceso tendrá un gasto más del 50 por ciento mayor al que representaron los comicios de 2016, cuando entre la elección presidencial y las del congresistas y senadores se gastaron 7.02 mil millones de dólares.
Basado en un esquema de financiamiento casi exclusivamente privado, el sistema electoral estadounidense atraviesa un escenario complicado para la rendición de cuentas, de acuerdo con Sheila Krumholz, directora ejecutiva del CRP.
Ello, explica, debido a que la Comisión de Elecciones Federales de Estados Unidos tiene solamente tres de los seis integrantes que la componen; para lograr quorum, el órgano requiere de cuando menos cuatro elementos.
“La Comisión de Elecciones Federales está encargada de hacer los reportes (de financiamiento), de dar acceso a esos reportes, de dar seguimiento cuando no son proporcionados y de imponer multas cuando las campañas no reportan su actividad financiera. Ahora, sin una Comisión de Elecciones Federales funcionando, estamos en una situación en la que hay mñas dinero que nunca, lo que es una oportunidad para que el dinero extranjero entre en nuestro sistema electoral”, dijo Krumholz en la ponencia “Siguiendo el dinero en 2020”, que forma parte del tour virtual creado por los Centros de Prensa Extranjera del Departamento de Estado y en cooperación con el Centro Internacional Meridian.
Actualmente, la Comisión solo reúne y hace pública la información de los donativos recibidos por los equipos de campaña, mientras que las labores de revisión y eventual imposición de multas tendrán lugar hasta después de la elección.
En un sistema que, a diferencia del mexicano, privilegia el financiamiento privado en las elecciones, recaudar dinero se vuelve el principal objetivo de los candidatos y sus equipos de campaña, explica Krumholz.
“El candidato que más gasta, gana en nueve de diez ocasiones. Esa es creo que una muy cruda realidad de la política en Estados Unidos”, remata.
Aunque el dinero es un elemento crucial para ganar una campaña, no es suficiente por sí mismo, matiza Krumholz.
“Las campañas también necesitan tener una buena organización, carisma y conexión con el mensaje de los votantes. Generalmente hablando, aquellos candidatos que sobresalen en esas áreas tienen más probabilidad de conseguir el dinero que necesitan”, aclara.
Si los candidatos punteros logran recolectar cantidades similares de dinero, este no será el factor determinante. En ese caso, abunda Krumholz, la disputa se centra menos en el dinero y más en las posturas del electorado.
Las campañas de los candidatos presidenciales Joe Biden y Donald Trump han conseguido tanto dinero, comenta la especialista, que quien gane la elección no lo habrá hecho por el factor del monetario.
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Cuánto cuesta ganar
El ciclo electoral de 2020, incluidas las campañas de las primarias del Partido Demócrata, será el que rompa cualquier comparativo previo de gasto y recaudación de dinero, de acuerdo con el seguimiento de CRP.
La información recopilada por la organización incluye también los gastos de quienes aspiran a llegar a la Cámara de Representantes o al Senado, o bien, que buscan reelegirse en sus respectivos puestos.
Los montos recaudados en esta campaña permiten ver que, en promedio, cada candidato a la Cámara de Representantes ha recaudado 2.06 millones de dólares, mientras que en el caso del Senado la cifra se dispara hasta los 15.75 millones de dólares.
“Eso es solo en promedio, algunos candidatos están recaudando mucho más”, recuerda Krumholz.
Un ejemplo es el senador Mitch McConnell, quien como líder de la mayoría republicana busca la reelección en estos comicios. En conjunto, los candidatos que buscan el mismo puesto en el Senado por el estado de Kentucky, han recabado 86 millones de dólares, la mayor cantidad para un puesto de representación popular en este ciclo electoral.
Otro ejemplo interesante es el del representante Steve Scalise, quien, sin algún opositor con posibilidad de arrebatarle su puesto, ha recaudado 26 millones de dólares, de los cuales 20 han sido ya gastados en campaña.
“¿En qué están gastando todos estos millones? La respuesta es que cada vez más lo hacen en publicidad digital. En tiempos de covid, donde la gente permanece en casa, la publicidad política en línea resulta una manera efectiva para propagar un mensaje y conseguir fondos”, señala Krumholz.
La competencia electoral ha favorecido que cada vez más los candidatos señalen cómo es que sus contrincantes gastan el dinero, una cuestión que en algunos casos ha sido fundamental para el electorado estadounidense.
“En la campaña de 2008 cuando John McCain y Sarah Palin competían contra Barack Obama y Joe Biden, Sarah Palin fue realmente criticada por que se reveló que gastaba dinero en su guardarropa”, recuerda la especialista.
De ahí que la revisión de ingresos y gastos de campaña sea un elemento clave de las elecciones, reitera.
Además de los anuncios, los equipos de campaña registran altos dispendios en costos administrativos que terminan, al igual que la recaudación, hasta el final de la elección. Las consultorías de expertos en política para armar campañas y mensajes, también resultan uno de los gastos más altos en cualquier proceso electoral, apunta Krumholz.
Dinero sucio, Pacs y transparencia
En una elección presidencial tan competida, con la Comisión de Elecciones Federales incompleta e imposibilitada para revisar las fuentes de financiamiento, Krumholz considera que es fundamental que el electorado estadounidense cuente con información oportuna y verídica que permita ver quiénes aportan cuánto a qué candidatos.
“Sin transparencia, donde no podemos saber quién es la fuente de dinero que aceita las campañas políticas o las motivaciones para hacerlo, todos estamos operando con una mano atada a nuestra espalda. En una democracia (…) necesitamos que el público tenga acceso a la información pública de cómo se hace la política y cómo se usa el dinero para moldear esa política”, señala.
En un modelo como el estadounidense, los Comités de Acción Política (PACS), se vuelven protagonistas de la recaudación y de la influencia en candidatos y futuros gobernantes.
Concebidos como fondos para colectar dinero de corporaciones, grupos de interés y sindicatos, los PACS generalmente tienen un dirigente que abiertamente expone su interés o apoyo en temas específicos de la agenda legislativa o de gobierno y que serán los que determinen a qué candidato aportan económicamente.
Al recolectar la información y clasificarla, el CRP puede determinar qué comités aportan más dinero y con qué intereses, así como el impacto de su apoyo en las elecciones.
En 2010, una decisión de la Suprema Corte de Estados Unidos abrió la puerta para que organizaciones independientes de los candidatos pudieran recaudar sumas ilimitadas de dinero de cualquier donante.
“Desde entonces, en cada ciclo electoral, decenas o cientos de millones de dólares llegan desde fuentes secretas. Esto es conocido como ‘dark money’ porque n podemos verlo, estamos en la oscuridad”, explica Krumholz.
Este financiamiento –que incluye a los Super PACS como grupos políticamente independientes a diferencia de los PACS–, ha acumulado cifras superiores a los mil millones de dólares, de acuerdo con la especialista.
Mientras los PACS tienen establecidos límites para la recaudación de fondos y por fuentes limitadas, los Super PACS están libres de estas barreras.
“Deben reportar (los fondos recaudados) a la Comisión de Elecciones Federales, pero pueden reportar que han recibido fondos de alguna entidad desconocida, sin revelar la fuente original del dinero”, advierte Krumholz.
Con una elección cada vez más atípica y con el aumento a niveles históricos de las donaciones, el sistema político estadounidense requiere un análisis profundo de quiénes y a qué costo social influyen en la política, considera la directora ejecutiva de CRP.
“Así que tenemos retos significativos, no solo dentro de la Comisión de Elecciones Federales, que por mucho tiempo ha sido considerado como un vigilante sin herramientas, pero especIalmente ahora que no sesiona, que no tiene quorum.
Este país necesita tener una revisión de sus campañas, las normas de financiamiento, la regulación y la aplicación de sanciones”, reflexiona la experta.
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*Cobertura especial de La Verdad para brindar a nuestra audiencia información sobre el desarrollo de los comicios de Estados Unidos.